Vicente Rodríguez

Entrevista realizada por Almudena Díaz Pagés el 8 de noviembre de 2017

Transformando la visión de las personas gitanas en la cultura popular

 

Vicente Rodríguez Fernández (27 de abril de 1988) es un activista por los derechos humanos del pueblo gitano, organizador comunitario –particularmente en los ámbitos de la movilización y la autoorganización– , guionista, dibujante, experto en cultura pop y fundador de RomaPop, una organización internacional que lucha por los “derechos narrativos” de los gitanos en la cultura popular y el mundo del cómic. En 2016, fue reconocido por la revista Forbes como uno de los 30 jóvenes políticos menores de 30 años más importantes de Europa. Actualmente trabaja como Co-director del programa Legacies of Empires de la Universidad de Washington, es vicepresidente de TernYpe, la red internacional de jóvenes gitanos.

En esta web definimos el antigitanismo como una forma de racismo dirigido a las personas gitanas. ¿Cambiarías algo de esta definición?

Se puede decir que el antigitanismo es una forma de racismo, un racismo estructural e institucional, que se transmite tanto a través de estereotipos negativos (“los gitanos roban”) como positivos (los gitanos son buenos en la música). Pero en realidad, creo que el antigitanismo va mucho más allá y tiene que ver con mucho más factores. Además, en Europa, es muy difícil discernir dónde acaba el folclore y la tradición, y empieza el racismo cuando hablamos de antigitanismo, porque el discurso antigitano empezó siglos atrás y forma parte del ADN europeo. Así que si tenemos que elegir una definición, yo recomiendo la de Alliance Against Antigypsyims que me parece que es más amplia y explica mejor lo que el término significa.

Sabemos que los medios de comunicación son grandes creadores de opinión. ¿Cómo crees que podría incidirse desde las Administraciones Públicas para que este tipo discurso basado en estereotipos cambiase?

Yo entiendo que la pregunta en realidad es: ¿deben las administraciones públicas regular más y mejor sobre la manera que tienen de comunicar los medios de comunicación cuando hablan de minorías? La respuesta es sí. En España las estadísticas prueban que las mayores tasas de discriminación en contra de la comunidad gitana se dan en los medios de comunicación. La realidad es que no hemos avanzado mucho desde la transición. Los medios de comunicación de todas las tendencias políticas continúan ofreciendo una imagen del pueblo gitano como folclórico, tradicionalista, vengativo… y aunque existen códigos éticos y de autorregulación en la mayoría de medios informativos, la realidad es que ni se cumplen ni tampoco se les exige que se cumplan, por lo tanto no existe un control real sobre el contenido y la malevolencia del mismo.

Existen 2 maneras en las que las administraciones públicas podrían hacer frente a estos comportamientos: una es a través de legislación que penalice el uso de discurso antigitano en los medios; y la otra que desde el Estado se invierta mucho más en campañas de incidencia que denuncien directamente a los medios que utilizan discursos que menosprecien a las minorías afectadas. Pero actualmente ninguna de las dos vías se está implementando, y en este sentido, tenemos suerte de no tener una extrema derecha más capacitada en España, porque dado el contexto, contamos ya con todos los ingredientes para el desastre.

En línea con ello, y sabiendo el fuerte nivel de influencia que tienen hoy en día las redes sociales en la creación de opinión entre las nuevas generaciones… ¿Qué opinión tienes de la moderación que realizan las grandes redes sociales acerca del discurso del odio?

Tal y como el conocido escritor y guionista de cómics Alan Moore señala, “La cultura de forma similar a la materia pasa por diferentes estados, es decir de la cultura sólida de principio de siglo a la cultura líquida de los años 60 o la cultura gaseosas, intangible y vibrante que hoy inunda las redes sociales” A principios del siglo XX la cultura cambiaba década a década. Ahora cambia minuto a minuto. Y en este sentido, la información que los jóvenes manejan hoy en día es muy pequeña. Un meme, por ejemplo, es a día de hoy, una unidad de información. En las formas de “democracia” digital que a día de hoy traen consigo las plataformas sociales, estas “unidades de información” se comparten en un clic y atraen la atención de público joven sin capacidad para la atención continuada ni interés por la información contrastada, por el simple hecho del poco valor que la realidad o la verdad tienen en el mundo digital.

En este contexto, la forma en la que los operadores de las grandes plataformas gestionan los mensajes de odio, es terrible y en muchas ocasiones encierra una doble moral: pueden tardar días y semanas en censurar imágenes o comentarios que transmiten mensajes claramente discriminatorios, violentos o criminales, y que han sido denunciados por cientos de usuarios; y sin embargo tardan horas en eliminar la imagen de una mujer dando el pecho.

