La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, inauguró las jornadas poniendo sobre la mesa algunas de las principales cuestiones que plantea el problema del discurso del odio en las redes sociales, haciendo especial hincapié en la problemática cuestión de la regulación, “limitando lo menos posible la libertad de expresión”.
El Teniente de Alcalde de Derechos de la Ciudadanía, Jaume Asens, reflexionó sobre el carácter ambivalente de las redes sociales. Por un lado, las redes tienen un enorme potencial democratizador, pero por otro lado, suponen riesgos como el auge de discursos de odio, que subrayó, están teniendo consecuencias graves en la sociedad.
Los medios legales son un instrumento para combatir el discurso de odio en las redes sociales. Sin embargo, la restricción del discurso de odio también podría poner en peligro la libertad de expresión. Asimismo, de acuerdo con el marco europeo de los derechos humanos, la libertad de expresión no es un derecho humano absoluto y, a menudo, entra en conflicto con la dignidad humana y el derecho a la no discriminación. En las jornadas se profundizó en este debate y se exploraron los límites de la libertad de expresión como punto de partida necesario para establecer una estrategia responsable de lucha contra el discurso de odio en las redes sociales.
La intervención de Laurie Penny se centró en la cuestión del acoso y del discurso de odio en internet desde el punto de vista de su impacto en las víctimas y de la necesidad de generar nuevas normas sociales que civilicen la red. Para ella, internet se configura como un nuevo espacio filosófico sin reglas, en el que es necesario definir qué significa la libertad de expresión y actualizar las normas existentes, ya que estas no están adaptadas a la era digital.
El anonimato, la inmediatez, la inconmensurabilidad y la transnacionalidad de las redes sociales plantean desafíos importantes para la lucha legal contra el discurso de odio y la protección de las víctimas: problemas de identificación, de requerimiento de datos, conflictos de jurisdicción, etcétera. Las jornadas exploraron estos desafíos tanto desde la perspectiva judicial y policial como desde la de las víctimas del discurso de odio.
La limitación del discurso de odio también representa un reto para las plataformas de redes sociales. El gran volumen de mensajes que gestionan y el delicado equilibrio entre el compromiso con la libertad de expresión y la restricción de contenido abusivo hacen que la lucha contra este problema sea difícil para las plataformas de redes sociales. Sin embargo, la moderación insuficiente en las redes tiene consecuencias para las víctimas. En las jornadas se exploraron las dificultades que tienen las plataformas, así como el impacto que causa la falta de moderación sobre las víctimas.
En la actualidad, las ciudades son un espacio importante para la transformación política y social, así como un sitio privilegiado para la convivencia entre diferentes colectivos. El hecho de que las ciudades constituyan lugares clave de la acción ciudadana y la innovación social las convierte en espacios idóneos donde combatir los prejuicios que subyacen en el discurso de odio en línea. En las jornadas se exploró el potencial de las ciudades para luchar contra el discurso de odio en las redes sociales, así como los retos a los que se enfrentan, y se identificaron estrategias que pueden ser implementadas en el ámbito local.
Si los jóvenes son los nativos digitales y están siempre al día de la última novedad, ¿qué puede aportar el equipo educativo (en sentido amplio) si, a priori, tiene menos competencias, habilidades y conocimientos que los estudiantes? ¿Qué tipo de posicionamientos, estrategias y herramientas puede utilizar para fomentar la no discriminación, especialmente en las redes sociales? ¿Cómo puede identificar los principales ámbitos donde desarrollar sus intervenciones? ¿De qué manera puede apoyar el trabajo de los demás, incluyendo la comunidad educativa europea, que ya ha recorrido este camino? ¿Cómo perder el miedo al abismo digital? ¿Cómo trabajar y reflexionar sin tener espacios educativos adaptados?
La experiencia del proyecto I:CUD Internet: creatively unveiling discrimination demuestra que la cooperación internacional y el trabajo entre iguales abren caminos eficientes en el trabajo educativo. El taller mostró casos prácticos de cómo abordar las alfabetizaciones digitales, proporcionó materiales aptos para el uso (un kit educativo contra la discriminación en línea) e ilustró estas hipótesis con ejercicios prácticos encaminados a la acción.
El objetivo de este taller fue desarrollar ideas para generar, organizar y coordinar redes de activistas que puedan hacer frente al acoso por motivos de discriminación en las redes sociales, buscando el empoderamiento y la creación de lazos de solidaridad transversal entre los diversos colectivos atacados.
La islamofobia es una estructura de poder y una forma de violencia que encuentra en las redes sociales un amplificador que premia los discursos más simplistas, binarios y confrontacionales en detrimento de reflexiones más situadas y menos categóricas. Si la casa del patrón no se destruye con las herramientas del patrón, ¿cómo hacer frente a la islamofobia en las redes sin replicar sus métodos, sin utilizar la facilidad de las simplificaciones y el binarismo? ¿Cómo hacerlo teniendo en cuenta el lugar de la enunciación, tanto si somos personas musulmanas como si no lo somos, y cómo ese lugar modifica las posibilidades de discurso? ¿De qué manera puede generarse una narrativa que no sea simplemente reactiva a los grandes discursos islamófobos? Y, también, ¿cómo hacer frente a los ataques en línea? ¿Cómo proteger y protegernos? ¿Cómo hacer de la resistencia en la red también una experiencia colectiva?
En el marco de las estrategias de sensibilización, en las redes sociales, sobre estereotipos y rumores que alimentan la discriminación y el menosprecio hacia ciertos colectivos, este taller estuvo dirigido a la propuesta y consideración de nuevas estrategias para que los mensajes lleguen a los círculos de los no convencidos.