Lucía Mbomío

Entrevista realizada por Almudena Díaz Pagés el 28 de febrero de 2018

«La diversidad racial en los medios no es solo una cuestión de justicia, sino de reflejar la realidad»

 

Lucía Mbomío es periodista y reportera de televisión. Ha recorrido medio mundo grabando programas con “Españoles en el mundo” y ahora recorre España con «Aquí en la tierra«. También escribe en revistas como Afroféminas, Pikaramagazine, Revista Negrxs y Mundonegro. El año pasado publicó el que ha sido su primer libro «Las que se atrevieron«, que cuenta las historias de varias mujeres españolas que, como su madre, rompieron barreras y se casaron con hombres negros en el tardofranquismo.

Hablamos con ella con motivo de la presentación en Barcelona del Observatorio del discurso discriminatorio en los medios, a la que fue invitada por su labor como reportera y activista afro.

Como afroespañola nacida durante los primeros años de la democracia, has debido tener que hacer frente a numerosos prejuicios y estereotipos. En este contexto, ¿qué ha implicado para ti haber crecido en una sociedad mayoritariamente blanca?

Bueno, creo que es importante señalar que España entonces era “otra España”. Si bien es cierto que existían prejuicios, también hay que entender que veníamos de vivir 40 años de casi autarquía. Éramos un país muy cerrado, sin muchas nociones sobre lo que había fuera. Hacia África existían prejuicios y, claro que había racismo, pero yo creo que en esa época todavía se debía a la ignorancia. De hecho, había muchas personas que no habían visto un negro en su vida. Mi propia madre, por ejemplo. El primer negro que vio, fue con el que se casó.

Por otra parte, está claro que crecer en una sociedad en la que todo el mundo es blanco es muy complicado, a todos los niveles. Porque, por mucho que tú seas española y que en tu casa te refuercen y te eduquen, en cuanto sales por la puerta, antes que cualquier otra cosa, eres negra. La sociedad te inculca que eres diferente, y lo hace adoptando tanto formas sutiles como formas muy violentas: el bullying en el colegio, el racismo inconsciente de los profesores, experiencias de violencia en la calle por el color de tu piel, el sentimiento de indefensión cuando las autoridades también te muestran racismo, etc. Evidentemente, todas estas cosas te condicionan.

Dices que eres “mestiza desde un punto de vista biológico y negra desde un punto de vista político” y que “en la diferencia se encuentra la grandeza”. ¿A qué te refieres?

A nivel biológico y cultural digo que soy mestiza. Primero, porque lo soy y, segundo porque en mi casa, gracias a los distintos orígenes de mi padre y de mi madre, hemos bebido de las dos culturas. Después, cuando digo que soy negra desde un punto de vista político, me refiero al hecho de que, tal y como señala Amin Maalouf en su libro “Identidades asesinas”, las personas tenemos identidades poliédricas (con más de una cara) y, cuando una de estas caras se ve amenazada, en mi caso la de la negritud, reaccionamos reafirmándonos de manera identitaria con esa cara.

Y, sobre lo de que en la diferencia está la grandeza, me refiero a que en la península somos muy diversos y, es precisamente gracias a esta diversidad y a su reconocimiento y puesta en valor, que somos más grandes.

Dices que en “la sociedad española hay elementos racistas” y que el mayor problema es, precisamente, que no se reconoce. ¿Qué te empujó a empezar a “actuar contra el racismo”?

Sobre el hecho de que hay elementos racistas en España, sí, claro que los hay. Occidente en general es racista. No es una cuestión de personas ni de anécdotas, es una cuestión del sistema. Hay racismo institucional, hay racismo en los medios, hay racismo en las calles, hay racismo, en definitiva, en todos los ámbitos. No podemos “coyunturalizar” algo que es estructural.

Sobre porqué decidí “actuar contra el racismo”, la respuesta es: porque no me quedó otra. Si desde que eres pequeña, te llaman “conguito”, te tocan para ver si manchas, te dicen vete a tú país, vives situaciones de discriminación en tu propia piel de manera reiterada, etc., pues te vuelves consciente de esta injusticia desde muy temprano. También me marcó mucho mi estancia en Portugal. Al ser un país con una alta presencia de personas afrodescendientes, coincidí con muchas con las que no necesitaba justificar ni explicar el tipo de discriminaciones a las que me había visto expuesta a lo largo de mi vida por mi color de piel. Esta época también fue bastante determinante en mi activismo contra el racismo.

Sabemos que, a lo largo de tu carrera como periodista, has trabajado para denunciar los llamados “microrracismos”. ¿Podrías explicarnos qué son y ponernos un ejemplo?

