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Visita al MNAC

10 Enero | 2015

El día 10 de enero de este 2015 recién estrenado, miembros de la Asociación Consell de Cent hemos hecho una preciosa visita a una parte de la colección de arte modernista del MNAC. El guía de la visita nos explica que el Museo ha reorganizado sus espacios y la forma de presentación de las colecciones, de forma que no sea ya una presentación clásica, estrictamente cronológica, sino que las obras estén agrupadas según otros criterios, para conseguir un impacto más emocional del recorrido.
Las obras del periodo 1880-1940, aproximadamente, han sido distribuidas en 4 itinerarios, de los cuales, en este momento, se puede visitar el primero, que es el que veremos. Es el que hace referencia al inicio del modernismo y su desarrollo en varios aspectos: pintura, sobre todo, pero también escultura, mobiliario y decoración.
Y efectivamente, la visita empieza a partir de la sala en que se encuentra la Vicaria (1870), obra muy representativa de un clasicismo que ya tiene los días contados. La generación siguiente, la de Rusiñol y Casas, entre otras, buscará otros horizontes, otras influencias. Cambiará de mentalidad, saldrá de los talleres y los interiores, concebirá el arte como una forma de rotura y de rebeldía, y, ante la estrechez de horizontes de Barcelona, marchará a Paris, donde descubrirá otras formas de dibujar y de pintar, los carteles de Toulouse-Lautrec, el ambiente bohemio de Montmartre o el poder de lo ausenta, entre tantas otras cosas.
El guía inicia su relato a partir de una curiosa pintura, en la que un grupo de burgueses contempla las obras expuestas en la vitrina de una galería de arte, que contiene también grabados y fotografías. Es el momento en que la burguesía empieza a querer diferenciarse por el consumo del arte y el coleccionismo. Vemos después la influencia del japonismo, con la llegada de las estampas de paisajes naturales o de las elegantes japonesas rodeadas de flores. Es el descubrimiento del arabesco, de los contornos en negro, que tendrán su traducción catalana en los carteles de la época. Y después ya Paris, el Moulin de la Galette, Montmartre, le Chat Noir. Y después todavía, su réplica barcelonesa, los Cuatro Gatos, con los plafones tan conocidos de Casas –los del MNAC son los originales. Todo un *compendi de nuestra historia de ahora hace poco más de un siglo, vivida por unos hijos de burgueses que se convirtieron en bohemios y nos dejaron un esplendoroso legado.
En el recorrido se han visto unos magníficos muebles de marquetería procedentes de la Casa León y Morera y, -¡no podía faltar!- un par de salas dedicadas a Gaudí y a Jujol, con piezas de mobiliario, puertas y algunos otros enseres caseros, en un intento de devolver a Jujol aquello que le corresponde, y que la relativamente reciente sobrevaloración de la obra de Gaudí ha tendido a dejar a la sombra, ahora que, finalmente, Gaudí ha conseguido gustar a la gente de Barcelona.
Un recorrido magnífico por un trozo brillante de nuestra historia colectiva. Lo hemos pasado tan bien que ya esperamos que el MNAC nos invite a ver el segundo recorrido y todos los que vengan después, para seguir descubriendo este legado nuestro que nunca conoceremos bastante y seguir disfrutando de este Museo extraordinario.

 

                                                                                               Marina Subirats

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