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Proyectos de investigación

Bach y Zell en el Castillo de Cardona

Grabación del 3 al 5 de enero del 2000 en la Colegiata del Castillo de Cardona de las sonatas para viola da gamba y clavicèmbal de Johann Sebastian Bach. Jordi Savall, viola d’arc, Ton Koopman, clavicémbalo construido por Christian Zell en Hamburg, Alemania, en 1737. MDMB 418

Recuperar la voz de los instrumentos históricos nunca es algo sencillo y no siempre es posible. A menudo las intervenciones que se han hecho, sea por el desgaste propio de su uso o para adaptarlo a las exigencias musicales de cada época, pueden llevar un instrumento a un estado muy diferente de cuando fue construido. También la mala conservación puede dejar heridas irrecuperables.

El clavicémbalo construido por Christian Zell en Hamburgo en 1737 ha vivido varias intervenciones que afortunadamente no nos han impedido recuperar su sonido. Fue adquirido por el Museo de la Música de Barcelona en 1947 a los coleccionistas Folch i Torres-Baget. Aunque tenemos referencia documentada de dos restauraciones anteriores, podemos situar en 1980 como el inicio de un planteamiento claro de restauración con criterios históricos. La revisión de las anteriores restauraciones y el estado de conservación en que se encontraba, indicaron claramente la importancia y posibilidad real de disponer de un instrumento del barroco que podría sonar en unas condiciones muy cercanas a las de su origen.

La restauración, a cargo del constructor Joan Martí, se realizó a partir del criterio del máximo respeto posible a los materiales y técnicas de la época. Previamente y durante el proceso se hicieron análisis de maderas, colas y pigmentos con técnicas como los rayos X y los infrarrojos para determinar las partes originales y las modificaciones existentes. También el estudio de los otros dos únicos clavicémbalos que se conocen de Christian Zell, conservados en Alemania, contribuyó en las decisiones que se tomaron.

Evidentemente existen partes del instrumento que se deben cambiar periódicamente por el desgaste debido al uso. Las cuerdas son un claro ejemplo: se sustituyeron por cuerdas de hierro hechas con criterios históricos. Por otra parte, los saltadores son una parte vital de los clavicémbalos. El movimiento de cada saltador por su guía al ser accionado por la tecla debe ser preciso, y el tiempo y el uso conllevan un desgaste que hay que ir controlando. Se observó que en la restauración anterior se habían cambiado los saltadores y las guías, que se habían conservado en parte. Aunque las guías guardadas fuera del instrumento no es seguro que fueran las originales, se consideró más adecuado devolverlas al instrumento. Los saltadores supuestamente originales no estaban en condiciones de funcionar y era más adecuado conservarlos como documento histórico. Los nuevos saltadores eran correctos, y se colocaron muelles de pelo de jabalí siguiendo la antigua tradición. Los picos eran de plástico flexible. Se optó por dejarlos, ya que poner unos de pluma de ave en un instrumento que debe utilizarse musicalmente significa una conservación y armonización constante. No obstante, se valoró que esta intervención se podía hacer en cualquier momento que se tomara la decisión de hacerlo, ya que se conservaron los saltadores supuestamente originales con restos de picos de pluma que podrían servir de modelo.

Una vez finalizada la restauración, el instrumento se ha mantenido en estado para ser utilizado musicalmente. Aparte de los trabajos de conservación y mantenimiento, para las grabaciones o audiciones musicales se hace una puesta a punto, armonización y afinación.

Detall del clavicèmbal (Fotografia: S. Guasteví)

En 1998 la grabación del CD Música de tecla hispánica, en el que figuraba una pieza interpretada con el clavicémbalo Zell, evidenció la calidad y el interés histórico del instrumento. El año siguiente Jordi Savall, buen conocedor del Museo de la Música, mostró interés en registrar las sonatas para viola de arco y clave de Johann Sebastian Bach con el clavecinista Ton Koopman: los mejores intérpretes de música antigua y un instrumento de la época de Bach conservado en el Museo de la Música de Barcelona. El único posible problema era el lugar de grabación, la Colegiata del castillo de Cardona.

La conservación de instrumentos antiguos como este clavicémbalo es posible hacerla en lugares como el Museo de la Música por las condiciones de conservación existentes y por la actividad que se lleva a cabo. La salida del instrumento de las instalaciones del Museo conlleva cambios bruscos de temperatura y humedad, riesgos de contaminación biológica y riesgo de daño durante el transporte y manipulación. Ahora bien, antes de restringir el uso de nuestro patrimonio cultural, había que estudiar a fondo antes de tomar la decisión correcta, ya que hay muchos factores que intervienen.

En primer lugar, una grabación representa un documento histórico que se conservará siempre. Además, se trataba de dos músicos de primerísimo nivel mundial, y por tanto con una garantía de calidad fuera de duda. Si fuera un concierto sin registrar posiblemente deberíamos valorar de otra manera, ya que no quedaría rastro documental. Registrarse en un edificio del siglo XI con una historia milenaria y cualidades acústicas excelentes era también un valor añadido. Teniendo en cuenta el buen estado del instrumento, la garantía de supervisión por parte del mismo Joan Martí y las condiciones que ofrecía la Colegiata del castillo de Cardona, tomamos la decisión de autorizar el traslado del instrumento y la grabación.

Un buen embalaje y un viaje en furgoneta tranquilo y distraído hablando de música e instrumentos no significaron ningún problema para llegar a Cardona. Las piedras románicas acogieron bien a nuestro delicado instrumento. El frío no representaba un peligro, al contrario, los insectos no volaban en esta época y una estufa y unas mantas contribuían a mantener estable la temperatura. El restaurador pone a punto el instrumento, lo afina y estará presente durante toda la grabación. El técnico de sonido está preparado. Las manos de Ton Koopman acarician las teclas del Zell de 1737, a su lado otras manos, las de Jordi Savall cogen con delicada decisión una viola tan sólo veinte años más joven que el Zell. Suenan las primeras notas de la sonata IV para viola da gamba y clave de Johann Sebastian Bach.

Podéis escucharlo aquí:
BACH, J. S. Die Sonaten für Viola da gamba und Cembalo. Jordi Savall, Ton Kooman. Bellaterra: Alia Vox, 2000.