Semana Trágica
La represión y el retorno de la liturgia
Inmediatamente después de aplastada la revuelta, empezó la represión. Las organizaciones republicanas, obreras y librepensadoras fueron prácticamente desmanteladas. Muchos de sus líderes fueron detenidos y procesados, y se cerraron sus diarios, locales, escuelas y centros de reunión. El nuevo gobernador, Crespo Azorín, ordenó doscientos destierros y más de dos mil personas tuvieron que exiliarse.
En un ambiente marcado por el sentimiento de venganza, algunos diarios conservadores pusieron en marcha una campaña de delación a gran escala y, en pocos días, los centros penitenciarios estaban desbordados de presos.
Los militares procesaron a 1725 individuos por su presunta participación en los hechos, y los tribunales dictaron cincuenta y nueve condenas a cadena perpetua y diecisiete condenas a muerte, de las cuales sólo cinco fueron finalmente ejecutadas.
Entre mediados de agosto y principios de octubre, fueron fusilados en Montjuïc Josep Miquel Baró, miembro del Partit Republicà Nacionalista Català y jefe de la rebelión en el barrio de San Andrés; Eugenio del Hoyo, guardia de seguridad que se unió a los insurrectos; Antoni Malet, acusado de atacar una iglesia en San Adrián del Besós y de enfrentarse a las fuerzas del orden; y Ramón Clemente García, un carbonero perturbado que bailó con algunas momias desenterradas del convento de las Jerónimas.
Hacía falta, sin embargo, encontrar un responsable máximo. Y finalmente el cabeza de turco fue Francisco Ferrer y Guardia, pensador anarquista y fundador de la Escuela Moderna. Después de un juicio militar marcado por las irregularidades y sin pruebas concluyentes, Ferrer fue declarado autor y jefe de la rebelión. El día 13 de octubre fue fusilado por un pelotón de ejecución en el Castillo de Montjuïc. Antes de caer fulminado gritó: «¡Soy inocente, viva la Escuela Moderna!».
En París, Roma, Londres, Bruselas, y en muchas capitales latinoamericanas se registraron protestas multitudinarias. El clamor popular impugnaba «la España inquisitorial» y pocos días después, presionado por la opinión pública, el rey Alfonso XIII acabaría cesando al presidente del gobierno, Antonio Maura.
Días después de los incendios se retomaba el culto católico en muchas de las maltrechas iglesias de la ciudad. Las autoridades eclesiásticas publicaron cartas pastorales que negaban el origen social de la revuelta, identificando la revolución con el demonio. Paralelamente se iniciaban, por parte de los arquitectos del obispado de Barcelona, los estudios técnicos para determinar la gravedad de los daños en los edificios atacados, primer paso para comenzar la reconstrucción de los templos, que en algunos casos duraría algunos años.
Tropas del ejército toman posiciones en el Paseo de Colón. F. Ballell (AFB)
Un detenido es conducido por las fuerzas del orden. F. Ballell (AFB)
Informe médico de los heridos ingresados en el antiguo Hospital de la Santa Cruz
Protección de un mercado, a cargo de soldados y guardias municipales
Patrulla de soldados haciendo guardia ante la puerta de los Escolapios. Arxiu Ramon Pla. Cercle Cartòfil de Catalunya
Presos encerrados en el Castillo de Montjuïc. Nuevo Mundo, 19 d’agost de 1909. (AHCB)
Y Maura, el endiosado mallorquín que alguna vez dijera estar dispuesto a realizar la revolución desde arriba, dio satisfacción cumplida al coro de pillastres de su misma calaña, hasta dejarles satisfechos.
(…) Lo que no se explica ni se concibe es que la persecución se realizase casi en masa contra la clase trabajadora, llenando el castillo de Montjuich, la cárcel vieja y la llamada Modelo de hombres y mujeres en número de un millar, sin otra causa que la cobarde delación en unos, el afán de hacer méritos de otros, y el general espíritu de venganza que alienta a la burguesía catalana y a sus representantes.
Además fueron clausuradas todas las escuelas racionalistas, los Centros y locales de sociedades obreras y los casinos políticos republicanos, y suspendidas en su funcionamiento todas aquellas entidades que no llevasen un sello abiertamente reaccionario o clerical. La ciudad quedó convertida, durante el mando del funesto gobernador Crespo Azorín, en una especie de inmenso convento, sin ley, sin derechos de los ciudadanos, sin ninguna de las condiciones de vida de los pueblos modernos”.
