Siguiendo con el argumentario de cuáles y cuántos cañones había en el Turó de la Rovira, el escritor Joan Perucho, en un escrito en el diario Avui, hablaba de unos cañones llamados Cerlinkons, aunque no recordaba bien su nombre. El nombre real de esta pieza a la que se refiere Joan Perucho es Oerlikon.

Pero sobre la montaña, los cañones que se instalaron fueron cuatro Vickers 105, que, desmontados del sistema defensivo de la base naval de Cartagena, fueron trasladados a Barcelona. Hay muchas pruebas de la presencia sobre el Turó de la Rovira de los cuatro Vickers 105: en primer lugar, los documentos del archivo militar de Ávila de la guerra civil española, sobre la construcción de la mencionada base, en los que consta la instalación de cuatro cañones Vickers 105. Después, diferentes personas, como Joan Cullell, miembro del Club Excursionista de Gràcia, pocos días después de la retirada republicana, subieron a la montaña y dan fe de que los cañones allí emplazados eran cuatro y que llevaban la inscripción “Vickers-Turbia”.

El comandante general de Artillería, Carlos Botet, comenta, en su último informe sobre la defensa antiaérea de Barcelona, que el día 25 de enero de 1939, siguiendo órdenes de la superioridad, habían sido destruidas dos de las piezas emplazadas en el Turó de la Rovira, mientras que quedaban operativas las otras dos, que aquel mismo día habían tocado a un avión enemigo. Sin embargo, se trataba de dos cañones que, al día siguiente, el 26, al ser abandonada la posición, fueron destruidos. De la presencia de estos cañones sobre la colina también existen unas interesantes fotografías del fotógrafo Brangulí.

Autor: J. M. Contel

Pie de foto: Campo de trabajo de jóvenes voluntarios dedicado a recuperar la batería antiaérea, en el 2006. (Fotografía: Josep M. Contel)