Barceloneta Proa a la Mar nació hace 10 años como la pata económica del Plan de desarrollo comunitario de la Barceloneta para ayudar a poner el foco en el sector del trabajo y en las salidas laborales, entonces muy precarizadas y con pocas oportunidades por vecindario joven y no tan joven del barrio marinero de la ciudad, por excelencia
Durante los actos de la celebración, que consistieron en actividades para familias, jóvenes y personas integrantes del proyecto, Esther Zamora, técnica del Plan de desarrollo comunitario de la Barceloneta (y vecina del barrio), nos explica que el eje socioeconómico no se mujer en la mayoría de los planes comunitarios, pero en su día se consideró que había que impulsarlo y además con un perfil que tuviera un vínculo con el mar. “El proyecto incluye tres líneas de trabajo, que son empleo, formación y economía local y/o social, y pretende visibilizar las potencialidades laborales, poniendo el talento local en valor. Sirve de catalizador, de altavoz de las iniciativas y de los colectivos ya existentes al barrio, siempre con una mirada económica”, continúa Esther.
De la teoría en la práctica
El proyecto sobre papel se materializó gracias a las entidades, las técnicas y las personas vecinas del barrio que impulsaron esta vertiente económica; como Dolors Verdaguer, vecina de toda la vida del barrio y ahora mismo miembro de la junta de la Asociación Barceloneta Alerta (ABA), entidad que gestiona el plan comunitario. La encontramos detrás del mostrador de la librería La Garba, y conversamos con ella sobre su trayectoria dentro del proyecto. “Cuando se estaba gestando el proyecto yo formaba parte del Banco del Tiempo, una de las entidades que estaban dentro del espacio de gobernanza y me fui implicando. Ahora soy la tesorera del ABA, del Chiringuito Proa a la Mar y, como voces también estoy aquí en la librería, un proyecto comunitario que surge de la voluntad de sostener la economía local. Esta librería iba a cerrar por jubilación y desde la Asociación (ABA), con el apoyo financiero de Coop57 y más de 150 vecinas y vecinos que avalaron, se consiguió que siguiera siendo un punto de actividad cultural del barrio”, explica Dolors.
De la misma manera, el Chiringuito Proa en el Mar, el kiosco que se gestiona desde el proyecto, ha sido, a partir del 2018, un polo de creación de oportunidades laborales para el vecindario, con más de veinte personas que han pasado del paro a la actividad durante estos años. Otro ejemplo de cómo se ha derribado el eje económico del plan comunitario en producción real y local es Takatà, una marca de bolsas que un grupo de personas artesanas vecinas del barrio cose, con velas de barcos recuperadas. “Como se puede ver, todo gira entorno a las oportunidades que tenemos para ser un barrio cerca de en el mar“, dice Dolors.
Un espacio de gobernanza horizontal
Barceloneta Proa a la Mar ha demostrado durante estos diez años de vida que se puede sacar adelante actividades económicas de carácter local vertebrando el mundo laboral y la proximidad al mar con una perspectiva comunitaria. La gobernanza del proyecto es un espacio horizontal donde son muchas entidades del barrio y las vecinas y vecinos que trabajan juntos con el objetivo final de dar respuestas colectivas a problemáticas como el paro y a la presión que el modelo de ciudad ejerce sobre el barrio. Ahora mismo son más de una veintena de organizaciones del territorio, donde se mezclan entidades de diversas naturalezas: centros educativos, equipamientos municipales, colectivos, iniciativas de base, empresas …
Una de estas vecinas es la Pepa Picas, histórica activista que nos explica que “hace ya muchos años que cambié las luchas más generales de cambio del sistema y del mundo por luchas de barrio. Era más gratificante y sobre todo me pareció más efectivo hacer incidencia en el territorio. Me empecé a implicar en el plan comunitario y me encantó en concreto Barceloneta Proa a la Mar, que es un proyecto muy derribado, justamente tocando barrio, personas concretas y proximidad”. También comenta que las entidades implicadas eran y son muy diferentes entre ellas y que uno de los éxitos del proyecto es haber sabido mantenerlo en el ámbito de barrio, a pesar de las presiones de algunos “factótums” que querían de alguna manera apropiárselo.
Empleo, formación y economía local
Éstos son los tres ejes y de hecho ya hemos hablado del Chiringuito o La Garba como impulso a la economía local, social y solidaria (ESS) y al mismo tiempo creadora de puestos de trabajo, sin embargo, hay más actividades que fomentan o dan apoyo para que la gente del barrio tenga acceso a trabajos no precarios. Esther explica que el PIOL (Punto de Información y Orientación Laboral) “nació dentro de Proa a la Mar y aunque ahora es un dispositivo independiente, hace una función de promoción del empleo y pone el acento con el fin de recuperar la memoria profesional del barrio. Últimamente, han creado un mapa donde se hacen coincidir las ofertas formativas del barrio y las demandas de las empresas, también del territorio”.
Para dar respuesta a una de las preocupaciones iniciales del proyecto, el horizonte laboral de los y las jóvenes del barrio, se ha trabajado en profundidad el eje de formación, especialmente con el Instituto de Náutica (INB). Se llevan a término muchas actividades, entre ellas, mostrar las posibilidades profesionales que ofrece la náutica a jóvenes del barrio, que próximo que lo tienen. Gracias a la Cata de Oficios de la Barceloneta, donde participa el INB y que ya lleva siete ediciones, ha crecido el número de jóvenes del barrio que han cursado o están cursando estudios en el Instituto.
“También”, explica Esther “trabajamos muy cerca con el Instituto Joan Salvat Papasseit, el único instituto público del barrio, para ayudar a disminuir el abandono escolar durante la secundaria y por último me gustaría comentar que en el caso de las escuelas de primaria, dinamizamos actividades de educación azul para acercar y reforzar la estima hacia el mar con los niños del barrio.”.
Otro polo importante es el Instituto de Ciencias del Mar, con el que se trabaja la ciencia ciudadana marina. Según Esther, “ahora que el frente marítimo está en plena transformación, estamos trabajando juntas al pensar los nuevos usos del nuevo equipamiento del Instituto que sustituirá los locales de ocio nocturno que hay en el frente marítimo de la Barceloneta. Proa a la Mar forma parte del Consejo Social del ICM y como tal, su tarea está siendo acercar la ciencia marina al territorio”.
Innovación, comunidad y proximidad
La valoración que hacen Esther, Dolors y la Pepa es que ha sido y es un proyecto muy innovador, que empezó con un desconocimiento de cómo poder intervenir para mejorar las perspectivas laborales de la gente del barrio, a no sólo dar apoyo sino gestionar directamente iniciativas económicas.
“Agentes muy diversos nos hemos sentado en la misma mesa en torno a un elemento vertebrador como es el mar y eso ya es un éxito porque es difícil” dice Esther. También remarca la facilidad de funcionamiento actual y los impactos positivos que ha tenido en el vecindario (sólo en el último año ha impactado 1.000 personas). Añade: “El papel de las administraciones locales también ha sido primordial por Barceloneta Proa en el Mar (llamado explícitamente en los últimos Planes de Desarrollo Económico de Ciutat Vella, como ejemplo de buenas prácticas), acompañando el proyecto a la vez que respetando su trabajo de base y su naturaleza comunitaria”.
Dolors concluye que, dada la presión del turismo que sufre el barrio, Barceloneta Proa a la Mar es un oasis para el vecindario y las entidades, un espacio para compartir y ver que sí que es posible mejorar el barrio, con perspectiva económica de proximidad.