21M | Imágenes infames
Repensar las imágenes para desmontar el inconsciente colonial.
En el marco del 21 de marzo de 2025, Espai Avinyó organizó una jornada de reflexión sobre la genealogía de la imagen como herramienta de reproducción de imaginarios racistas. La exposición La infamia. La participación catalana en el tráfico atlántico y la esclavitud colonial, en el Museu Marítim de Barcelona, sirvió como punto de partida para analizar cómo estos imaginarios se han perpetuado históricamente y cómo siguen presentes en la actualidad.
A través de un taller dinamizado por Anyely Marín C, doctora en Historia de la Ciencia y codinamizadora del colectivo de investigación @criticaldias, se identificaron y analizaron ejemplos concretos en campañas de comunicación, exposiciones y materiales educativos. Se evidenció cómo se ha entrenado la mirada históricamente, generando un inconsciente colonial mediante la creación de códigos “compartidos” que reproducen racismo a través del uso que hacemos de las imágenes: desde el racismo más evidente hasta la indiferencia o su uso como capital simbólico.
La actividad, dirigida especialmente a profesionales de la comunicación de administraciones y equipamientos culturales, generó un espacio de diálogo y reflexión necesario para repensar las narrativas visuales y promover representaciones más justas.
Durante la sesión, las personas participantes debatieron sobre más imágenes y compartieron dudas y estrategias para analizar y romper con estas representaciones, reconociendo que muchas veces se generan desde la buena intención del emisor o del replicador. Posteriormente, Anyely Marín C. compartió algunos criterios para un uso más crítico y responsable de las imágenes, especialmente en el ámbito de la comunicación institucional y cultural. También se propusieron formas de afrontar estos retos.
Algunos criterios propuestos por Anyely:
- Al hablar de racismo, esclavitud o colonialismo, es mejor señalar al opresor y no al oprimido; al victimario y no a la víctima.
- Cuando se muestran imágenes que reproducen violencia, es necesario explicitar de forma amplia y fundamentada cuál es la intención de mostrarlas.
- No apropiarse, desde la institución, de imágenes (escenas, eventos, eslóganes, iconos) generadas por los movimientos de resistencia.
- No usar imágenes de personas racializadas si en el contenido (panel, organización o programación del evento) no hay una presencia real y significativa de personas racializadas.
- Reconocer la posición de poder que ocupa el emisor —ya sea una institución pública, un museo, un medio de comunicación o una editorial.
- Aprovechar el papel legitimador de las instituciones en la producción y circulación de imaginarios racializantes para impulsar y difundir imágenes reparadoras.
- Reconocer y activar el potencial transformador de las imágenes en la construcción y democratización del espacio público.
Otros criterios o reflexiones surgidos del debate:
- A veces, no es necesario reproducir ninguna imagen: hay que pensar en otras formas de ilustrar nuestras actividades y resistir la tentación de usar imágenes violentas como reclamo.
- Imágenes sexualizantes, exotizantes, folclorizantes, objetualizantes, caricaturescas o distorsionadas también son violencia.
- Una misma imagen puede significar cosas opuestas según el emisor, el contexto o la intencionalidad de su uso (por ejemplo, la circulación de imágenes procedentes de Gaza).
- Es necesario identificar el racismo en imágenes aparentemente bienintencionadas, pero que clasifican, invisibilizan o jerarquizan, o que asocian ciertos cuerpos con aspectos como la esclavitud, la pobreza o la marginación (por ejemplo, en relación con la comida o el comercio de proximidad).
- Hay que tejer una red de saberes y colaboraciones más allá de la academia occidental, y trabajar con especialistas que ya han abordado estos imaginarios y poseen otros conocimientos o referentes culturales sobre las imágenes y/o objetos que utilizamos.
- No es lo mismo un espacio de recuperación de la memoria colonial dirigido a personas afrodescendientes que una exposición en un museo con un marco colonial imperial: hay que tener cuidado de si estamos resignificando o reproduciendo la violencia.
- Es importante aplicar una mirada interseccional sobre las imágenes expuestas, y ser conscientes de cómo se cruzan el racismo, el género, la clase social o las relaciones de poder. Una imagen con una intención feminista o LGTBI puede, a la vez, reproducir narrativas racistas (por ejemplo, el imaginario del hombre racializado como agresor frente a la mujer blanca en peligro).
- Hay que respetar la imagen como documento histórico y ser conscientes de las emociones que queremos movilizar al seleccionar o ampliar determinadas partes de la imagen (menores, mujeres, cuerpos violentados...).