“A a los jóvenes los sorprendió mucho saber que para cada lavadora que ponemos generamos 2.000 microfibras”

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02/11/2023 - 13:10 h

“Fes el canvi, Be Plastic Free” es un proyecto de ciencia ciudadana, subvencionado por el Ayuntamiento de Barcelona, de evaluación y concienciación social sobre la exposición humana a los compuestos químicos añadidos a los plásticos: los plastificantes. Han participado alumnos de 12 a 16 años de la Escuela Solc, la organización Cero Waste Bcn y el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). Hablamos con su directora, Ethel Eljarrat, responsable científica del proyecto con más de 30 años de experiencia en química ambiental.

  • El impacto del plástico y los plastificantes a nuestra salud es sorprendente. ¿Qué les llamó más la atención a los alumnos con quienes habéis colaborado?

Yo creo que lo que les llamó más la atención fue lo mismo que llama la atención en el resto de la sociedad: el impacto en nuestra salud que tiene la parte de la contaminación por plástico que no se ve, los plastificantes. Normalmente, cuando vemos las noticias que informan de la problemática de los plásticos, siempre se habla del trozo de plástico, del residuo, no de los compuestos químicos que van asociados a ellos y que se desprenden y nos contaminan.

También los sorprendió saber cuáles eran las fuentes de estos plastificantes, ya que del que más conscientes somos es del uso del plástico en los embalajes de los alimentos, por ejemplo, pero no en otros materiales como podrían ser los aparatos electrónicos o la ropa. ¡Nadie se imagina que vamos vestidos de plástico! Los sorprendió mucho descubrir que estamos expuestos a la contaminación por plastificantes de una forma continua y diaria porque estamos rodeados de plásticos.

  • ¿Cuáles son las principales vías de entrada de los plastificantes en nuestro cuerpo?

Básicamente, hay tres vías de exposición a los plásticos: ingesta, es decir lo que comemos; inhalación, por la vía respiratoria; y dérmica, a través de la piel. De éstas tres, el contacto dérmico es la que menos impacto tiene sobre nuestra salud.

Cuando comemos nos podemos contaminar porque el alimento ya está contaminado. Por ejemplo cuándo comemos pescado porque ingiere plástico y en comerlo nosotros, lo ingerimos con él. Por lo tanto, aquello que tiramos en el mar, de alguna manera nos devuelve. También nos podemos contaminar cuando comemos un alimento que se ha contaminado en el proceso de producción o debido a su embalaje. Por ejemplo, las manzanas que podemos comprar embaladas en plástico en el supermercado. ¡Para no hablar de cuándo calentamos comer preparado en los embalajes de plástico! El calor del microondas o del horno ayuda a que estos compuestos químicos se desprendan del plástico y se transfieran al alimento.

Con respecto a la contaminación por inhalación, podemos decir que es la más desconocida. En este caso es importante remarcar que siempre pensamos que el aire contaminado está fuera en la calle pero en el caso de la contaminación por plástico, el aire más contaminado lo encontramos en los espacios interiores. Por lo tanto, estamos en constante exposición a casa, en el trabajo, cuando cogemos un transporte… Estamos siempre rodeados de plásticos (ordenadores, móviles, mobiliario, asientos de metro o autobús…), que poco a poco van liberando estas sustancias que quedan retenidas al aire que respiramos o al polvo.

  • Estamos hablando y diferenciando entre plástico y plastificantes. ¿Cuál es cuál?

Para entender la diferencia entre uno y otro, tenemos que entender que los plásticos están formados básicamente por polímeros, que normalmente son derivados del petróleo. Pero estos polímeros, por sí solos, no tienen las propiedades necesarias para llegar a obtener un objeto como una bolsa de plástico, por ejemplo. Hay que añadirle otros componentes químicos, dentro de los cuales encontramos los plastificantes, que dan flexibilidad o dureza; los retardantes de llama, que retrasan la propagación del fuego en caso de incendio; los filtros solares, que retrasan la degradación por exposición solar; o los biocidas, que se ponen en los embalajes de productos alimenticios para que no crezcan microbios. Los plastificantes son los componentes químicos que se añaden en cantidades más elevadas al plástico y por eso hemos centrado la investigación.

Hoy día, se sabe que muchos de estos compuestos son perjudiciales a la salud pero, lamentablemente, se siguen utilizando. El caso más claro es el del Bisfenol A. Hace más de 50 años que se sabe que es muy tóxico y las legislaciones lo han ido prohibiendo pero muy poco a poco y sólo en el caso de los plásticos de uso alimenticio infantil. Como os he comentado antes, estamos constantemente expuestos en estos compuestos y por eso, para algunos de los compuestos se establecen unas dosis diarias de exposición máxima como límites de seguridad. Pues en el caso del Bisfenol A, recientemente y a raíz de los nuevos datos toxicológicos obtenidos, se ha rebajado este límite hasta un valor 400.000 veces menor. Eso significa que hasta ahora hemos sido expuestos a unos niveles de concentración que ahora sabemos que no son aconsejables.

  • En un espacio cerrado, por ejemplo, estamos rodeados de objetos de plástico (ordenadores, ratones, teléfonos, televisores…). ¿Cómo nos contamina y cómo lo podemos evitar?

Efectivamente, estamos rodeados de material plástico, incluso los materiales de construcción de nuestros edificios tienen plástico. Lo que pasa con estos materiales que nos rodean es que van liberando cantidades muy pequeñas de plastificantes al aire. Y aunque estamos hablando de concentraciones muy bajas, este tipo de compuestos pueden ser tóxicos incluso a estos niveles tan bajos. Se trata de una toxicidad crónica. Evidentemente, no nos pasará nada para utilizar una vez el móvil o para comer una manzana que estaba embalada en plástico, pero estar expuesto diariamente a esta pequeña cantidad puede hacer que al cabo de diez años se pueda desarrollar algún tipo de problema de salud.

Si hablamos de medidas para evitar este tipo de contaminación, la ventilación ayuda mucho. También existen filtros de aire, que se pusieron muy de moda a causa de la COVID-19 y que resultan muy eficaces en la reducción de partículas, donde encontramos los plastificantes, en el aire. Pero la solución ideal es cortar de cuajo y, por lo tanto, se trata de diseñar químicamente compuestos que puedan aportar las propiedades necesarias en los polímeros sin impactar en nuestra salud.

  • Otro ejemplo de fuente de contaminación por plastificantes que nos ha preocupado porque es muy popular y la utilizamos en diario es la ropa, especialmente la deportiva. ¿Qué materiales contiene y porque nos contamina?

No pondría el foco sólo en la ropa deportiva. Hoy en día, el 70% de la ropa que se fabrica está hecha de fibras sintéticas y, por lo tanto, de plástico. El material más utilizado es el poliéster, que no deja de ser un plástico. Lo que pasa con la ropa deportiva, es que tiene ciertos compuestos químicos como los compuestos perfluorats, que están diseñados para repeler el agua o las manchas, por ejemplo.

Vale a decir que en el caso de la ropa, la contaminación por plastificantes que nos llega por contacto dérmico es insignificante. El problema con la ropa es la gran cantidad de residuos textiles que generamos y que van a parar a nuestros ríos y mares, contaminan el ambiente y los alimentos que más tarde ingerimos.

Otro problema es la generación de microfibras o microplásticos. A a los jóvenes los sorprendió mucho saber que para cada lavadora que ponemos generamos 2.000 microfibras. Por lo tanto, la principal contaminación en este caso es la ambiental. Actualmente, hay algunas marcas de electrodoméstico que ponen filtros de fibras en las lavadoras y secadoras y eso ayuda a reducir el impacto.

  • ¿Cómo valoráis el hecho de que una subvención facilite la colaboración entre científicos y jóvenes?

Lo valoramos muy positivamente. Desde la parte científica se ha hecho muy buena trabajo, pero desde la parte de la escuela también. Desde el día en que nosotros les hicimos la primera charla, desde la escuela han trabajado mucho el tema para poder saber cómo están afectados por los plastificantes en su día a día.

El punto de partida fue evaluar la cantidad de estos aditivos plastificantes en que están expuestos sus cuerpos mediante el uso de una pulsera durante 24 horas y la toma de una muestra de orina. De esta manera, la incorporación de compuestos plastificantes inhalados e ingeridos se visibilizaba y se relacionaba con sus hábitos de vida diarios. El hecho de que recogieran muestras suyas ha hecho que el grado de implicación fuera muy grande.

Además, pudieron visitar nuestros laboratorios y pudieron conocer como trabajamos. Los alumnos se han implicado muchísimo en el proyecto y lo han presentado a otros alumnos de su escuela, en encuentros con otras escuelas y en ferias con participación de la gente de barrio, de manera que han entendido y han transmitido perfectamente cuál es la problemática y tienen muy claro que hay que minimizar el uso de los plásticos. Ha sido una experiencia muy positiva para las dos partes.

  • ¿Por qué la ciudadanía conozca éstos y otros casos, habéis editado la guía “Como evitar los plastificantes? Guía de los buenos hábitos para reducir el uso de plásticos”. ¿Dónde la podemos consultar?

Si, junto con los alumnos de la escuela Surco, hemos editado una guía que está pensada para poder explicar a toda la ciudadanía la problemática de los plastificantes de una manera sencilla y para todo el mundo. También contiene una lista de consejos muy fáciles de seguir con el fin de reducir nuestro uso de plásticos y evitar la contaminación por plastificantes en los diferentes ámbitos. Y en este sentido querría comentar una curiosidad: una de las recomendaciones que incloiem fue evitar el uso de purpurina ya que se trata de microplásticos. Y precisamente hace pocas semanas, la Unión Europea establecía un nuevo marco legal en que se prohíbe la venta de purpurinas. Podéis encontrar a la guía en formato digital en éste enlace.