El proyecto Fábricas de Creación nace de la necesidad de colectivos de artistas de contar con espacios de trabajo y puntos de encuentro con otros creadores y creadoras. Así es como antiguas naves industriales pasan a ser sedes de la vida cultural y motor artístico de la ciudad.
Barcelona siempre ha demostrado una incansable capacidad para generar ideas, curiosidad e innovación. Y lo ha hecho sobre todo mediante la participación crítica y creativa de su ciudadanía. La gran riqueza y vivacidad cultural de Barcelona ha facilitado la aparición de artistas de todo tipo y en todo momento. Muchos de estos creadores y creadoras han surgido en torno a iniciativas y colectivos que se han convertido en una pieza fundamental para comprender el nacimiento del programa Fábricas de Creación.
Hasta la última década del siglo XX, gran parte de la actividad cultural de la ciudad se encontraba en manos de iniciativas de carácter privado o asociativo. Sin embargo, contaban con una marcada vocación de servicio público, ya que difundían las actividades por el barrio o colaboraban con otras entidades. Estas experiencias fueron evolucionando desde el local de ensayo, el taller o el estudio hacia espacios de encuentro, intercambio y experimentación para artistas, creadores, creadoras y público en general. Así, estos proyectos se fueron transformando en contenedores de múltiples propuestas que rápidamente se convirtieron en espacios de referencia artística en la ciudad.
A finales de los años 90, la falta de espacio y de recursos empieza a suponer un problema para algunos de estos centros, quienes deciden trasladar su actividad a otros edificios. Se trata de antiguos complejos fabriles, motores del pasado industrial y asociativo de la ciudad, que se encuentran en peligro de deterioro. Una vez rehabilitados, estos grandes espacios ofrecen las condiciones idóneas para llevar a cabo iniciativas de creación artística con amplitud y libertad. Y he aquí el origen de lo que posteriormente inspirará el programa municipal Fábricas de Creación.
En el año 2007, ante la reivindicación de espacios bien acondicionados por parte de colectivos de artistas, el Ayuntamiento de Barcelona elabora la primera medida de gobierno de Fábricas de Creación. A partir de entonces, el Instituto de Cultura trabaja en la configuración de una red de equipamientos de titularidad municipal. Esta red se ha ido tejiendo, por un lado, incorporando espacios que ya contaban con una trayectoria consolidada gracias al impulso de agrupaciones artísticas de la ciudad; y, por otro, al establecimiento de nuevos equipamientos gestionados por entidades pertenecientes a diferentes ámbitos artísticos.
Arriba, imagen del pasado industrial de La Escocesa. A la izquierda, un bote de las pinturas Ivanow. Abajo, la maquinaria de la Fabra i Coats cuando era una fábrica textil.
Para garantizar el funcionamiento de este gran engranaje cultural y artístico de
la ciudad, el Ayuntamiento de Barcelona desarrolla este proyecto al que bautiza como Fábricas de Creación. Con esta iniciativa, la administración pública se hace responsable de grandes centros de referencia creativa y artística de la ciudad. Y, así, se compromete a asumir las exigencias de una ciudad madura con un modelo cultural dinámico, moderno y democrático.