La brecha kalí: raíces y consecuencias del antigitanismo de género

Artículo escrito por Patricia Caro Maya

¿Qué es el antigitanismo?

La Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) establece en su Recomendación nº 13 la existencia de una forma de racismo específica contra las personas romaníes llamada antigitanismo. Según la ECRI, esta forma de racismo se manifiesta de manera recurrente y es comúnmente banalizada mientras los actos de violencia continúan creciendo y manteniéndose impunes a lo largo y ancho del continente europeo.

Esta forma de racismo puede adoptar múltiples formas de expresión, entre las que se encuentra el discurso de odio. Concretamente, su función es instaurar públicamente aquellos estereotipos y prejuicios que incitan el odio sobre las y los Rroma. Sus diferentes vehículos pueden ser los discursos, las políticas públicas, los medios de comunicación, la publicidad, los libros de texto o los artículos académicos.

Desde esta perspectiva, la Resolución del Parlamento Europeo de octubre de 2017 para combatir el antigitanismo establece que éste constituye una vulneración de derechos humanos y solicita a los Estados que adopten medidas para evitar, condenar y combatir la incitación al odio. En este sentido, la resolución reconoce que las mujeres romaníes enfrentan una discriminación interseccional fruto de su pertenencia de género, clase y cultura, entre otras categorías. Esta discriminación se refleja en la falta de reconocimiento, acceso y goce de derechos en razón de su sexo, cultura, forma de vida, edad, orientación y status socioeconómico.

Antigitanismo de género

Los estereotipos que están en la base del discurso de odio antigitano se caracterizan por su naturaleza diferencial y dicotómica según se refiera a los Rroms (hombres romaníes) o las Rromnja (mujeres romaníes). De hecho, incluso cuando esta forma de racismo pretende ser “neutra” o dirigida al colectivo en general, impacta de manera diferencial sobre los derechos de las mujeres y hombres Rroma.

Por ello, el antigitanismo de género se construye sobre estereotipos y prejuicios sexistas adoptando diferentes fórmulas de expresión en diferentes contextos. En este sentido, el discurso de odio antigitano queda atrapado en este mecanismo sexista de exclusión impregnando los discursos, las políticas públicas, los medios de comunicación, la publicidad, los libros de texto o los artículos académicos.

Las raíces del antigitanismo de género como forma de discurso de odio

La discriminación histórica fundamentada en el origen cultural y los modos de vidas Rroma constituyen el origen del antigitanismo, según la recomendación nº 13 de la ECRI, ya mencionada. En el caso español, en palabras de Isaac Motos, esta discriminación se sustenta en las diferentes leyes antigitanas que se suceden desde 1499 hasta 1978.

“La legislación antigitana es un proceso que se desarrolla durante el transcurso de cuatro siglos. Durante ese proceso se crea las coordenadas interpretativas que hacen inteligible una determinada interpretación del hecho gitano que culmina en «lo gitano»”

Estas coordenadas interpretativas proveen el andamiaje que sustenta un discurso de odio antigitano con perspectiva interseccional en tiempo pasado y presente, a pesar de su desplazamiento forzado hacia la amnesia colectiva. En este sentido, el discurso de odio que emana de la deriva legislativa antigitana y las disertaciones políticas está caracterizado por el uso de estereotipos diferenciales para las mujeres (libidinosas y manipuladoras) y los hombres (vagos y delincuentes).

Sin embargo, las penas de galeras focalizadas sobre los hombres otorgaron a las mujeres una posición de liderazgo en las relaciones con la sociedad paya. Por ello, el discurso de odio contra las kalís (gitanas españolas) tuvo especial importancia con el objeto de controlar y aniquilar estratégicamente a las familias:

“Añado que tengo por más perniciosas a las mujeres gitanas que a los hombres, así por lo que dice el obispo gobernador como porque muchas de ellas son hechiceras, de quienes se valen algunos malos hombres para muchas maldades. Son también rameras, que por las calles y casas provocan a muchos. Grande obsequio haría el rey a Dios nuestro señor si lograse extinguir esta gente.”

(Padre Rávago, confesor del Rey Fernando VI)[1]

Otra estrategia utilizada históricamente para diseminar el discurso de odio antigitano, influyendo sobre la construcción de la identidad cultural española, es la difusión de productos culturales. En el caso del antigitanismo de género, resulta llamativo observar cómo la literatura utiliza a las kalís estereotipadas de manera diferencial y abundante a la hora de representar la cultura gitana dentro de sus relatos. Ejemplos como “La Celestina” (Fernando de Rojas), la “Comedia llamada Medora” (Lope de Rueda) o el cuento “Maldición gitana” (Emilia Pardo Bazán) rinden cuenta de ello. Sin embargo, es “La Gitanilla” de Cervantes la novela que marca un hito, del que aún nos llega el humo de sus rescoldos, en la normativización cultural de un prototipo kalí joven, embaucadora, incivilizada, ladrona, lasciva y sucia.

