Barcelona en posguerra 1939-1945
Enseñanza
Históricamente, la Enseñanza había sido uno de los emblemas de la gestión municipal y, a partir de 1939, lo continuó siendo, pero en unas circunstancias radicalmente diferentes y contrarias al espíritu pedagógico y educativo que había marcado a los equipos gestores de antes de la guerra.
El año 1940, el Ayuntamiento era el responsable de la educación infantil; de las escuelas especiales, con la construcción de la escuela 26 de Enero y la recuperación de la Escuela Vilajoana; de las escuelas al aire libre y de las escuelas de educación complementaria para adultos, tanto las de artes y oficios, como las de formación doméstica, que formaba a las chicas en aquellas tareas imprescindibles para mantener «la vocación femenina para las diversas labores del decorado del hogar, encajes de bolillos, bordado, ganchillo, etc. harto decaídas en la actualidad». A pesar de la propaganda oficial, la falta de recursos económicos y las prioridades de la política cultural municipal dificultaban las actividades escolares de estas instituciones.
Por otra parte, la escuela primaria, después de la depuración sistemática de sus profesionales y el readoctrinamiento obligatorio de los Cursos de Orientación del Magisterio, se convirtió en un instrumento imprescindible de la dictadura para intentar introducir políticas de españolización y propaganda franquista en los primeros años de la educación de los niños y niñas de la ciudad.
Libreta de un alumno del Grupo Escolar Baixeras
Jordi Carbonell, Entre l’amor i la lluita. Memòries. Barcelona: Proa, 2010, p. 37
Detalle de una libreta de un alumno del Grupo Escolar Baixeras
«… Con el amigo Sallent, que estudia libre Magisterio además de Letras, hemos ido a la Normal, a la Rambla Cataluña, a informarnos. A parte del aspecto de los interiores de aquella casa, hay la insistencia en el Movimiento. “La enseñanza es milicia” o “El maestro es un soldado de España”. […] Nos ha recibido una señora corpulenta que desayunaba en su despacho, con un diario como mantel por el sandwitch que se comía y que ha continuado comiendo. Se ve que era urgente. Para empezar nos ha dicho una frase confraternizadora como “pasen, pollos, y digan de qué se trata”, o algo por el estilo. Lo que es seguro es que ha dicho “pollos”. Nos ha advertido que a parte de estudiar mucho, por mucho que nos convalidaran “clases”, decía, y que además “seamos catalanes” -ella también- “debemos ser ante todo muy españoles”. No sé si ha dicho “pero que muy”. Ya veo que no seré maestro con título”.»
Joan Triadú, Dies de memòria, 1938-1940. Diari d’un mestre adolescent. Barcelona: Proa, 2001, p. 176
Portada de la memoria publicada con motivo de la inauguración de la escuela de educación especial
Enric Vila Casas y Paco Candel, Memòries d’un burgès i d’un proletari. De la República al 23-F (1931-1982). Barcelona: Columna, 1996, p. 100-101