No tenemos miedo
A las pocas horas del horrible atentado perpetrado el jueves en Barcelona, las Ramblas volvieron a llenarse de gente y de vida, la mejor forma de plantarle cara a la barbarie, a los miserables que sembraron de terror y muerte una de las calles más emblemáticas y queridas de esta ciudad.
A pocos metros, en una Plaça Catalunya llena a rebosar, resonó el grito de “No Tengo Miedo”, un antídoto a la rabia y la impotencia que todos sentíamos al pensar en las 13 vidas arrebatadas de la forma más cruel y aleatoria, en las decenas de heridos, y en el profundo dolor de sus seres queridos, a los que la ciudad entera quiere acompañar.
El lema surgió de forma espontánea y se fue contagiando de unos a otros hasta que más de 100.000 personas lo hicieron suyo y lo corearon a la vez.
Es un grito de empoderamiento y de orgullo. Si algo caracteriza a esta ciudad es que es valiente, orgullosa y se hace fuerte en la adversidad.
A muchos nos recordó a esa Barcelona que llenó las calles durante la Guerra del Golfo con el grito de “No a la Guerra”. Es la misma Barcelona la que ahora le dice al mundo que no tiene miedo, y que el fanatismo ciego de unos pocos (y la infinita crueldad de quienes deshumanizan adolescentes y los convierten en asesinos) no va a poder con nosotros.
Estamos pasando días muy duros. Es normal que sintamos rabia, enfado, desconcierto, dolor. Es importante que compartamos esos sentimientos.
Escucho y leo muchos comentarios que dicen “pues yo sí tengo miedo”.
Me parece sincero y muy sano reconocer y compartir ese miedo, porque esa es la única forma de combatirlo.
Cuando sintamos miedo, recordemos cómo esta ciudad se ha volcado en los momentos más duros para ayudarnos los unos a los otros: cómo los vecinos ofrecieron sus casas a quienes las necesitaban. Cómo los comercios de las Ramblas abrieron sus puertas para proteger a la gente que huía del horror. Cómo en las horas siguientes al atentado cientos de personas se acercaron a los hospitales para donar sangre, o se ofrecieron como traductores, o llevaron agua y comida a los conductores atascados en las rondas por los controles policiales. Recordemos cómo los taxistas ofrecieron sus coches y los trabajadores del aeropuerto suspendieron su huelga. Pensemos en los equipos de seguridad y emergencias, que lo dieron todo no sólo de la forma más profesional sino también más humana.
Pensemos en la cantidad de personas que hacen cola en el Ayuntamiento para firmar el libro de condolencias en solidaridad con las víctimas, y en los miles de mensajes de apoyo y solidaridad que nos han llegado de todo el mundo, incluso de niños que malviven en campos de refugiados en Grecia, a los que han llegado huyendo del mismo terror que golpeó el jueves nuestra ciudad.
Pensemos también en las comunidades musulmanas que se apresuraron a condenar esta atrocidad de la forma más enérgica, y recordemos que ellos también tienen miedo: miedo a que algunos aprovechen para señalarles y culparles miserablemente de un terror del que ellos son, también, víctimas.
Estos días hemos vuelto a demostrar que la fuerza de Barcelona es su gente, la que vive y la que ama la ciudad, y que cuando hace falta vamos todos a una, porque por encima de nuestras diferencias prevalece el sentimiento de que compartimos una ciudad preciosa, abierta, diversa, acogedora, valiente y solidaria.
Contra el miedo, recordemos siempre que somos mayoría quienes defendemos la paz. Que no estamos solos/as.
Eso quisieran ellos, los fanáticos y quienes los fanatizan, porque la soledad debilita y el miedo paraliza.
Estos días sigamos llenando las calles para mandarles un mensaje alto y claro: los que están solos, los cobardes, son ellos.
Y el sábado 26 seremos muchos, muchísimos, los que iremos a la gran manifestación que encabezará la ciudadanía al grito de #NoTincPor
Sobre el blog
Este blog recoge ideas, pensamientos y reflexiones sobre mi día a día como alcaldesa de Barcelona.
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