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Presentación de la Estrategia de Alimentación Sostenible y Saludable Barcelona 2030

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Discurso del día 28/11/2022

"Queremos y podemos estar entre las ciudades que lideren el cambio de un modelo del sistema alimentario industrial y globalizado que hoy enferma a las personas y el planeta."

 

 

Muy buenos días a todos y todas:

 

Es evidente, pero a veces es necesario recordarlo porque quizás no ha estado lo suficientemente presente en la agenda pública y política de la ciudad y del país, que la comida es un elemento central que llena de vida la ciudad: nuestra cocina, reconocida internacionalmente, y que recientemente ha obtenido un amplio reconocimiento con nuevas estrellas Michelin, los 39 mercados de la ciudad, los comercios de barrio, los comedores de todas y cada una de las escuelas, de todos y cada uno de nuestros barrios, las ferias, las fiestas, los campesinos y el territorio que nos alimenta.

 

La comida es esfuerzo, es celebración, es salud y es economía, es trabajo y es sostenibilidad. Por eso es tan importante. Porque la comida es vida, y somos lo que comemos.

 

Sin embargo, una cosa es la comida y otra es el sistema alimentario tal y como está organizado. Hoy en día tenemos un sistema alimentario industrial y globalizado que genera enormes problemas, tanto locales como globales. Entre esos problemas podríamos destacar que a día de hoy, cuando la emergencia climática está tan presente en nuestras vidas, se habla a menudo de la contaminación de los combustibles fósiles, como grandes responsables de esta emergencia climática, y es cierto que tienen una gran responsabilidad, pero todavía se habla demasiado poco de que el sistema alimentario, tal y como está organizado, es responsable de hasta un tercio de las emisiones de efecto invernadero.

 

También tenemos que denunciar que los campesinos van desapareciendo porque a duras penas pueden vivir dignamente, por los precios ridículos que se pagan por un trabajo tan esencial e imprescindible.

 

También podemos decir del actual sistema que provoca una alimentación inadecuada para una importante parte de la población, y que eso genera grandes costes para la salud de las personas y del planeta.

 

Y, desgraciadamente, una parte de la población no tiene recursos para poder alimentarse de forma ni adecuada ni suficiente. A la vez que este mismo sistema desperdicia y tira toneladas y toneladas de comida cada día.

 

Ante este desastre, porque no se me ocurre otra forma de describirlo, ante este sistema que no funciona y que tiene que cambiarse lo antes posible, las ciudades no tenemos la culpa de todas las consecuencias, pero tenemos todas las incumbencias y tenemos que tener un papel relevante. Porque lo tenemos a la hora de mantener este sistema que no funciona y que genera tantos desastres y tantos problemas.

 

Hoy en día, la mitad de la población mundial vive en las grandes ciudades, una proporción que va creciendo, y las grandes ciudades consumen el 70 % de los alimentos. Somos centros principales de consumo y de comercialización. Por lo tanto, formamos parte claramente del problema.

 

Durante estas décadas también ha habido la tendencia de que las ciudades vivieran de espaldas al territorio, de espaldas al mundo rural. Y eso es una cosa que tiene que cambiar radicalmente hacia un modelo de corresponsabilidad y cooperación entre la ciudad y los territorios.

 

Por eso, no es casualidad que cada vez más ciudades, no solo Barcelona, nos impliquemos en promover una alimentación sostenible con dietas suficientes, justas y saludables para toda la población.

 

Porque la alimentación es una necesidad y es un placer, es el sistema económico el que provoca estos efectos perversos, en beneficio de unos pocos y en perjuicio de la mayoría.

 

La ganadería superindustrial, tan alejada de la ganadería extensiva o las pequeñas explotaciones vinculadas al territorio, como las macrogranjas, que vemos con preocupación que no se estén limitando y no paren de crecer. Con mucha preocupación vimos la aterradora noticia de macrogranjas en China que se hacían en rascacielos dentro de la ciudad. Rascacielos de hasta 20 pisos donde estarían encerrados miles y miles de animales. Realmente, eso es no aprender nada de lo que nos está pasando, ya que eso generará más desórdenes, más enfermedades, más virus nuevos que generarán nuevas pandemias. Aparte de la vulneración de los animales que eso también supone.

 

O modelos agrícolas industriales de monocultivos basados en grandes cantidades de fertilizantes importados, que ahora no llegan por el precio de la energía o por la guerra de Ucrania, o con riegos intensivos, que no son viables con las sequías que nos afectan de forma creciente. Y aquí en Cataluña todos conocemos la mala situación de los embalses.

