Fiestas de barrio: tiempo para disfrutar y tejer una red vecinal

18/07/2022 - 07:56 h

Acción comunitaria. Las fiestas mayores de los barrios de la ciudad son momentos excepcionales de trabajo comunitario en red. Nos acercamos a algunas de ellas.

Las fiestas mayores de barrio son uno de los grandes acontecimientos del año para muchos vecinos y vecinas de Barcelona y sirven para fortalecer el tejido vecinal y reforzar la participación. La tercera medida del despliegue del Plan de derechos culturales de Barcelona, aprobada recientemente por el Ayuntamiento, busca, precisamente, reforzar esta condición y se conoce como: “Culturas populares: derecho a las prácticas populares y tradicionales como espacios de participación y cohesión social”.

Desde el Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB), recuerdan que la intención es “proteger sus expresiones en el espacio público, de carácter más festivo y participativo, destacando el fuerte dinamismo asociativo de base históricamente desplegado por los barrios de la ciudad

El monográfico El impacto de la fiesta en Barcelona (aa. vv., 2012) ha servido como herramienta de diagnosis y, con datos del 2012, identifica 514 entidades que participan en 6.200 actos anuales, movilizan a 117.718 personas en tareas de organización de actividades vinculadas a la fiesta y genera un volumen económico de 28 millones de euros. Las entidades implicadas son entidades de pequeñas dimensiones, un 57% con presupuestos inferiores a los 10.000 euros.

Una nueva plataforma 

Las fiestas mayores de los barrios de Barcelona, a pesar de que reciben subvenciones públicas del Ayuntamiento, las organizan las diferentes entidades de los barrios y ayudan a reforzar el tejido vecinal. Miky Aragón, director del Consejo de Asociaciones de Barcelona, ha ayudado a impulsar la Plataforma de Fiestas Mayores de Barcelona, que permitirá “establecer criterios unificados” sobre la gestión del espacio público en las fiestas.

“Las fiestas mayores de los barrios son una forma de generar comunidad y sentimiento de pertenencia.”

“No son lo mismo las fiestas de Gràcia que las de la Teixonera, pero dentro de la diversidad tenemos que encontrar una forma de compartir necesidades y criterios a la hora de realizar los trámites o tener unos permisos horarios u otros”, explica Aragón. “El gran problema es cómo organizamos el espacio público”, añade Aragón, convencido de que “las fiestas mayores de los barrios son una forma de generar comunidad y sentimiento de pertenencia” y también espacios “abiertos y de participación”. 

El coordinador de la nueva plataforma es José Espín, de la Federación de Hostafrancs, que valora muy positivamente el surgimiento de esta plataforma que une necesidades de los barrios. “La interlocución ha sido muy positiva porque se han hablado cosas que todavía no se habían pactado, como los horarios, para establecer unos criterios unificados. Entendemos que hay fiestas de interés nacional, y que estas tendrán horarios hasta más tarde, pero el hecho de que haya respuestas objetivas y argumentadas nos ayudará mucho”, explica. 

El Raval, una fiesta contra el estigma

La Fiesta Mayor del Raval se inaugurará este año con el pregón de Fátima Ahmed y Mercè Amor, responsables de Diàlegs de Dona (Diálogos de Mujer), una entidad en la que más de doscientas mujeres migradas aprenden español. “Son personas que honran un barrio que sufre mucho por el estigma. Y que hagan el pregón ayuda a fortalecer las relaciones vecinales”, asegura Maite Roca, que como presidenta de la Asociación Instituto de Promoción de la Cultura Catalana participa en la preparación de las fiestas.

“Las fiestas en el barrio más diverso de Barcelona sirven para reforzar el tejido vecinal.”

La lectura del pregón o la participación de gente de todo el mundo en la chocolatada, los bailes de bastons o las habaneras que organiza la asociación son algunas de las muestras de cómo unas fiestas singulares en el barrio más diverso de Barcelona sirven para reforzar el tejido vecinal. “Eso fortalece mucho las relaciones vecinales y, si alguna cosa tiene el Raval, es que trabajamos en red, aunque eso no es lo que después vemos en los medios”, dice Maite. “Hacemos una cena para el barrio para cerrar la fiesta y tratamos de adaptarnos a las costumbres de cada uno, los que no comen cerdo, los que no beben alcohol…”, explica. 

