Pere Fargas, hijo de unos industriales de Sant Martí y casado con Montserrat Casanovas, propietaria de la masía Pujol, decidió explotar el agua que emanaba dentro de su propiedad en el monte Màger. Y aunque la propiedad fuera Pujol, el agua se denominó Fargas; la fuente y toda la región tomaron este nombre.

Al final del siglo XIX, su agua oligometálica y lítica se canalizó y, poco a poco, fue ganando prestigio, hasta el punto de que en 1905 la fuente fue declarada de uso público. De la parte industrial, el agua se envasaba en garrafas como “Agua Fargas - Horta - La mejor agua de la mesa”, y se enviaba a una tienda de Barcelona de la calle de Roger de Llúria, entre Diputació y Consell de Cent. Para transportarlas, se utilizaban o bien unos carros rotulados con la marca del agua y tirados por un caballo, o bien un carro con un tiro de seis caballos.

En 1900 se construyó una pequeña cueva y se adecuó el espacio para que la gente del Clot, de la Sagrera y de Sant Andreu, principalmente, pudiera ir a hacer meriendas. Mientras tanto, como pasaba en otras fuentes de la ciudad, muchas personas iban a la fuente con garrafas o botijos para llenarlos de un agua que, más tarde, utilizarían en su casa como agua potable. Y como también sucedía en algunas fuentes que eran de propietario, en esta D’en Fargues también se cobraba un tanto según cómo fuera el recipiente que se llenaba. Actualmente, el agua de la fuente no está recomendada para el consumo.

Autor: J. M. Contel

Fotografía: La Font d’en Fargues el año 1962. (Archivo Municipal del Distrito de Horta-Guinardó)