Bailes, Músicas, Resistencias: Kuduro

El Espai Avinyó llega con una nueva propuesta para poner en reflexión como bailes, músicas y resistencias confluyen entre sí de la mano del movimiento y la expresión corporal.

16/12/2020 - 15:03 h

El viernes pasado 11 de diciembre, el Espai Avinyó dio inicio al ciclo Bailes, Músicas, Resistencias que nace de la inquietud de significar y honrar la creación artística informal que, a través del cuerpo, nos muestra relatos propios y situados, más allá de sus ritmos y estéticas.

La muestra del baile y su puesta en escena es el final del recorrido que este ciclo quiere presentar, y que escoge como punto de partida, la invitación a la memoria, al reconocimiento de orígenes y contextos que han hecho posible el resurgir de bailes que, a menudo desde las periferias, se han convertido en populares y han trascendido sus propias fronteras.

En su primera edición, el ciclo nos invita a conversar sobre el Kuduro, una música y un baile que merece mayor reconocimiento en todos los sentidos ya que, desde el poco conocimiento de su origen, y de su sonido y baile auténtico, ha sido diluido para complacer en la industria cultural mainstream que ha llegado a banalizar su importancia. Es por eso que el Kuduro merece ser celebrado por lo que realmente es.

Para eso contamos con la ayuda del colectivo Ku’ dancin Afrobeatz, desde su contribución a educar y sensibilizar entorno a las definiciones de las llamadas “danzas urbanas sur saharianas» (que no sub-saharianas, nos apuntaba el colectivo Ku’ dancin Afrobeatz, por la denotación de inferiorización del prefijo ‘sub’). De esta forma, nos acercaron al Kuduro, danza original de Angola, que a su vez narra a través del cuerpo la cotidianidad de los jóvenes de este país, además de las diferentes resistencias que venden con ella.

La reflexión vino de la mano de las integrantes Yissel Rodríguez Alvarado, pedagoga y bailarina, su investigación de la cual, se centra en danzas como el Pantsula o el Afrohouse. Lídia Martos, educadora social, bailarina y escritora con trayectoria en proyectos socioeducativos, además de dinamizadora comunitaria. E Inès-Sybille Vooduness, que es bailarina e investigadora de Kuduro y Coupé Décalé. Su proyecto en solitario “voz” parte de la inquietud de llevar su proceso de decolonización al movimiento. El diálogo fue conducido por Aixa Drammeh, técnica del Espai Avinyó, del Programa BCN Interculturalidad.

Justo antes de entrar en materia, se presentó el primero vídeo del ciclo, en el cual salen las componentes de Ku’ dancin Afrobeatz hablando de las diferentes ramas del Kuduro, como el Kuduro underground, el clásico, el femenino y la danza moderna, creada y promovida por Pink 2 tocas; su historia y su presencia, o más bien ausencia, en el panorama musical barcelonés Ku’ dancin Afrobeatz, señala que esta ausencia se debe al filtro por el cual pasa el Kuduro cuando se imparten clases de danza aquí en Barcelona, y también en otras partes de Europa.

Al querer comercializar el Kuduro y otras danzas, se acaba haciendo una lectura simple, superficial, y errónea, y al final se acaban consumiendo como si éstas fueran estéticas más que nada, y “se hiperexotiza” y sexualiza los cuerpos de los bailarines. Se pasan por un filtro de manera que “entran” o se puedan vender mejor, y otras generaciones como el Afrohouse a simple vista, llaman más la atención, por lo cual muchas clases de Kuduro acaban enseñando sobre otros géneros. Toda esta comercialización de estéticas, pero también de otros elementos relacionados, como las ancestralidades, por ejemplo, contribuyen a estereotipar a las personas afrodescendientes.

¿Entonces, qué es exactamente el Kuduro?

En un ejrecicio de memoria histórica, se explicó el origen del Kuduro, que nace en Luanda, capital de Angola. Siguiendo las estructuras de las ciudades coloniales europeas, en Luanda, Kuduro nace en los barrios del extrarradio, los llamados musseques, (en la lengua kimbundu significa terreno arenoso) al fin de los años noventa, donde se empezaron a montar fiestas de batidas electrónicas, con beats propios del techno, al que se añadieron samples de semba y kazukuta.

De aquí se llevó a otras ciudades como Lisboa. Portugal, al ser un país lusófono, y Angola excolonia portuguesa, observamos que el Kuduro también se situó en la periferia, mostrando esta jerarquía centro-periférica, que ya mostraba Luanda, i que contribuyó en la creación de una identidad afro-diaspórica. Aquí ya se empezó a categorizar el kuduro, para ser una música más bien dura, como “demasiado negra”, por lo cual no tuvo, ni tiene el mismo recibimiento que por ejemplo el Afrobeats. Por lo que Inès-Sybille Vooduness añadió: “tienes que descolonizarte entera, cuerpo incluido, para poder entenderlo”.

Y de la misma manera que se diluye la esencia del Kuduro, mucha gente también desconoce su historia de resistencia. Siendo Angola uno de los seis países excolonia de Portugal, que ganaron su independencia entre el 1974-1975, ésta misma desencadenó una guerra civil que empezó en el año 1975 y acabó en el 2002, convirtiéndolo en el conflicto más largo del continente africano. Hay muchos elementos de la revolución angoleña que están especialmente presentes en el Kuduro underground. Típicamente cuando se habla de eso, se refiere a los pasos inspirados en los cuerpos amputados por la guerra, como el don milindro, pero realmente eso también se puede ver en el Kuduro clásico, que nace en el 2010, 8 años después de que acabara la guerra.

Lo que también es destacable, y se puede ver por ejemplo en el documental Y love Kuduro (2013) es cómo los efectos de la guerra, llegan a reinterpretarse a través del baile, algo que no está presente en otros subgéneros del kuduro. Es este efecto de la adrenalina que parece que haga a la gente entrar en un aprieto, como cuando muchas veces hacen éstas espectaculares caídas al suelo; es una manera catártica de reflejar la guerra, y este sentimiento no pasa sólo por los bailarines, incluso, el público se involucra y, es otra manera de ahogar sus penas; en una misma batida una mujer puede hablar de la muerte de su hijo y al mismo tiempo aplaudir y formar parte de este baile.

¿Por lo tanto, qué se reivindica a través del Kuduro?

Como dicen las integrantes de Ku’dancin Afrobeatz, todo eso ha conseguido crear un fuerte movimiento cultural, social y político, las reivindicaciones de las cuales se pueden perfectamente extrapolar a la comunidad afrodescendiente de España. Igual que el Kuduro no es aquella música y bailes convertidos en producto para la sociedad occidental, los cuerpos de las personas afrodescendientes tampoco. Hay que reconocer toda la historia y la implicación de ésta, en cada paso que das cuando se baila Kuduro, es un ejercicio de memoria histórica, de resistencia y, al final del día, de disfrute del baile.

Por eso el colectivo Ku’dancin Afrobeatz acostumbra a dejar al final de sus clases de baile un espacio de charla-debate sobre las danzas sur saharianas. De esta manera recuperan y visibilizan, pero sobre todo reflexionan, y contextualizan todos estos matices que después ayudan a construir una visión más auténtica y completa de estos bailes.