Hacer comunidad, hacer barrio
Es tristemente habitual que los gobernantes de una ciudad quieran dejar “huella” de su mandato, y por ello muchas veces se han impulsado obras faraónicas, que han producido grandes beneficios a unos pocos, muchas deudas a las arcas públicas, y grandes desigualdades entre barrios. Sin embargo el principal reto que tiene Barcelona es reducir las desigualdades generadas por dinámicas globales que escapan a nuestro control (especulación de fondos de inversión con la vivienda, reformas laborales que precarizan, etc) y eso es imposible resolverlo con una única actuación “estrella” de la que poder presumir con inauguraciones pomposas. Al contrario, necesitamos una acción compleja, que haga incidencia en otras administraciones (por ejemplo para que el estado regule el precio de los alquileres o nos ceda la competencia para hacerlo nosotros) y distribuya los recursos disponibles por toda la ciudad. Menos edificios de arquitectos famosos, y más actuaciones a pequeña escala que lleguen a quienes más lo necesitan. Es dentro de esa estrategia que desde el inicio del mandato hemos impulsado el Plan de Barrios, un plan casi “quirúrgico” que empieza a producir grandes cambios. Queremos que la gente se sienta orgullosa del barrio en el que vive.
Queremos que los barrios no solo sean lugares donde dormir o trabajar, sino auténticas comunidades con calidad de vida. Por eso estamos inyectando dinero en proyectos en los barrios que precisamente hacen eso: reactivan la economía, estrechan relaciones, fomentan la cultura, crean comunidad. Por ejemplo gimnasios para que los adolescentes no tengan que pasar las tardes deambulando por la calle; acciones de apoyo al comercio de proximidad, a la creación de cooperativas, a la activación de polígonos industriales, así como planes específicos de empleo para jóvenes o desempleados de larga duración; orquestas infantiles que empoderen a niños y niñas a través de la música; talleres de costura para que mujeres y hombres de diferentes orígenes se junten a tejer… y un montón de pequeñas inversiones de ese tipo que son, sumadas, una enorme inversión: la de tejer relaciones, establecer vínculos, igualar desde abajo, juntar, unir, coser.
Además, la pertenencia a un barrio puede ser un gran antídoto a la polarización que vive hoy Catalunya. Hacer comunidad es lo contrario a pelearse por la identidad. La identificación empieza con la gente que tienes más cerca, con tus vecinos y vecinas, sean quienes sean, vengan de donde vengan. Menos luchas identitarias envueltas en banderas y más “hacer comunidad” es mi objetivo y mi gran reivindicación en estos tiempos de crisis y confrontación, no sólo en Catalunya, no sólo entre Catalunya y España, sino en todo el mundo. Es lo contrario a Trump, lo contrario al Bréxit y lo contrario a esa tendencia egoísta que gana terreno en el mundo. La tendencia de “primero yo, primero los míos, los otros son una amenaza”. El antídoto tiene que ser necesariamente la tendencia contraria, llamémosla “primero la comunidad, que nadie se quede atrás”. Ojalá Barcelona pueda convertirse en el modelo de esa segunda tendencia. Ojalá en Barcelona haya cada vez más fraternidad y más igualdad, valores profundamente republicanos pero poco practicados en general. Ojalá Barcelona sea, además de esa gran ciudad que es, una gran comunidad de iguales que se ayudan y que se saben más fuertes cuando están juntos/as pese a sus diferencias. Que esas diferencias nos enriquezcan en vez de dividirnos.
Os dejo un video precioso. Es parte de la campaña para explicar el Plan de Barrios. Ver a gente de la Trini orgullosa de su barrio hace que me sienta esperanzada y orgullosa de esta ciudad.
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Este blog recoge ideas, pensamientos y reflexiones sobre mi día a día como alcaldesa de Barcelona.
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