99 años al servicio de los barceloneses

El 27 de junio de 1872 entraba en servicio el primer tranvía barcelonés.  Salía del Pla de la Boqueria, en La Rambla, e iba hasta los Josepets de Gràcia, la actual plaza de Lesseps. Cuatro caballos constituían la fuerza motora. Después, vendrían las líneas de la Barceloneta, de Sant Andreu, de Sants y el Poblenou, que obviamente tenían como destino el centro de la ciudad. En 1877 se inauguraría la línea de circunvalación, con un trazado que recorría el antiguo recinto amurallado de la ciudad.

Y ese mismo año entró en servicio el primer tranvía de vapor, que desde la calle de Trafalgar conducía hacia el Clot y Sant Andreu. Un trayecto “tan” largo ya no podía ser cubierto con tracción animal. El Ayuntamiento limitó, sin embargo, la velocidad y prohibió que llegara a la plaza de Catalunya: ¡demasiado humo y ruido para los barceloneses!

La tracción eléctrica no llegaría a Barcelona hasta 1899; la primera línea fue la de Circumval·lació y, en los años siguientes, todos los tranvías existentes se sumarían a ella. Poco a poco, se iba configurando una red de transporte público potente que comunicaba el centro de la ciudad con los barrios y los pueblos del llano.

El carácter elitista con que había nacido el nuevo medio de transporte —solo asequible para la burguesía— desapareció y el tranvía se convirtió en el transporte de masas en la pujante Barcelona del primer tercio de siglo. La imagen de unos tranvías repletos de gente y con muchas personas colgando de los estribos forma parte de la imagen de la ciudad que organizaba la Exposición Universal de 1929. Entonces circulaban 800 tranvías por una red de más de 200 kilómetros y eran capaces de transportar a más de 250 millones de pasajeros al año.

El sistema se vio muy afectado por la revuelta fascista de 1936 y por la guerra. Con el fin de la guerra, quedaban en condiciones de circular poco más de 50 unidades. Poco a poco se fue restableciendo y ampliando el servicio en aquella dura etapa, en la que se vivió la huelga de 1951, aquella gran protesta popular contra la subida de las tarifas, reiterada en 1957. El año siguiente, el alcalde Porcioles municipalizó el servicio, que había alcanzado su techo en 1952, con 358 millones de pasajeros. Desdichadamente, los planes del consistorio franquista fueron la sustitución de los tranvías por los autobuses de la Pegaso. La agonía fue larga y acabó el 18 de marzo de 1971 con la clausura de las últimas líneas, las de Drassanes a Horta y a la vía Júlia. La propaganda del régimen lo sentenció: “Barcelona por fin libre de tranvías”.

 

Fuente: Marc Andreu - Josep M.Huertas, La història dels tramvies de Barcelona.

 

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