La casa proyectada

La arquitectura monumental no se improvisaba. Los constructores, por orden de los sacerdotes o los monarcas, producían planos, maquetas y memorias que se creía estaban inspirados por poderes sobrenaturales. Textos y gráficos se trazaban en tablillas de arcilla o terracota en Mesopotamia. Se inscribía el nombre de dioses y monarcas, y se describía el rito fundacional y la construcción del edificio en tablillas que se enterraban en los cimientos, junto con maquetas de terracota que representaban la casa de los ancestros a los que se invocaba su protección.

De la arquitectura de culturas antiguas como la mesopotámica, la ibérica o la etrusca, construida con ladrillos de adobe, sólo se han conservado los cimientos. No se sabría cómo eran los edificios si no se hubieran conservado unos objetos, parecidos a maquetas de arquitectura, depositados como ofrendas en las tumbas: eran edificios en miniatura que guardaban las cenizas o acogían el espíritu del difunto. Gracias a éstas, se entraba en contacto con él para conocer el pasado (no el futuro), pues ofrecía ejemplos modélicos necesarios para vivir bien. Otras maquetas reproducían templos o capillas y se guardaban en los hogares.

Hoy en día, numerosos ceramistas modelan obras que evocan maquetas arquitectónicas o construcciones a pequeña escala y que ofrecen una mirada crítica sobre las virtudes y las limitaciones de las construcciones contemporáneas, o una mirada nostálgica sobre el hogar perdido.