Alimentación sostenible | Ahora, aquí, por la economía migrante y solidaria

En el marco de la II Feria de Economía Solidaria Migrante y Diversa del pasado 26 de junio, se propuso un espacio de intercambio de experiencias para reflexionar sobre los límites y retos de un sistema alimenticio sostenible y justo que tenga en cuenta las realidades, problemáticas específicas y los esfuerzos que se realizan desde la economía social y solidaria, liderada por colectivos de personas migradas y racializadas de la ciudad.

La intención de la actividad «Ahora, aquí, por la economía migrante y solidaria» fue contribuir a los debates generados en el marco de la Capitalidad Mundial de la Alimentación Sostenible (Barcelona, 2021), con el fin de complejizar o aportar matices, desde una mirada intercultural y contextualizada, sobre las dimensiones que se han definido como marco de acción para conseguir una alimentación sostenible.

En este sentido, la conversación que guió el intercambio de experiencias implicó poner sobre la mesa dos grandes cuestiones:

  • ¿Qué tienen que cumplir los circuitos de producción, distribución y consumo de productos para ser considerados bajo el sello ‘Alimentación sostenible’?
  • ¿Cómo se puede influir de manera positiva en la sostenibilidad alimenticia y sus lógicas ecológicas sin perder de vista la necesidad de alternativas económicas que pongan en el centro la dignidad de las personas?

Para dinamizar la conversación, contamos con el Círculo de migraciones y economía solidaria antirracista de Coopolis, una propuesta de economía popular como herramienta de transformación social, sobre la base de la solidaridad y la lucha contra el racismo. Desde esta iniciativa, se promueve y se da apoyo a iniciativas colectivas teniendo en cuenta la generación de empleo y el ejercicio de derechos básicos dirigidos a la población migrante y racializada.

Para alimentar la conversación, contamos con:

  • Mercedes Gómez y Mariló Fernández de Keras Buti, («hacemos cosas» en romanó), cooperativa de consumo, distribución y venta de productos agroecológicos y de proximidad, producidos en el Parque Agrario del Baix Llobregat de la Escuela Popular.
  • Julieta Lara del proyecto autogestionado La Ambulante (Kantina Migrante), migrante, madre, creadora y diversa funcional, que mezcla sabores veganos y el amor de las recetas de sus ancestras, realizadas con productos de proximidad y de temporada para no generar demandas nocivas a las comunidades originarias.
  • Cheihk Drame de Abarka Catering, una cooperativa sin ánimo de lucro de iniciativa social que cree en la gastronomía como herramienta para generar oportunidades laborales de personas de la comunidad, poniendo en valor la riqueza de las culturas africanas.
  • Magnolia Álvarez de Cooprodom, una cooperativa internacional de importación de productos dominicanos, especialmente del café La Tambora.

Para enmarcar el diálogo, cada experiencia manifestó la diversidad de motivos para crear iniciativas como éstas, entre las cuales, destacan las necesidades económicas de las diferentes comunidades que representan (querer crear empleo para mujeres, personas migradas, gitanas, etc.), autoorganizarse y crear solidaridad en sus respectivas comunidades, así como de la necesidad de generar economía de proximidad o contribuir a las economías cooperativas en los países de origen.

Julieta Lara destaca, con relación a poner en el centro la proximidad, que “productos como el aguacate, el café o el chocolate provocan mucho dolor a mi tierra; ¿es cómoda la posición pasiva que mantienen los restaurantes que compran estos productos? Nosotros preferimos no perpetuar este extractivismo”.

En cambio, cooperativas como Cooprodom o Abarka Catering apuestan por productos dominicanos y africanos, respectivamente, para poder potenciar a los pequeños agricultores de estas regiones y así ayudar a sus economías desde el exterior. De hecho, Cheikh Drame comentó: “Nosotros utilizamos la comida como herramienta o, incluso, como excusa para poner en valor la diversidad y la riqueza de las culturas africanas, ya que sino habría otras personas europeas que se apropiarían y comercializarían nuestros productos”.

A continuación, se examinaron las diferentes dificultades o desafíos que comporta crear proyectos que apuesten por la alimentación sostenible. Las representantes de Keras Buti hablaron de cómo la ciudad y alrededores de L’Hospitalet (donde tienen sus propios huertos) están siendo amenazados por la especulación urbanística, ya que cada año sube el alquiler de los campos agrícolas, lo cual complica conseguir productos de kilómetro 0.

Para Julieta de Kantina Migrante, es muy importante hablar del concepto de ‘soberanía alimenticia‘ y su correlación con el hecho de que las personas del sur global, en muchos casos, migran porque se les han arrancado sus tierras, y vienen a Europa para reforzar este mismo sistema alimenticio trabajando en las plantaciones y viveros donde son explotados como mano de obra.

Por su parte, Magnolia de Cooprodom recalca los estragos que han causado la pandemia en iniciativas pequeñas como ésta; se han encontrado con barreras en las aduanas, complicando la exportación de los productos provenientes de las cooperativas de producción agrícola y ecológica del café en República Dominicana. Este hecho ha ocasionado detener el proyecto y toda la economía solidaria generada. Eso confirma la precariedad y las dificultades añadidas que iniciativas como éstas, tienen para poder implantar otras formas de hacer con relación a la alimentación.

Finalmente, Cheikh de Abarka Catering señala como es de difícil crear una cooperativa donde se pone a la persona en el centro “cuando al mismo tiempo tienes que competir con una sociedad capitalista que precariza especialmente a los cuerpos racializados”.