Las consecuencias del antigitanismo de género

El antigitanismo de género en el discurso de odio estigmatiza la exclusión social, política y económica de las mujeres y hombres Rroma. De esta forma, los estereotipos sexistas antigitanos que lo sustentan se traducen en la justificación de vulneraciones de derechos humanos generalizadas, tanto en el contexto español como en el europeo. Algunos ejemplos de estas vulneraciones son el establecimiento de salas de maternidad segregadas y de baja calidad, el maltrato por parte del personal sanitario, la ausencia de compensación a las Romnja esterilizadas sin su consentimiento, la obstaculización del acceso a la justicia, la brecha kalí en el ejercicio de su derecho a la educación, el empleo y la vivienda, los matrimonios tempranos, la ausencia de representación y participación en la vida política y pública, así como en la toma de decisiones durante la elaboración de políticas públicas.

Desde una perspectiva social, el antigitanismo de género en el discurso de odio impacta directamente sobre las relaciones interculturales en un doble sentido. Por una parte, dirige las expectativas de las mujeres y hombres payos sobre las personas Rroma, desde un enfoque interseccional, promoviendo la confirmación de los mandatos del estereotipo a través de las conductas interpersonales. Por otra parte, cuando la creencia de los aspectos negativos del estereotipo se autoconfirma por parte de las propias mujeres y hombres Rroma, esta interiorización puede determinar tanto su rendimiento, como la plena expresión de sus capacidades.

Recomendaciones para desarticular el antigitanismo de género en el discurso de odio

La desarticulación del discurso de odio antigitano con perspectiva interseccional forma parte del reconocimiento y promoción de los derechos humanos. Por ello, todos los Estados tienen el deber de memoria, vigilancia y resistencia sobre todas aquellas manifestaciones que difundan un discurso de odio focalizado sobre las mujeres y hombres Rroma. Esto significa que, más allá de las intenciones, son necesarias medidas políticas que den lugar a resultados reales. Desde esta perspectiva, la desarticulación del discurso de odio descrito requiere un compromiso político que pasa inexorablemente por la dotación financiera y de recursos humanos adecuados y la adopción de criterios de calidad como la participación de las personas Rroma, la paridad interseccional y el grado de experticia.

Partiendo de estas premisas, podemos establecer dos tipos de medidas para desarticular el antigitanismo de género en el discurso de odio, entendiendo que la responsabilidad máxima de su garantía corresponde a las administraciones públicas:

Medidas afirmativas de la identidad Rroma con perspectiva interseccional:

  • Diseño de políticas culturales específicamente Rroma con perspectiva interseccional.
  • Incluir la aportación Rroma con perspectiva interseccional en las políticas culturales mayoritarias

Medidas para evitar, condenar y combatir la incitación al odio contra las mujeres y hombres Rroma.

  • Incluir el antigitanismo con perspectiva interseccional en todas sus manifestaciones dentro del Código Penal.
  • Aplicar la legislación de manera efectiva sobre aquellos medios de comunicación, redes sociales, gobiernos, agencias de publicidad, editoriales y autores que inciten al odio contra las mujeres y hombre Rroma, siguiendo la normativa europea en la materia. Esta normativa, además, pone de manifiesto la especial responsabilidad que tienen las personas que generan opinión pública, como las que se dedican a la política o al periodismo, en la difusión del discurso de odio.
  • Dar formación al funcionariado público sobre el concepto, impacto y sanción sobre la difusión del discurso de odio antigitano con perspectiva interseccional.
  • Incluir en los diferentes códigos deontológicos de periodistas y medios de comunicación medidas para evitar la presentación de cualquier información que redunde en el discurso de odio antigitano con perspectiva interseccional, así como garantizar la inclusión de voces diversas provenientes de la comunidad gitana.
  • Condenar todo discurso público que incite directa o indirectamente al odio contra las mujeres y hombres Rroma.
  • Responsabilizar a los organismos públicos garantes de la vigilancia del discurso de odio para que elaboren investigaciones rigurosas con datos desagregados por pertenencia cultural, género y edad, así como las condiciones que fomentan y justifican la creación y diseminación de estos discursos.
  • Diseñar campañas de sensibilización sobre el concepto, impacto y sanción del discurso antigitano con perspectiva interseccional.

En resumen, el discurso de odio como forma de antigitanismo de género es una vulneración de derechos humanos desde un enfoque integral e interseccional. Como tal, nace de las administraciones y las políticas públicas, infundiéndose en las sociedades a través de diferentes canales culturales dirigidos tanto a la población paya como Rroma. En democracia, el papel de las administraciones públicas debería estar comprometido con la garantía de derechos de las personas Rroma. Igualmente, el papel de la sociedad civil debería situarse al lado de aquellas organizaciones y personas expertas Rroma en la tarea de presionar a los gobiernos para que asuman la responsabilidad de garantizar estos derechos.

 

[1] Gómez Alfaro, A. (2010). Escritos sobre gitanos. Valencia: Asociación de Enseñantes con Gitanos.