Además, hay que tener en cuenta algo muy importante: los usuarios de estas redes no sólo son influenciados por los comentarios y mensajes compartidos por otros usuarios, sino también por las noticias e informaciones que la plataforma decide que “pueden ser de su interés”. Es decir, el capital gobierna la administración de la información, y por tanto, tiene también un gran poder sobre la opinión pública.

En el ámbito europeo, el discurso de odio se define como un proceso de humillación, menosprecio, difusión de estereotipos negativos, estigmatización etc. de una persona o grupo de personas debido a características o condiciones personales. ¿Qué crees que podemos hacer nosotros como ciudadanía para frenar este tipo de discursos?

Actualmente estamos en un momento histórico a nivel político y social que algunos han bautizado como “post-realidad”, y todo esta por decidir todavía. Ahora mismo “los hechos” ya no importan. Las batallas se viven en las redes sociales y en las intervenciones públicas. Y en estas batallas, los líderes de los movimientos radicales o de extrema derecha juegan con ventaja. Se trata de grupos muy jerarquizados en los que las principales figuras públicas están educados para debatir. Utilizan troles, memes, el discurso de la ironía…convierten mensajes de clara incitación al odio en “bromas”. Bromas que después miles de jóvenes comparten en cuestión de segundos a través de las redes sociales. El movimiento activista de izquierdas y de defensa de los derechos humanos, parte de estructuras horizontales de más difícil reacción, y está poco preparado para contraargumentar y hacer frente en el debate público a este tipo de grupos que aglutina movimientos como el identitario, el de los supremacista blancos, el de los troles, el de los gamers y otros habitantes de la “manosphere”.

Por tanto, ¿qué debemos hacer nosotros como ciudadanos y activistas? Educación, movilización y autoorganización. Debemos educarnos, aprender a debatir, focalizarnos en visibilizar y denunciar estos discursos, y sobre todo, debemos crear nuestro propio lenguaje sobre lo que creemos que es el discurso del odio. Debemos ser conscientes de que nuestros “enemigos en valores” tienen mucho mejor entrenamiento que nosotros, redes de contactos más desarrolladas, mayor capacidad para acumular recursos, y avanzan, como podemos ver en los últimos meses, a un ritmo vertiginoso.

Sin embargo hay algo que me gustaría dejar claro: el discurso del odio del antigitanismo no es causal. Está dirigido políticamente y tiene por objetivo legitimar el caldo de cultivo que permita a los partidos de la extrema derecha rentabilizar los mensajes contra la comunidad gitana en este caso, o contra cualquier otra minoría en general.

Por tanto, la responsabilidad de luchar contra los discursos del odio y los movimientos radicales y/o de extrema derecha, no puede recaer únicamente en la sociedad civil. Porque por mucho que la ciudadanía se eduque, movilice y autoorganice, si al final no cuenta con el respaldo de las instituciones de la Unión Europea, en el espacio comunitario o de las administraciones públicas a nivel estatal, es imposible derrotar al discurso del odio, ni en las calles, ni en las instituciones. Y esto es algo que sucede día tras día. Por ejemplo, países como Hungría, la República Checa o Italia han roto en numerosas ocasiones los cánones de derechos humanos en lo que respecta a la comunidad gitana, y la Unión Europea no ha hecho nada, o ha hecho muy poco al respecto.

Como activista en la lucha contra la discriminación del pueblo gitano desde una vertiente cultural… ¿Qué herramientas utilizas para combatir el antigitanismo desde la cultura popular?

En mi trabajo como activista contra el antigitanismo, he trabajado en la creación de contranarrativas a través de actividades relacionadas con la educación no formal de jóvenes, pero sobre todo me he dedicado a la incidencia: si identificó actores que promueven narrativas discriminatorias, trabajo en alianza para que, mediante la confrontación estratégica y el control mediático, el actor que promueve la narrativa discriminatoria se vea forzado a cambiarla. Y aquí os puedo hablar de una experiencia propia. El año pasado fundé RomaPop una alianza con otras minorías para denunciar el antigitanismo en la cultura popular global que nace en USA, el uso del llamado whitewashing de personajes ficticios gitanos, que al dar el salto del cómic o la novela a la gran pantalla dejaban de serlo. En el New York Comic Con de 2016 La respuesta de uno de los grandes la editorial Marvel, Peter David, fue terriblemente desagradable. Sin embargo, gracias a que nuestra intervención fue grabada, y más tarde extensamente compartida en las redes sociales, Peter David no tuvo más remedio que disculparse públicamente. Cabe decir que, si no hubiese sido por los miles de usuarios que movieron esta grabación en las redes, este claro ejemplo de discurso antigitano no hubiera sido escuchado, porque también enviamos la grabación a las editoriales y los grandes medios de comunicación, y no sólo no nos dieron apoyo, sino que además, tergiversaron el mensaje.

