En la plaza de Santes Creus, antigua plaza Major d’Horta, está el edificio de la masía de Can Gras. La masía había sido propiedad de M. Rosa Fernández, viuda y heredera de Pau Ferrer, que la vendió a Josep Sabadell, que en 1760 la vendió a Pau Gras i Quich.

Fue a partir de aquel momento cuando la propiedad tomó el nombre de Gras. Después de más de setenta años en manos de la familia Gras, la finca, ya muy disminuida, y la casa fueron vendidas por Gaietà y Maria Gras i Soler, que la habían heredado según el testamento de 27 de agosto de 1834, a Joan Guillemí i Carbonell y a Josep Camprodon i Masvidal.

En sus mejores momentos, en la finca se cultivó viña. Los domingos, la capilla que había en la planta baja se convertía en una pequeña iglesia a la que acudían tanto los propietarios como los vecinos de las casas de los alrededores, ya que les era más cómodo oír misa en esta pequeña capilla que subir hasta la iglesia de Sant Joan d’Horta, que, además, les quedaba muy lejos. Después de misa, en Can Gras había una subasta de la bolsa de trabajo. Con todos estos elementos, en el lugar se generaba una especial animación todos los días festivos.

Con el paso de los años, la finca fue perdiendo poco a poco su condición rural y se fue transformando en zona de viviendas, edificios que finalmente acabaron rodeando la masía. Ya en el siglo XX, esta casa se utilizó como almacén de hierro y de madera, taller de ferretería y bar.

Autor: J. M. Contel

Foto: La masía de Can Gras, en la plaza de Santes Creus (Archivo Desideri Díez)