El Ramadán, más allá del ayuno y la harira

El miércoles 27 de mayo se acabaron dos ciclos de actividades: ‘El noveno mes del año: el Ramadán’, organizado por el Espacio Avinyó y la Oficina de Asuntos Religiosos, y ‘La OAR #desdecasa’. Ambos ciclos concluyeron con una única actividad, en formato de debate, sobre el mes del ramadán y cómo se ha vivido este año en Barcelona, y en muchos otros lugares, de una manera diferente a causa del confinamiento.

..
03/06/2020 - 14:56 h

Después de una introducción a la celebración del Ramadán por parte de Ariadna Solé Arrarás, antropóloga y técnica de la OAR, los cuatro protagonistas de las conversaciones en directo que tuvieron lugar los lunes anteriores participaron en el debate. En el debate, conducido y moderado también por Ariadna Solé, pudimos volver a contar con Uassima Boutaliss, portavoz y encargada de comunicación del Centro Cultural Islámico de Sants; Ahmed Nasser El Alaoui, portavoz de Juventud Multicultural Musulmana; Cristina Vilaplana, educadora social y miembro de la Asociación de Mujeres Musulmanas en Cataluña, y Houssain Labrass, islamólogo y presidente del Instituto Teológico de Estudios Islámicos a distancia.

Durante la conversación se habló sobre varias cuestiones en torno al Ramadán que salieron en los directos y otras que habían quedado pendientes. El Ramadán, como dicen sus protagonistas, “no es la harira ni es Marruecos” (en referencia a las costumbres propias de este país). El Ramadán es mucho más que un ayuno, una gastronomía o un país concreto; es el mes en que se empezó a revelar el Corán y es el cuarto pilar del islam, que invita a la introspección, a hacer balance de los propios valores y a pararse a reflexionar. Houssain Labrass decía que el Ramadán es “el silencio del cuerpo”, una pausa, un momento de armonizarse con el medio natural, introspectivo, que despierta la solidaridad, la sensibilización y la observancia.

Todos los días del mes del ramadán son valiosos e importantes, pero destacan dos: la Noche del Destino o Laylat al-Qadr, que, según explicó Cristina Vilaplana, es la noche en la que se revelaron al profeta Muhammad las primeras palabras del Corán. No hay acuerdo sobre la fecha exacta pero, por convención, se celebra durante los últimos diez días del mes del ramadán. Y el Aíd al Fitr, el día final del ramadán, momento en que la celebración familiar y comunitaria llega a su punto más álgido.

La dimensión comunitaria es una de las principales características del Ramadán y un hecho universal en todas las celebraciones del Ramadán de todo el mundo. Como explica Ahmed Nasser, se despierta la conciencia colectiva, la empatía y la solidaridad, que se traslada a muchos aspectos. Materialmente, uno de estos aspectos es la Zakât al-fitr, la limosna que saca el cabeza de familia antes de que se acabe el ramadán y que consiste en el equivalente a una comida para cada uno de los miembros de la unidad familiar. Como dice Houssain Labrass, el Ramadán es un despertar de la conciencia del individuo. Esta solidaridad también se ha despertado este año aún con más fuerza. Uassima Boutaliss explica que han seguido haciendo el iftâr (ruptura del ayuno) que habitualmente organizan cada noche en la mezquita, en este caso para llevar. Entre 100 y 160 personas lo han recogido cada día en el Centro Cultural Islámico de Sants. En Barcelona, como en otros lugares, no se ha podido disfrutar de los iftârs comunitarios, en los que se invitaba a participar también a las vecinas y los vecinos no musulmanes, las amistades y la familia, y quizá por eso, la compañía ha sido lo que más han echado de menos. Houssain Labrass explica que, por ejemplo, el rezo del tarâwih (rezo optativo —Sunna— que tiene lugar después de la oración de la noche) refuerza este sentido comunitario, y, además, se suele hacer en la mezquita, y este año no ha podido hacerse así.

El Ramadán es una celebración que tiene connotaciones sobre la ecología, la naturaleza y el entorno. Son muchas las referencias del Corán a la naturaleza: todo lo que existe en ella glorifica a Dios. La relación de esta ecología con el individuo se manifiesta a través de la salud. La práctica del ayuno tiene efectos no solo en el cuerpo sino también en el espíritu. Tal como explica Uassima Boutaliss, son muchos los estudios que se han hecho sobre esta práctica y que avalan que este “ayuno intermitente” es positivo. Se trata de una práctica común en muchas culturas porque se considera que, además de ser beneficiosa para la salud, proporciona un grado de purificación del organismo que permite una dimensión espiritual más elevada. Los cambios que experimenta el organismo con las abstenciones permiten lograr una visión más espiritual de la realidad. El ayuno se recomienda también en otras épocas del año, pero durante el ramadán es obligatorio para todo el mundo que pueda hacerlo. Como explica Cristina Vilaplana, están exentos las mujeres embarazadas o en periodo de menstruación, los enfermos, los niños y niñas antes de la pubertad y los viajeros, entre otros.

Ser una persona confesionalmente musulmana y conciliar con el ritmo de la sociedad o el trabajo en un contexto confesionalmente no musulmán a veces supone inconvenientes y obstáculos que deben trabajarse. Los acuerdos del Estado con las confesiones minoritarias de 1992, concretamente con la Comisión Islámica de España, no se cumplen ni tienen efectividad en muchos de los ámbitos, comenta Cristina Vilaplana. Uassima Boutaliss explica que en muchos ámbitos en los que no se aplican estos acuerdos, desgraciadamente, se depende del buen hacer de la persona, de la complicidad y de la confianza para poder adaptar la práctica religiosa a las obligaciones que hay que cumplir. Comenta, por ejemplo, que el mundo universitario no está adaptado para los alumnos musulmanes, ni los horarios, ni los lugares de rezo. Houssain Labrass explica que los catorce artículos que forman estos acuerdos no se están implementando por diferentes motivos: no se han desarrollado (solo en algunos ámbitos tímidamente), se sigue teniendo una imagen social negativa del islam, la propia persona musulmana en ocasiones se autocensura, el organigrama de las comunidades musulmanas no ha madurado lo suficiente, etcétera.

La intimidad, poder hacer los rezos en casa con la familia, enseñar a los niños y niñas, detenerse, contemplar, reflexionar sobre la vida, ordenar las prioridades, ralentizar el ritmo, etcétera, son muchas las palabras y frases que han definido la celebración del Ramadán en el confinamiento de los cuatro protagonistas. Todos coinciden en el hecho de que han podido disfrutar y sentirlo y apreciarlo mucho más, ya que el ritmo habitual de trabajo, familia y estudios quizás no lo permitía. Si bien es cierto que han echado de menos la parte comunitaria y próxima de las personas, han buscado la parte positiva de este confinamiento forzado, reflexionando y volviendo a la dimensión más espiritual de la celebración.

El Ramadán es, según los cuatro protagonistas, una celebración plural, diversa, intercultural y rica. Más allá de imágenes tipificadas de gastronomía o de afluencia de personas en las mezquitas, es un mes de pausa, de reflexión, de buenas acciones, de comunidad, de familia, de sensibilización, de solidaridad y de conciencia.

Puedes ver los vídeos de los directos aquí: