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Amores, desamores, emociones e infidelidades escondidos tras los sellos

Los gestos, las miradas o las posturas adoptadas durante una conversación nos transmiten mensajes que van más allá de las palabras

Postal descriptiva del llenguaje de los sellos, 1917. Fuente: Bill Kellet (http://www.frasercityindustries.ca/)

Los gestos, las miradas o las posturas adoptadas durante una conversación nos transmiten mensajes que van más allá de las palabras. La comunicación no verbal es indispensable para comprender o, incluso, para interpretar las relaciones que establecemos con los demás. Durante un tiempo los sellos han sido cómplices de historias secretas.

Hoy en día, la tecnología actual nos permite expresarnos a distancia y comunicar emociones sin la necesidad de vernos. Los famosos emoticonos son más que un mero complemento de un mensaje de texto. Son imprescindibles para captar el significado y la intención reales del emisor. A menudo actúan para sancionar el texto emitido o para remarcar la ironía o el sarcasmo implícitos. No es lo mismo responder ante una negativa a asistir a una fiesta “Si no quieres, no vengas” que recibir “Si no quieres, no vengas “. En el segundo caso, el emoticono sirve para indicar que se espera que el receptor pueda cambiar de opinión sobre su asistencia.

Pues bien, dando marcha atrás en el tiempo, cuando la carta manuscrita era el medio más habitual de comunicación, se inventó el lenguaje de los sellos, subyacente a su uso postal. Así se encontraron ingeniosas soluciones para dar una segunda, y secreta, intencionalidad al discurso que no podía expresarse en palabras por cuestiones de moralidad o de decencia.

Se considera que este nuevo fenómeno se inició con el Imperio Austrohúngaro (1867-1918). Posteriormente, esta moda se extendió por el resto de Europa con especial fuerza en Inglaterra.

Cualquier lenguaje nuevo reclama necesariamente que el emisor y el receptor conozcan las claves. Aparecen, entonces, guías para organizar este nuevo idioma. Así el primer intento formal de sistematización nace en Inglaterra, donde el lenguaje secreto de los sellos disfrutó de bastante éxito a principios del siglo XX, con la publicación del libro Cupid ‘s code for the transmission of secret messages by means of the language of postal stamps de Bury George (Ashford, 1899). De forma gráfica, se describen más de un centenar de mensajes diferentes a partir de la posición y la orientación de los sellos en la carta.

De manera mucho más sintética y práctica, algunas editoriales como la Regent Publishing Company de Londres publicaron tarjetas con la descripción de los principales mensajes. Eran breves manuales de uso para inexpertos.

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El contenido de los mensajes casi siempre giraba en torno a la temática amorosa, de ahí el intento de clandestinidad del medio. Declaraciones de amor, llamadas de interés o la expresión del deseo y la pasión son algunos de los sentimientos de los mensajes ocultos. Pero hay otros de carácter más práctico, como por ejemplo: “El matrimonio es mi objetivo”, “Cuidado, las cartas son interceptadas” o “No te esperaré si llueve”.

Este formato más resumido también se publica en otros países, con un código propio que no siempre coincide con el lenguaje de los sellos más internacional.

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Durante muchos años, la comunicación entre los amantes dependía de la eficiencia de los servicios postales. El manual Murray (Londres, 1879) es un documento histórico que registra la frecuencia de entregas dentro del área metropolitana de Londres de mediados del siglo XIX. Consultando sus páginas se puede comprobar que se llegaban a realizar hasta seis entregas diarias entre dos mismos puntos1.

Pero como ya habréis imaginado, un lenguaje deja de ser secreto cuando se informa sobre su reglamentación y significado, y con el paso del tiempo, su codificación fue ampliamente conocida, a pesar de no tener las claves exactas para descifrar el mensaje. Un marido que recogía una carta con un sello invertido dirigida a la esposa ya no pensaba en la poca destreza del emisor, sino que esta extraña colocación abría la caja de una evidente sospecha.

Por suerte, actualmente los affairs amorosos tienen mejor garantizada su privacidad … o casi.

1Información extraída de Tower Project Blog.