Gràcia

No fue hasta 1946 cuando la segunda generación, Francesc Baró y su esposa, Teresa Mateu, emprendió la aventura de abrir una tienda en la Travessera de Gràcia, 198. Más tarde, ya en 1997, la tercera y actual generación, Francesc Baró (nieto de Emili Baró) y su esposa, Gemma Cortinas, ampliaron el local de la Travessera de Gràcia. En el 2003 abrieron la segunda tienda en la calle Gran de Gràcia, 153.

Actualmente, ambas tiendas se dedican a la joyería y la relojería. Su especialidad es el oro y los diamantes, y la mayoría de sus joyas están hechas a mano por ellos mismos de manera artesanal.

Actualmente, la tienda es propiedad de Daniel Antor, a quien traspasó la ferretería el último miembro de la familia Amat, que la regentó hasta que se jubiló. Daniel es mañoso y se ha ganado la confianza del barrio en los más de cuarenta años que hace que está al frente de la ferretería. Siempre encuentra la mejor solución a cualquier consulta o problema de sus clientes, que son tanto del barrio y de confianza como de fuera de Barcelona.

En la ferretería Els Martells se pueden encontrar llaves, cerraduras, tornillos de rosca especiales (muchos restauradores acuden a buscarlos para muebles antiguos, ya que no se venden en todas partes) e incluso bombillas de 125 V. Como dato curioso, cabe destacar que, aunque se inauguró con el nombre de Els Martells, en el año 1939 pasó a llamarse Los Martillos, hasta que, con la llegada de Daniel, recuperó su nombre tradicional.

Se llamaba así porque se encontraba al lado de un monasterio y delante del teatro Pompeya, ya desaparecido. Por su parte, el nombre de Ràpid le viene por una anécdota: recibió una multa por poner en los tiques de reparación una palabra en catalán, precisamente ràpid (rápido).

Durante el siglo pasado, la tienda se dedicaba a hacer zapatos para gente acomodada de Barcelona y para las tiendas de alta gama del paseo de Gràcia. Actualmente, en Ràpid Coll se dedican a la reparación de calzado, cinturones, bolsos de señora, de viaje y venta de todo tipo de productos vinculados a la piel y el cuero, como betunes, cremas, cordones, etcétera.

Su dueño es Àlex, muy aficionado a viajar y a buscar zapateros por todo el mundo. Ya ha hecho varias exposiciones de sus fotografías de zapatos de todo el planeta. En la tienda podrás admirar algunas de sus fotos más interesantes, como la colección “Sabaters d’Àfrica” (zapateros de África).

En los años treinta, el hijo de Diego Ramos heredó el negocio y decidió olvidarse de los zapatos a medida y vender directamente zapatos ya confeccionados. Después, la tienda pasó a manos de Maria Eugènia Ramos Pla, nieta del fundador, a principios de los años noventa. Ella se especializó en calzado de mujer. Fue una estrategia comercial para adaptarse a la realidad de una tienda situada muy cerca de un mercado: los hombres no frecuentaban la tienda sino que lo hacían las mujeres que iban a hacer la compra.

Actualmente, cien años después, la tienda se encuentra en plena forma y no ha sufrido ninguna pérdida de clientela, en gran parte gracias a la confianza y el buen trato que la tienda tiene con sus clientes.

Ahora gestionan la tienda él y su hija Cèlia. A Jordi le gusta mucho el arte, y venden obra de pintores noveles y consagrados. Tienen clientes de todo el mundo y se pueden encontrar obras de Marc Figueras, Josep y Ramon Moscardó y Didier Lourenço.

Marcs Palou es una empresa de marcos con más de noventa años de experiencia en el sector del enmarque de todo tipo de obras de arte. También se encargan de la restauración de marcos, pinturas, grabados y todo tipo de documentos. Han colaborado en la restauración de obras de pintores como Frederic Viñals (unos óleos de antes de la Guerra Civil). Además, también colaboran en proyectos con las escuelas del barrio para dar a conocer a los niños el arte y la artesanía y reivindicarlos.

En plena dictadura de Primo de Rivera se registra el nombre Arco Iris, procedente de una revista de la época. No es hasta los años de la República que el nombre de la tienda se traduce al catalán, Arc Iris. No obstante, en los años posteriores a la guerra, que fueron muy duros para la tienda, vuelve a llamarse Arco Iris.

Poco antes del estallido de la guerra, entra a trabajar con dieciséis años Francesc Candell Espona; más adelante, junto con Montserrat Riera Obré y ya como pareja, se convertirán en la segunda generación al frente de la tienda.

Su evolución durante los años ha hecho que el negocio pasara de ser una tienda de medias y calcetines a un espacio de venta de género de punto y, hoy en día, a una tienda donde encontrar todo lo que viste al hombre. En el interior de la tienda se expone un libro de historia del establecimiento documentado con fotos, en el que es curioso ver el cambio de rotulación del negocio del catalán al castellano según el momento histórico.

Con más de noventa años de una trayectoria que empezó entre medias y calcetines y con esfuerzo, constancia y mucho sacrificio, el Arc Iris ha salido adelante y ha llegado a la cuarta generación.