Lo definiría como: acciones lesivas desde el punto de vista del lenguaje o actitudes que, a priori, no se definen como muy graves (no es que te peguen una paliza), pero sí que tienen consecuencias e implicaciones negativas sobre tu persona. Sin embargo, creo que este término se ha de revisar ya que, al utilizar el prefijo “micro”, nos parece que se trata de un problema “menor”, cuando no lo es.

Por eso, cada vez estoy más a favor de utilizar el término “violencia simbólica”. El lenguaje es muy importante, pues determina también las relaciones de poder desiguales que se dan entre grupos. Si te pasas la vida oyendo el término negro para definir cosas negativas, estás enjaulando a ese colectivo en estereotipos negativos y preconceptos: los blancos (grupo en el poder) son los “buenos”, y los negros (grupo que recibe las agresiones) son los “malos”. El lenguaje ejerce violencia.

Algunos ejemplos de microrracismos serían frases como: “Para ser negra eres muy guapa”, “Lleváis el ritmo en la sangre” o “Yo soy negra por dentro”. Que yo me pregunto, y ¿cómo es una negra por dentro?

Has venido a Barcelona a participar en la presentación del Observatorio del discurso discriminatorio en los medios, que se ha titulado “Personas que no son personas para los medios”. ¿Qué se quería destacar con este título?

No lo he elegido yo ¡pero me ha gustado mucho! Cuando hablamos de las personas negras en la comunicación, el problema no es solo que cuando estamos, estamos estereotipadas, el problema es que muchas veces ni si quiera estamos. Y, si eres mujer, es aún peor. ¿Has probado alguna vez a buscar la palabra “mujer” en Google? Yo lo he hecho, y la primera mujer negra no aparecía hasta la página 5. Para las personas racializadas no basta con “ser persona”. Si a ti te dicen en las noticias que ha muerto un policía, tú das por hecho que ese policía es blanco. Sí el policía es negro, entonces irá con apellido: “ha muerto un policía negro”, etc.

Y eso es cuando aparecemos, porque la mayor parte del tiempo estamos invisibilizados. Por ejemplo, en un telediario, ¿cuándo salen personas negras? Cuando se habla de hambrunas, crisis, etc. Puedes ver un programa de noticias completo sin que aparezca ni una persona racializada. Esto es un claro ejemplo de la asimetría en los medios: “una parte del mundo le cuenta a todo el mundo como es el mundo, y lo hace olvidándose de gran parte de las personas que lo componen”. Esto no representa la realidad, porque la sociedad, en la realidad, no es blanca, es diversa. En los telediarios esto no se aprecia.

Como periodista, has denunciado en numerosas ocasiones el racismo “patente o latente” que hay detrás de determinadas campañas de comunicación. ¿Crees que hoy en día seguimos encontrándonos ejemplos de racismo y discriminación en la publicidad?

Por supuesto que hay racismo todavía en la publicidad. Además, hoy en día es aún más controvertido por excusas como la de que es una cuestión de humor. Sin embargo, yo creo que cuando la comunidad agraviada te dice que no procede, pues tú, como marca, deberías de ser capaz de romper esos estereotipos y ser un poco más creativo. Me refiero a marcas como Conguitos o Cola Cao, que en pleno siglo XXI, siguen haciendo campañas en las que todavía “tiran de negros” cada vez que tienen que hablar de chocolate. Esto, no es solo utilizar recursos creativos claramente  racistas, es además, mantener y profundizar en estereotipos heredados de la época colonial, que a día de hoy, ya deberíamos de haber superado.

Y no es un problema únicamente de la publicidad. Por ponerte otro ejemplo muy sencillo: ¿has visto alguna vez un disfraz de “europeo” o de “blanco”? ¿Verdad que no? Sin embargo de negro o africano, vestido con harapos o pieles y hueso en el pelo, seguro que de esos sí que has visto.

Hoy en día los principales canales de difusión del discurso de odio son el espacio público, las redes sociales (así como otras plataformas de Internet) y los medios de comunicación. ¿Cuál crees que es el papel de los medios en la creación y propagación de este tipo de discurso?

Por una parte, creo que están los medios que a veces comparten racismo por una cuestión de desconocimiento. Los periodistas somos altavoces de nuestros propios prejuicios y no hay una revisión. Hablamos de comunidades y de personas que no conocemos y asumimos una voz que no es la nuestra. Y, en este sentido, las redacciones deberían de revisarse y hacer diversas sus plantillas. Es una cuestión de justicia, de representar la realidad social tal y como es. Y si no puedes tener una redacción más diversa, por lo menos esmérate para que la realidad llegue a tu redacción, evita hablar desde el desconocimiento.

