La violencia machista es la violencia que padecen las mujeres por el solo hecho de serlo en un marco de relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, y que tiene como resultado un daño o un sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto si se produce en el ámbito público como en el privado.

Es un componente clave de discriminación de género y una expresión grave de la desigualdad estructural existente entre hombres y mujeres. En este sentido, representa una vulneración de los derechos humanos y un impedimento para que las mujeres puedan desarrollarse libremente y en igualdad de condiciones y oportunidades que los hombres. Los feminismos, en cambio, son una posición social y política para la defensa de los derechos y las libertades entre hombres y mujeres, y una herramienta eficaz para garantizar una vida libre de violencia machista.

Hay que romper con el estereotipo que vincula la violencia machista con las clases sociales más bajas. La violencia es transversal a todos los grupos sociales y abarca una amplia mayoría de mujeres en algún momento de su vida sea cual sea su posición socioeconómica.

Los vínculos emocionales establecidos con los agresores condicionan la capacidad de las mujeres de detectar algunas situaciones de violencia. En este sentido, la culpa y la vergüenza fruto de la normalización de esta violencia y de los estereotipos que la acompañan pueden tomar un especial protagonismo cuando se trata de agresores que son parejas. Por otra parte, es importante destacar las consecuencias psicológicas de esta violencia sobre las mujeres y sobre sus hijos e hijas.

La violencia machista no es exclusiva de las relaciones de pareja. La violencia sexual, las discriminaciones por razón de género y los acosos en el ámbito laboral también forman parte de las violencias que los hombres ejercen sobre las mujeres en el entorno familiar, social y laboral. 

El impacto de la violencia machista en niños y niñas y adolescentes puede dejar secuelas a lo largo de su vida. Además, en la mayoría de los casos los agresores son familiares o personas del entorno, lo que dificulta la prevención y la atención a la víctima.

En general, los hombres tienen más dificultades que las mujeres a la hora de identificar la violencia machista. Aun así, en los últimos años se ha alcanzado un cierto nivel de sensibilización y capacidad de detección de estas situaciones, pero todavía hoy los comportamientos más reconocidos como violencia son aquellos que tienen que ver con la integridad física, mientras que los de carácter psicológico o económico son menos identificados.