 

La pérdida de los campesinos locales, que van desapareciendo por las malas condiciones económicas y la falta de reconocimiento a su actividad.

 

Solo con estas pinceladas queda patente que es necesario darle la vuelta al sistema radicalmente.

 

En momentos de crisis y encarecimiento de la vida como el actual, alguien puede cuestionar ¿es ahora el momento de hacerlo?

 

Pues nosotros, conscientes y comprometidos con estas ideas, ahora hace dos años nos encontramos en este mismo Saló de Cent para anunciar que en el año 2021 Barcelona sería la Capital Mundial de la Alimentación Sostenible, en el marco del Pacto de Milán, que hemos firmado decenas de ciudades.

 

No queríamos que aquello fuera una cuestión simplemente estética, de una capitalidad mundial donde se hacen unas jornadas y un grupo de alcaldes nos reunimos un par de días y hablamos del tema de la alimentación. Dijimos que era una oportunidad que no queríamos desperdiciar para impulsar con fuerza un nuevo modelo de alimentación para el conjunto de la ciudad y el sistema con el que la ciudad interactúa. 

 

Ya en los años anteriores Barcelona estaba dando pasos para situar esta cuestión como una prioridad en la agenda municipal. Y el tejido social más comprometido ya hacía mucho más, sabéis que las administraciones siempre vamos por detrás de la ciudadanía, pues en Barcelona ya hacía mucho tiempo que se impulsaban proyectos y debates para avanzar hacia una soberanía alimentaria, la alimentación sostenible y la agroecología.

 

En ese momento expresamos el compromiso de que la capitalidad marcaría un antes y un después. Que no fuera solo un programa o un gran acontecimiento más, sino que impulsara cambios reales.

 

Proponíamos un proyecto ambicioso a escala de ciudad y de área metropolitana, que fuera más allá de la celebración del Foro Mundial del Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán y que actuara de palanca de cambio para la transformación del modelo alimentario.

 

Y queríamos hechos, a pesar de las pocas competencias que tenemos las ciudades en este tema. Y, modestamente, creo que podemos afirmar que estamos avanzando:

  • Hemos contribuido a generar un gran debate sobre el papel de la alimentación en aspectos clave para el presente y para el futuro, y la ciudadanía es cada día más consciente de ello y está más y mejor informada. Hemos contribuido a que la alimentación pueda formar parte del centro del debate social y político.

  • Pero no hemos hecho solo sensibilización y hemos puesto el tema en la agenda, ni mucho menos. Hemos puesto en marcha proyectos concretos y políticas de alimentación sostenible transformadoras. Por ejemplo, dejadme destacar: 

  • Comercios verdes en los mercados, que además acaba de ser reconocida en el foro internacional de ciudades en Río de Janeiro.  

    • Comedores más sanos y sostenibles en las escuelas de primaria.

    • El Biomarket o el Foodbak en Mercabarna.

    • La instrucción de compra pública alimentaria que aprobaremos la próxima semana. 

    • El proyecto piloto de Terra Pagesa.

    • Los más de 70 proyectos financiados que desarrolláis las entidades y empresas.

Y tantos y tantos otros proyectos, algunos de los cuales hoy tendrán su momento.

 

Y quiero aprovechar para hacer un apunte más: todo eso lo hemos hecho a la vez que potenciamos Barcelona como una capital gastronómica de prestigio internacional absolutamente indiscutible. Es más, yo creo que esta estrategia que apuesta por la sostenibilidad y la salud ayuda a dar prestigio a nuestra ciudad, lejos de ser contradictorio.

 

Creo que podríamos decir que la reciente concesión de las estrellas Michelin la semana pasada es una nueva confirmación del impulso y la potencia que está teniendo la ciudad de Barcelona. Fuimos la ciudad de toda España con más estrellas, y no queremos limitarnos solo a las estrellas. Son un indicador de que todo el tejido gastronómico de la ciudad es de grandísima calidad y excelencia. 

 

Por lo tanto, gastronomía de alto nivel, disfrutar de la alimentación y que la alimentación sea sostenible y saludable no solo son compatibles, son grandes e imprescindibles aliados en el camino para transformar el sistema alimentario, como sin duda nos explicará más tarde la chef Carme Ruscalleda.