Por otra, están aquellos medios que comparten racismo y discurso de odio deliberadamente. Y con estos medios, yo lo que creo es que se han de llevar a cabo acciones. Luego nos llaman victimistas, pero es que la discriminación y las amenazas contra las personas racializadas, por mucho que sean virtuales, afectan la vida real de las personas. No basta solo con denunciarlo en campañas en las redes. Hay que tomar medidas y el timón lo deben de llevar las instituciones públicas. Por ejemplo, hace poco el Ayuntamiento de Barcelona se puso en contacto con la serie “Merlí” por representar a la población latina como “bandas” y a la población china como “mafias”. Este tipo de acciones son las que necesitamos.

Como periodista y activista contra el racismo y la discriminación, ¿cómo crees que se deberían contrarrestar o desmontar las narrativas discriminatorias que afectan a las personas negras?

Crear nuestras propias narrativas y nuestros propios discursos es muy importante. Y ahora es posible porque existe Internet. Y, ya se está haciendo. Instagramers y Youtubers cuentan sus historias, dejando lugar a la reflexión para que todos seamos conscientes de la enfermedad del racismo que sufre la sociedad.

Por otra parte, también creo que es necesario que los medios generalistas incluyan a personas racializadas en los espacios informativos. Es decir, no es que me parezca necesaria la diversidad racial en los medios, es que es lo justo y lo que se ajustaría a la realidad. España no es blanca únicamente. Por tanto, igual que se empieza a incluir la perspectiva de género, se ha de incluir la de raza. Y se ha de buscar informar de la manera más profesional posible. Como señalaba antes, que sean las personas racializadas las que hablen de sus comunidades. Que se haga un uso real de la ética periodística y, que se utilice el lenguaje y los conceptos con responsabilidad.

¿Un ejemplo? Dejar de utilizar las expresiones “migrantes de primera o de segunda generación”; las personas tienen “experiencias migratorias”. No por haber migrado tenemos que llamar inmigrantes a estas personas y a sus descendientes. Si han nacido aquí no son “españolas de origen dominicano”, son españolas.

En tu libro Las que se atrevieron, mencionas la importancia de la “visibilización de los relatos de vida”. ¿Qué papel crees que pueden desempeñar los medios de comunicación en la visibilización de estos relatos?

Como comentaba antes, el racismo es un problema de la sociedad y, por tanto, aunque afecte más a las personas racializadas y tengan que ser ellas quienes encabecen la lucha, es un problema que le incumbe a todo el mundo. Por tanto, en este contexto los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad.

A este respecto, escribía en un reciente artículo para Píkara que, como periodista y como entrevistada negra, creo que es importante que se nos visibilice y escuche y, que se tengan en cuenta nuestros relatos de vida para que se produzca empatía. No obstante, considero fundamental que se haga de manera contextualizada. Si todo queda en anécdotas, corremos el peligro de que nuestras experiencias sean leídas como aisladas, y no como parte del problema real, el racismo. Porque si no hubiera racismo, a las personas negras no nos llamarían únicamente para hablar de racismo. Debemos estar presentes en todos los ámbitos a debate.

En este contexto, ¿qué aportación crees que puede hacer el Observatorio del discurso discriminatorio en los medios?

Creo que solo su existencia ya es brutal. Se trata de devolver a la palestra a personas que deberían estar ya ahí. Además, su existencia es reconocer también que hay un problema, y eso es positivo. Parecido a este proyecto, me gusta mucho también la labor desempeñada por el Club Averroes. Éste monitoriza cuantitativa y cualitativamente cómo se representa la diversidad en los medios. Es decir, mide que se visibilice a las personas racializadas, y que se haga desde una perspectiva no estereotipada, porque, sí, los manteros existen, la prostitución existe, pero también existen los profesores negros. ¿Por qué no aparecen en los medios entonces?

Finalmente, ya que nos has dicho que hay que visibilizar referentes afrodescendientes, ¿qué proyectos, que trabajen para frenar el racismo (desde cualquier ámbito) te gustaría destacar?

Destacaría muchos: la librería United Minds, la revista Afroféminas, la revista Negrxs, Afrokairós, la asociación The Black view o el trabajo de activistas como Moha Gerehou y Desirée Bela-Lobedde.

Pero también me gustaría hablar del proyecto en el que estoy metida actualmente, Nadie nos ha dado vela en este entierro”. Un proyecto que nace a raíz del refuerzo de los sentimientos de nacionalismo y de patriotismo que, a muchas personas a las que no nos han dejado “ser de aquí”, no parece afectarnos tanto. Es decir, yo cuando veo banderas en los balcones, más que otra cosa, lo que siento es frío. Además, cuando se habla en los medios de estos sentimientos, nunca se incluye a las personas racializadas.

Así que decidí poner en marcha este proyecto a través de entrevistas personales, para saber si las personas racializadas nos sentimos o no en casa, cuando hablamos de nacionalismos.