En línea con la experiencia que acabas de explicarnos y, teniendo en cuenta que actualmente trabajas como profesor en la Universidad de Washington y que los últimos años los has dedicado a hacer conferencias por los Estados Unidos… ¿Por qué has planteado este tipo de activismo cultural en Estados Unidos y no en Europa?

Porque en Europa es a día de hoy extremadamente difícil. En Estados Unidos el argumento de lo moral, de lo políticamente correcto, del respeto de las minorías, son discursos que, aunque parezca mentira, están mucho más extendidos y han calado mucho más en la sociedad. Allí hasta hace poco los políticos no podían decir las barbaridades a las que Trump nos tiene acostumbrados.

Quizás en Alemania, un país Europeo en el que sí existe una política de reconocimiento y un discurso público acerca de la discriminación que el Pueblo Gitano ha sufrido, el lobby en la cultura popular podría ser viable. Pero en países como España dónde la Constitución ni siquiera reconoce la existencia de los gitanos como minoría, lo veo imposible.

El año pasado la revista Forbes te incluyó en la lista de los 30 personajes menores de 30 años más influyentes en política. Es la primera vez que una persona gitana es incluida en esta lista. ¿Crees que ello quiere decir que el activismo gitano está ganando en la esfera política y de lucha por los derechos humanos?

Por una parte me gustaría pensar que sí, que nuestra lucha cada vez se visibiliza más. Por otra me da miedo que mi nombre sea el primero y único de la comunidad gitana que aparece en esa lista. Además, yo no soy una activista de especial valor, lo que pasa es que me he movido mucho en los contextos apropiados y eso ha hecho que Forbes reconozca mi trabajo. Sin embargo, hace falta que el trabajo de muchos otros activistas se visibilice, y estoy cansado de que me digan que como gitano soy una excepción. No es cierto. El discurso de los medios en el que destacan estos hechos como “excepciones”, sólo ayudan a reforzar los estereotipos.

Por otra parte también creo que no hace falta ir a la universidad o ser profesor de nada para que tu voz como activista sea válida. Eso son ideas colonialistas e imperialistas que reflejan no sólo conflictos de raza sino también de clase. Por tanto, lo que me gustaría es que nosotros como sociedad fuéramos capaces de crear un futuro en el que el trabajo y el carácter de millones de Gitanos  fuera visible y más importante que ninguna lista Forbes.

Desde el activismo gitano se señala a menudo que la historia se ha olvidado de los gitanos y sus contribuciones a la cultura… ¿Nos podrías destacar algunos ejemplos de personas invisibilizadas que deberíamos sacar a la luz?

Emiliano Escudero, más conocido como “El Tío Emiliano” fue uno de los padres fundadores de la Iglesia Filadelfia,  una denominación evangélica de mayoría Gitana. Protestante y gitano, Emiliano enfrentó la persecución durante  franquismo y aún así, dejó tras su muerte más de miles de iglesias fundadas, que hoy suponen cientos de miles de vidas positivamente afectadas. Él como muchos otros, es una personalidad invisibilizada. Y al margen de que su trabajo fuera en el plano de la religión, su impacto social no tiene parangón, fue sin duda un gran activista del pueblo gitano. Pero no se habla de él fuera de los barrios más humildes.

Otro ejemplo invisibilizado es el feminismo gitano, poderoso y súper enriquecedor. Con rostros como el de Patricia Caro, gran activista de los derechos de las mujeres gitanas.

Otro ejemplo serían personas como Ismael Cortés, investigador en Filosofía para la Paz, y uno de los politólogos gitanos con más perspectiva y capacidad de Europa.

Y finalmente, también me gustaría hablar de Jonathan Mack un activista no gitano, Alemán, pero que quiero nombrar, porque es muy importante visibilizar también a los aliados de la causa, Jonathan trabajó incansablemente durante los últimos 9 años para que la Unión Europea reconociera el Genocidio Gitano durante la Segunda Guerra Mundial, ojalá hubiera más como él.

¿Nos recomiendas algún proyecto cultural, que te guste en especial, que luche contra los estereotipos negativos que se transmiten del pueblo gitano?

El 16 de mayo, para conmemorar el Día Internacional de la Resistencia Gitana. Y el trabajo que realizan organizaciones como Kali Zor (fuerza gitana) en Badalona, y que fusionan la lucha por los derechos afroamericanos con la lucha de la comunidad gitana, aportando así un valor internacionalista.

Y para terminar: ¿Cuál es tu héroe gitano favorito?

Sin lugar a dudas, Magneto, de X-men. Se trata de un superviviente gitano del Holocausto (en los cómics), que, aunque de entrada pueda parecer uno de los villanos centrales de la saga, una vez miras de cerca descubres que todo depende de la perspectiva. Me gusta usar su ejemplo en mis conferencias y lecturas para hacer analogías y filosofar, porque su complejidad admite varias lecturas y nos ayuda a entender procesos como la radicalización, la asimilación cultural o la xenofobia.