Clemente, Malet, Del Hoyo y Baró, condenados a muerte y fusilados en el Castillo de Montjuïc. AGA
¿El corazón no os dice nada, ahora, mientras están fusilando a gente en Montjuïc sólo porque en ella se manifestó con más claridad este mal que es el de todos nosotros? ¿El corazón no os dice que vayáis a pedir perdón, de rodillas si es preciso, y los más ofendidos los primeros, por estos hermanos nuestros en desamor que querían derruir por odio esta misma ciudad que nosotros les dejamos abandonada por egoísmo? Estamos en paz, pues. ¿Y ellos deben pagar la pena sólo porque su acción cae dentro de un código; mientras que nuestra inacción es tan baja que ya no puede caer en ninguna parte? Id a pedir perdón por ellos a la justicia humana, que será pedirlo por vosotros mismos a la divina, ante la cual sois posiblemente más culpables que ellos.
Cómo podéis permanecer así de tranquilos en vuestra casa y en vuestras ocupaciones sabiendo que un día, al sol de la mañana, en lo alto de Montjuïc, sacarán del castillo a un hombre atado, y lo harán pasar ante el cielo y el mundo y el mar, y el puerto que trafica y la ciudad que se levanta indiferente y poco a poco, muy poco a poco, para que no tenga que esperar, lo llevarán a un rincón del foso, y allí cuando sea la hora, aquel hombre, aquella obra magna de Dios en cuerpo y alma, vivo, con todas sus capacidades y sentidos, con este mismo afán de vida que tenéis vosotros se arrodillará de cara al muro, y le meterán cuatro tiros en la cabeza, y él dará un salto y caerá muerto como un conejo... él, que era un hombre tan hombre como vosotros... ¡acaso más que vosotros!
¿Cómo podéis permanecer en vuestra casa, y sentaros en la mesa rodeados de hijos y meteros en la cama con la mujer, y atender vuestros negocios, y que esta visión no se os aparezca y no se os atragante el bocado de pan en la garganta, y no se os hiele el beso en los labios y no os impida ocuparos de otra cosa que no sea ésta?
¿Y esto no os despertará el amor? ¿Encima me preguntaréis cuál puede ser su objeto, ahora? ¿Pues qué otro que éste? ¿Cómo podéis pensar en cualquier otra cosa, en estos momentos? ¿Ni cómo habéis podido dejar pasar tanto tiempo? ¡Y, mientras, ya han muerto así tres hombres, y los que esperan...!
¿No sentís fraternidad hacia estos infelices? No queráis saber qué han hecho: mirad sólo en el fondo de sus ojos: ¡fijaos! Sois vosotros mismos: un hombre como vosotros; con ello basta: capaz de todo vuestro bien y de todo vuestro mal: como vosotros del suyo. A este hombre, yo no digo que se le deje marchar y se le abandone y se le devuelva libre a su odio y a sus fechorías; no, a él, como a nosotros, nos conviene estar presos de una forma u otra, y enderezados aunque sea a golpes de mazo, y amasados todos juntos de nuevo en el amor de la ciudad nueva, aunque sea con gran sufrimiento suyo y nuestro, mientras lo suframos juntos; pero, en vez de eso, ¿matarlo, matarlo fríamente mediante un trámite señalado y a una hora fija, como si la justicia humana fuera algo seguro, infalible, definitivo como la muerte que confiere? ¿Qué os parece?
Si hubieseis matado a este hombre batiéndoos como leones contra él al pie de una barricada o en la puerta de una iglesia, yo no podría haceros ningún reproche, porque en tal combate habríais demostrado vuestro amor hacia algo, exponiendo vuestra vida por vuestro ideal; y por el amor de un ideal y su valentía podemos ser absueltos de muchas cosas. Pero ahora, ¿quién os absuelve? ¿Dónde está vuestro ideal, vuestro amor y vuestro sacrificio? ¿Dónde habéis demostrado vuestro valor? Pues no queráis ser cobardes dos veces. Si entonces vuestro valor debía estar en las armas y no lo tuvisteis, tenedlo al menos ahora en el perdón, ahora es el momento preciso.
Y ya lo veréis: las vidas que habréis salvado os parecerán obra vuestra; y a estos hombres que habréis arrancado de las puertas de la muerte, los amaréis como a hijos; y ya no los perderéis nunca más de vista; y allí donde estéis os preocuparéis por ellos y por sus semejantes, y vuestro amor les obligará al amor; y sólo por esta obra de perdón con la que empezaréis, Barcelona comenzará a ser una ciudad. Porque los que vendrán de fuera y se enteren no dirán –¡que no puedan decir!–: “Éste y aquél fueron salvados y redimidos por éstos o aquéllos, los blancos, los negros o los rojos”; sino que deberán decir: “Barcelona ha pedido y obtenido el perdón de sus condenados a muerte”. Y aunque después haya bombas, Barcelona ya no podrá ser llamada la “ciudad de las bombas”; sino que el renombre os vendrá de otra cosa que es más fuerte que todas las bombas juntas y que todos los odios y que toda la maldad humana: el renombre os vendrá del amor, y Barcelona será llamada: «la ciudad del perdón», y desde ese mismo instante empezará a ser una ciudad.