 

Hay quien está empeñado en propagar un discurso injusto y profundamente falso sobre la decadencia de Barcelona. Lo cierto es que estamos en un buen momento, a pesar de las crisis e incertidumbres que nos toca afrontar, también en el ámbito de la gastronomía.

 

Y hoy damos un paso más. O más bien podríamos decir que damos un salto. Hoy presentamos una estrategia de ciudad para avanzar, de forma conjunta, hacia el modelo saludable, justo y sostenible que queremos, con la mirada puesta en el 2030.

 

Quiero dar mi agradecimiento al comisionado de Economía Social, Desarrollo Local y Política Alimentaria y su equipo y al resto de áreas implicadas (Comercio, Mercados, Salud, Educación, Ecología, Derechos Sociales...), porque es un proyecto transversal en todo el Ayuntamiento.

 

Agradecimiento especial a Álvaro Porro, el comisionado, una persona muy discreta, que nunca reclamará reconocimientos públicos, pero que ha tenido una enorme habilidad, no solo para situar el tema, sino para tejer confianzas y complicidades, a la interna y a la externa. Y es en buena parte gracias al buen trabajo y a la buena forma de hacerlo que hoy estamos aquí. Así que muchas gracias, Álvaro Porro.

 

Y, por descontado, gracias al conjunto del tejido asociativo y económico implicado. El despliegue de la capitalidad y la estrategia de ciudad que hoy presentamos no habría sido posible sin la complicidad y el tejido de alianzas de todas vosotras, que sois las verdaderas protagonistas de esta transformación alimentaria: las familias, los campesinos, el comercio, los mercados, la restauración, el mundo educativo y cultural, el mundo científico, las empresas, las cooperativas, las entidades de barrio...

 

Esta no es la estrategia del Ayuntamiento, es la estrategia de la ciudad de Barcelona, y la haremos posible entre todas.

 

El acuerdo y la unión de fuerzas son algunos de los resultados más valiosos de la estrategia, y por eso hemos hecho el Acuerdo de ciudad para la Estrategia de alimentación saludable y sostenible Barcelona 2030, que nos dota de un espacio compartido entre el gobierno de la ciudad y la sociedad civil para seguir avanzando en la acción conjunta.

 

Aprovecho para agradecer de forma muy destacada al resto de grupos municipales de la oposición que de forma bastante mayoritaria hayan participado del proceso de la estrategia y hayan dado apoyo a la creación de este acuerdo de ciudad. La necesaria transformación del sistema alimentario es algo que no es patrimonio de nadie, sino que es una necesidad colectiva y, por lo tanto, un proyecto de ciudad más allá de gobiernos y de partidos políticos.

 

Y, por lo tanto, aprovechamos esta presentación tan colectiva y tan amplia para invitar a todos los que aún no lo hayan hecho a que se adhieran, a que se sumen, que siempre estaremos a tiempo, y cuantos más seamos, más éxitos conseguiremos.

 

Porque la transformación del modelo alimentario, que siempre ha sido un reto, hoy ya no es una opción, es una auténtica emergencia.

 

Las ciudades del Pacto de Milán y las instituciones, entidades y organizaciones comprometidas con la salud y con el planeta hace tiempo que advertimos del impacto que tiene el actual modelo en el cambio climático.

 

Haber sido Capital Mundial de la Alimentación Sostenible 2021 nos ha dado la oportunidad de que Barcelona sea cada vez más parte de la solución y no del problema, la aprovechamos y queremos seguir aprovechándola.

 

Y ahora ya tenemos una estrategia que cuenta con lo más importante:  el apoyo en cuál es el modelo de alimentación que queremos, el conocimiento de cuáles son las acciones que es necesario impulsar y cómo hacerlo y la voluntad de hacerlo entre todos los que hoy estamos aquí, y todavía muchos más. Y, evidentemente, implicando al máximo de administraciones al más alto nivel que tienen mayores competencias, no solo la Generalitat y el Estado, sino también la Unión Europea.

 

Nosotros, en todo caso, lo tenemos muy claro: queremos y podemos estar entre las ciudades que lideren el cambio de un modelo del sistema alimentario industrial y globalizado que hoy enferma a las personas y el planeta.

 

Queremos dejar un sistema alimentario saludable, justo y sostenible a nuestros hijos e hijas y que no deje absolutamente a nadie excluido. 

 

Muchas gracias por vuestro trabajo, y seguimos.

 

Gracias.

 

VÍDEO del acto

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