En el llano de Barcelona se levantan diversas colinas. De hecho, hay siete, como en Roma. A pesar de esta coincidencia, las de Barcelona han pasado más desapercibidas en el conocimiento general de la ciudad.

Estas colinas son: Monterols, de 121 metros; el Putxet, de 181 metros; el Coll dels Penitents, de 170 metros; la Creueta del Coll, de 249 metros; el Carmel, de 267 metros; la Rovira, de 261 metros, y la Peira, de 133 metros. En alguna de las vertientes de dos de estas colinas, la del Carmel y la de la Rovira, está el barrio del Carmel.

La historia del Carmel nos lleva hasta los íberos, asentados encima del Turó de la Rovira, magnífica atalaya sobre todo el llano de Barcelona y punto estratégico. Las dos montañas empezaron a ser urbanizadas en el primer tercio del siglo XX como barrios residenciales. En el segundo tercio del siglo pasado estos territorios acogieron a una parte importante de la ola migratoria que llegó a Barcelona y que urbanizó las montañas con muchas casas de autoconstrucción y diferentes núcleos de chabolas, auténticas barriadas con nombre y habitadas por gente luchadora.

En diciembre, se presentó en la Biblioteca El Carmel-Juan Marsé el libro El Carmel, 30 anys de progrés: Un barri de gent lluitadora, de Rafael Pradas, publicado por el Ayuntamiento de Barcelona conjuntamente con la Agencia de Promoción del Carmel y Entornos, S. A. Es un libro que repasa los cambios que se han producido los últimos treinta años, haciendo un análisis que abarca desde el hecho de ser un barrio popular y luchador hasta las visiones de futuro, pasando por la vida cotidiana, la red social, los equipamientos o el socavón.

Autor: J. M. Contel

Pie de foto: Aspecto del Turó de la Rovira.