Empecemos, pues: al Rey que puede perdonar, a sus Ministros que pueden aconsejarle el perdón, a los jueces que pueden atemperar la justicia con la piedad: ¡Perdón para los condenados a muerte de Barcelona! ¡Caridad para todos! Y sería hermoso que empezasen los más ofendidos.»
Bando del 17 de agosto en que el capitán general declara la suspensión del estado de guerra
Tropas vigilando Montjuïc el día del fusilamiento de Ferrer y Guardia. F. Ballell (AFB)
Rey muy cristiano que para un pueblo caballeroso simboliza la generosidad y la omnipotencia no rechazad la humilde y ardiente súplica de la hija de Ferrer ¡Oh Rey! Que como Dios mismo podéis disponer de la vida o muerte disipad por un arranque de vuestro noble corazón la amargura de mi alma y escuchad la humilde y ardiente súplica de la hija de Ferrer!
Paz Ferrer”.
Ficha policial de Francisco Ferrer y Guardia. Archivo ABC
Francisco Ferrer y Guardia fue fusilado en Montjuïc el 13 de octubre de 1909. Fundazione Corriere della Sera
Manifestación en París en protesta por el fusilamiento de Ferrer y Guardia. Nuevo Mundo, 19 d’agost de 1909. (AHCB)
La primera manifestación de automóviles que se organizó en París, recorriendo varias calles y plazas, hasta llegar a la Embajada Española, fue costeada particularmente por Charles Malato del que partió también la iniciativa, y se buscaron con gran insistencia a varios diputados socialistas y miembros influyentes de la Liga de los Derechos del Hombre, para que ocuparan los automóviles, con objeto de que luego al ser detenidos por la Policía, la prensa se ocupara de ellos”.
Primer aniversario del fusilamiento de Francisco Ferrer y Guardia
Grupo de indultados de la Fraternidad Republicana en 1910
Aleluya publicada en el semanario satírico ¡Cu-Cut!, el 28 de julio de 1910
Manifestación femenina anticlerical celebrada en Barcelona el 10 de julio de 1910. Blanco y Negro, 17 de juliol de 1910
Caricatura aparecida en La Campana de Gràcia el 16 de julio de 1910. AHCB
¡Cómo te quitaría, yo, del calendario!
Primera celebración eucarística en los Salesianos después de los incendios. F. Ballell (AFB)
El Obispo Laguarda bendiciendo la nueva iglesia del Carmen, en 1913. F. Ballell (AFB)
Lo dicen sus propósitos: sustraer al hombre completamente de la autoridad soberana de Dios, y para ello minar el edificio de la Iglesia Católica, llegar hasta sus fundamentos, hasta sus raíces; y allí destruirlo todo sin fundamentos, hasta sus raíces; y allí destruirlo todo sin piedad, para que la reconstrucción de la obra de Cristo sea de todo punto imposible. (...) La Revolución quiere matar la Parroquia sociedad, destruyendo la Parroquia templo. ¡Empeño vano! La Iglesia supo vivir y prosperar, reuniendo a sus fieles en las cuevas y cementerios: no saldrán, pues, nunca con la suya los malvados sectarios (...).
Amados Hermanos e Hijos, y especialmente cuantos gemís todavía por las desgracias sufridas, o recordáis con pena aquellos días de verdadera angustia, todos dejemos caer sobre los que nos han perseguido, y nos han ultrajado, y nos han vejado tan sañudamente, palabras de perdón y de amor. ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que se hacen!”.
Recibo de la suscripción abierta en favor de los edificios religiosos destruidos
Reconstrucción del convento de las Jerónimas
Antonio Gaudí guía la visita del nuncio vaticano a la Sagrada Familia, en 1915. Arxiu Reial Càtedra Gaudí
Ángel de la catedral, en 1910.F. Ballell (AFB)
Alegraos de vuestra dignidad superior a la de los ángeles. Los ángeles tienen una vida inmaculada, superior a la nuestra, sus sentimientos son de un amor inefable; pero su amor no puede revestirse como el nuestro de la sublimidad de la persecución que afina, como oro puro, nuestra voluntad y nos eleva a una dignidad parecida a la del Verbo eterno, cuando, revestido de carne, no dudó en sufrir la pasión y la muerte en honor a la Verdad. Ser perseguido por la verdad, sufrir antes que desamparar a la verdad, querer más a la verdad que a la vida, es cosa de seres superiores, es algo que sólo pueden practicar aquellos que están unidos al Dios hecho hombre por los vínculos de la gracia.Por ello Nosotros enviamos nuestra enhorabuena a los que en la última persecución han sido sacados de sus casas, perseguidos, insultados, calumniados, robados, con sus iglesias y conventos quemados y destruidos y han tenido que ir de puerta en puerta buscando acogida y ser alimentados por la caridad de otros cristianos. Han participado de un modo eminente del martirio por Jesucristo y han dado un buen testimonio de su fe.»