Hacia el mes de noviembre, las entidades hacen las primeras reuniones para organizar la fiesta mayor. En total, son unos tres encuentros al año. “Más o menos ya sabemos lo que hace cada uno y no cuesta ponernos de acuerdo con las horas y los espacios”, explica Maite. Las solicitudes y los permisos, como sucede en otros barrios, las hace cada entidad, “pero bajo la tutela del distrito”, aclara Maite, que tiene 75 años y hace 65 que vive en el barrio del Raval. 

Recuperar la normalidad en Hostafrancs 

José Espín recuerda que la pandemia fue un golpe duro para las Fiestas de Hostafrancs, “la cultura popular fue de las últimas actividades en poder recuperar la normalidad”, explica. Y de cara al 2022, esperan poder recuperar toda la actividad, “como mínimo una para cada perfil de vecino”, e incluso ampliar una actividad de niños para que se pueda hacer durante todo el día. 

“Me gusta mucho poder participar en el barrio, mantener las tradiciones y hacer vida comunitaria. Mis padres tenían un bar y siempre hice mucha vida en la calle, a mí me gusta. Es una buena forma de pasar un buen rato”, resume Espín, que, asimismo, no olvida que el pregón también sirve para “reconocer el trabajo de personas más anónimas”, como la quiosquera del barrio, una tendera o, en el caso de este año, la profesora Mercè Velilla. “En la cena popular, nos reunimos casi quinientas personas”, añade. 

En Les Corts la fiesta fortalece las relaciones vecinales

Con el mismo entusiasmo habla Paola Mulero de la Fiesta de Les Corts. Es la presidenta de la Federación de Fiestas y participa en la organización desde el año 2003. “Venimos de dos años complicados en los que hemos perdido músculo, pero afrontamos las fiestas con ilusión y, al mismo tiempo, agotamiento”, afirma, “con muchas ganas de poder hacer por fin unas fiestas sin restricciones” en octubre, aunque ya hicieron por primera vez una pequeña prueba sin restricciones con las fiestas de primavera. 

“Las fiestas sirven para fortalecer el barrio, las relaciones y para que aparezcan nuevas sinergias, además de que sirven para reivindicar la recuperación histórica y la historia y orígenes del barrio”, afirma. Como muestra de refuerzo vecinal surgido de la fiesta mayor, Paola recuerda que “las comisiones de fiestas participaron en las redes de apoyo vecinal”, llevando carros con comida para las personas más necesitadas durante la pandemia. 

Fiesta y activismo en la Teixonera

Desde el barrio de la Teixonera, Andreu Bernadàs, de la Asociación de Fiestas, se muestra convencido de que “es el momento para el barrio”. “Si lo miras bien, hay muy pocas reuniones que hagan que los vecinos tengan pautas para poder convivir, y ocupar la calle durante una festividad es un momento que vecinos y vecinas pueden aprovechar”, reflexiona.

“La fiesta mayor es, a veces, la única ocasión para compartir con todo el mundo las reivindicaciones vecinales.”

Para ellos, además, la fiesta tiene un cariz reivindicativo, ya que lo aprovechan para pedir más servicios municipales o para reivindicar el uso vecinal del espacio histórico La Bòbila. “La fiesta mayor es, a veces, la única ocasión para que los vecinos y vecinas se enteren de nuestras reivindicaciones. La comunicación vecinal es difícil porque es un barrio de montaña con dos plazas para doce mil personas”, afirma. 

Las fiestas tuvieron lugar el mes de junio y ya han fijado que “el 17 de enero del año que viene nos encontraremos todas las entidades para aportar novedades con una tormenta de ideas”. 

“Con respecto a las dinámicas del vecindario, Bernadàs afirma convencido que las fiestas de barrio son incluso más importantes que las de la Mercè. Destaca que todavía queda mucho camino por hacer, pero se muestra optimista con la plataforma, que tiene que fomentar la unificación de criterios.