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Visita al MNAC

05 Marzo | 2022

A inicios del mes de marzo, un numeroso grupo de asociados del Consell de Cent, acompañados en algunos casos de nuestras parejas, iniciamos el ascenso de la montaña de Montjuic con la bonhomía y parsimonia característica de nuestra edad, para ir hacia el MNAC y visitar la exposición sobre Gaudí.

Me es imposible dejar de reseñar que algunos de los inscritos no llegaron a buen puerto, bien porque se perdieron por la montaña, o quizás por no ser conscientes del trabajo previo que hacen algunos de nuestros compañeros, para organizar encuentros como este.

Aclarado este punto, quiero dejar constancia que según mi parecer, el verdadero incentivo para ir a ver esta exposición bajo el paraguas del Consell de Cent, era la de tener la oportunidad -una vez más- de escuchar a su director Pepe Serra, que nos la presentó. Desgraciadamente, en los tiempos que nos ocupan no tenemos demasiadas oportunidades de escuchar a alguien que tenga un discurso creíble, explicando el trabajo objeto de su dedicación. Pepe lo hace con rapidez, sabiduría y contundencia. En el marco de una ciudad y de una acción política, que a menudo nos desconcierta, descubrir que hay quien lo tiene claro, es como una inyección de optimismo. Este director es un lujo y, además de mejorarle de una vez la accesibilidad del museo, la ciudad le tendría que conceder más liderazgo en temas culturales.

Una vez agotado el tiempo de la presentación inicial, pudimos visitar la exposición, que no solo nos muestra un Gaudí que en parte desconocíamos, sino que además lo enmarca en su época y en sus referentes de una manera entendible. Las piezas de mobiliario son extraordinarias y muchos de los dibujos expuestos nos recuerdan que ha habido épocas, siempre añoradas, en que el diseño era fruto de la reflexión paciente y de la voluntad de encontrar soluciones brillantes para todos los problemas que se le presentaban al arquitecto.

Descubrimos un Gaudí que no se aislaba, conectado con el mundo que lo rodeaba, y respondiendo con precisión a todos los inputs que lo acompañaron en su trayecto como arquitecto. Solo al final de su vida, reinició su camino, reconvirtiéndose en el arquitecto de Dios y recluyéndose voluntariamente en la Sagrada Familia, para dejarnos a todos los barceloneses, nuestro monumento más reconocido mundialmente. Nunca se lo podremos agradecer como se merece, pero no hace falta que lo santifiquen...

En definitiva, una gran exposición creada aquí y que serà vista en muchas otras ciudades de países diversos. No es lo habitual. Normalmente recibimos, más que exportamos. Empezará su periplo yendo hacia París. La exposición que se presentó en la misma ciudad en 1910, con la renuencia del propio Gaudí -que no comprendía la oportunidad- fue un fracaso. Estoy seguro que ahora será un éxito sin paliativos.

X. Valls

 

 

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