Yolanda Melero: “La naturalización de las zonas verdes ha aumentado el número de mariposas.”
El Observatorio ciudadano de mariposas urbanas uBMS nace como una red colaborativa de voluntarios que unen esfuerzos por obtener datos sobre las poblaciones de mariposas a las ciudades de Barcelona y Madrid. Hablamos con Yolanda Melero, doctora en Biología por la Universidad de Barcelona, investigadora en el CREAF y coordinadora del proyecto.
- Las mariposas, además de importantes polinizadores, nos informan sobre el estado de la biodiversidad y de los ecosistemas. ¿Qué las hace tan buen bioindicador?
Las mariposas su un buen bioindicador porque tienen un rango muy amplio de características, algunas de las cuales nos indican cómo es su estilo de vida. Por ejemplo, algunas especias son muy generalistas (tienen unas necesidades muy bajas) y otros son muy especialistas. Algunas son muy dispersantes y se pueden mover por todas partes muy fácilmente, hay algunas que aguantan unas temperaturas muy altas y otras no tanto, etc. De manera que encontramos mucha información dentro de un mismo grupo.
Además, otro atributo que las hace buen bioindicador es que son muy fáciles de ver y de identificar a simple vista. Son de hecho, junto a los pájaros, indicadores reconocidos por la Unión Europea.
- El objetivo del programa, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento, es obtener datos semanales de presencia y abundancia de las especias presentes en las ciudades. ¿Aplicado a nuestro caso, qué información destacarías de Barcelona?
Los datos que recogemos nos indican cuál es el estado de la biodiversidad en lugares urbanos y cuáles son los procesos que determinan esta diversidad. Con esta información también podemos ir estableciendo guías de gestión para mejorar la biodiversidad urbana.
En un medio natural, la variedad de características de las especias que podemos encontrar está más variada y bien repartida. Por ejemplo en Collserola, podemos encontrar unas 70 especies diferentes, con unas abundancias relativamente parecidas. En cambio, en la ciudad encontraremos más o menos la mitad de especies y con unas abundancias mucho más descompensadas.
Por lo tanto, nos encontramos con que tenemos una pérdida de biodiversidad donde predominan las especies que son generalistas, con una gran capacidad de dispersión y que soportan bien las temperaturas altas. Eso es lo que se denomina efecto urbano.
- ¿Y cómo se concreta este efecto?
En Barcelona, los parques y jardines que están cerca de Collserola, como en el Carmel o el Guinardó, están mucho mejor que los jardines que están en medio de la ciudad como Diagonal mar, que están poco conectados. Hay que tener en cuenta que Barcelona es muy densa y eso dificulta el paso de las mariposas que tienen poca capacidad de dispersión.
Lo que también se ve mucho es que con la naturalización de las zonas verdes ha aumentado el número de mariposas. Por ejemplo, a Diagonal Mar desde que naturalizaron algunas zonas, podemos ver muchas más mariposas. Lo que pasa es que todas de la misma especie, la Blanca de col, que es la más abundante y es generalista. Cuando conseguimos mejorar la conectividad, quizás podrán llegar el resto de especias.
- Los datos son recogidos por personas voluntarias. ¿Cómo las recogen y qué perfiles trabajan en este proyecto?
Hay dos metodologías: un transecto y un paseo. El transecto es un recorrido marcado de 300 m y siempre es el mismo para cada parque. La persona va andando en línea recta y contabiliza todas las mariposas que ve dentro de un cubo imaginario que lo rodea de cinco metros por cinco metros. Una vez se acaba el transecto se hace el paseo libre, donde el recuento es hace exactamente igual. En los dos casos, la recogida de datos es importante que se haga en horas de sol y en condiciones de poco viento porque si hace frío, las mariposas no salen.
Con respecto al perfil de los voluntarios, en Barcelona es muy diverso. Hay gente joven, de unos 14 o 15 años, hay estudiantes, hay gente jubilada… Y hay gente relacionada con la biología y gente que no tiene ningún vínculo. Actualmente, hay unas 35 personas apuntadas y la mitad colaboran en el proyecto desde 2018. Se ha creado un pequeña familia. Incluso tenemos una voluntaria que ha cambiado de residencia de Madrid a aquí y sigue participando del proyecto.
- ¿Si los datos recogidos, nos dan un diagnóstico, te aventurarías a decirnos cuál es el estado actual de los ecosistemas urbanos en Barcelona?
Es mejor de lo que yo esperaba al empezar el proyecto. En cuanto a número de especies no estamos tan mal, pero tenemos unas abundancias muy sesgadas a causa del efecto urbano que comentábamos al principio. La mayoría de especies se ven muy poco y se ven en parques próximos a Collserola o a Monjuïc seguramente como un efecto reducto del Parque de Llobregat.
Aparte de la renaturalización, que ya se está haciendo en algunos jardines, lo que ayudaría mucho a mejorar esta situación sería aumentar el verde entre parques. Una buena solución sería naturalizar los alorques. La gente tiene que entender que no es que los alcorques y los jardines estén desarreglados, sino que tienen plantas y flores silvestres que ayudan a la dispersión de muchas especies, no sólo a las mariposas. Si os fijáis, en los jardines que parecen más desarreglados, donde hay plantas oportunistas, es donde encontramos todos los insectos.
- ¿Para acabar, que le dirías a alguien que quiere participar en el proyecto?
¡Que se anime! Que es un proyecto donde la ciudadanía es quien aporta los datos y así ayuda en la decisión de los cambios de su ciudad, ya que realmente, desde Parques y Jardines se utilizan estos datos para tomar decisiones en la gestión de las zonas verdes.
Además, es una manera de conocer la biodiversidad de Barcelona para mejorarla tanto a escala local como global.