Al final de los años setenta, Paco González, que era el vocal de las chabolas de la Asociación de Vecinos del Carmel, impulsó la creación de un espacio para la enseñanza de adultos en el núcleo de chabolas Los Cañones.

Para tal fin se escogió el antiguo pabellón de oficiales, construido durante la Guerra Civil para alojar a los oficiales que estaban de servicio en la batería antiaérea que defendía la ciudad de los ataques de aviones enemigos. Años después de que terminara la guerra, cuando la colina fue invadida por multitud de personas que buscaban un trozo de terreno para construirse una vivienda, el pabellón fue ocupado por dos familias, y cuando estas se marcharon, y ante la dificultad de derribar el edificio por su solidez, se pensó en convertirlo en una pequeña escuela de adultos que facilitara el acceso de los residentes de la zona, ya que la escuela de adultos propiamente dicha estaba más alejada. El proyecto salió adelante con la ayuda de los servicios sociales del Ayuntamiento de Barcelona. Limpiaron el local, pusieron un suelo nuevo, pintaron las paredes, cambiaron la puerta y las ventanas y adecuaron el interior como escuela, con una pizarra, mesas, sillas, estanterías, etcétera, y habilitaron también un pequeño lavabo. Abierta al público, su maestra fue una tal Carmen, y entre su alumnado se encontraba Encarnación Martínez la Mamachón, que con casi 80 años aprendió a escribir su nombre. Otros alumnos fueron la Filomena, una mujer de la calle de Marià Labèrnia, Josefa, Libertad, tres chicas de Francesc Alegre, etcétera. A pesar de toda la buena voluntad del proyecto, duró pocos años.

Autor: J. M. Contel

Fotografía: Imagen que ofrecía la escuela de adultos del Turó de la Rovira, el 17 de noviembre de 1980. (Paco González)