La hora de los monstruos
Copi
05.11.2016 – 05.03.2017
Comisario: Patricio Pron
Inauguración: viernes 4 de noviembre, a las 19 h
A la manera de un salvoconducto, el nombre de Copi (1939-1987) ha garantizado durante años el acceso a un club no necesariamente reducido pero sí selecto: el de aquellos para quienes la obra del autor francoargentino constituye una de las experiencias de lectura más singularmente radicales de las últimas décadas.
En la obra de Copi confluyen la crueldad y la ternura, el absurdo y la ironía, el esteticismo, la teatralidad y la subversión de los géneros no solamente artísticos en un dispositivo presidido por la serialidad, el supuesto dibujar «mal» y un vértigo libérrimo. Repleta de travestís, mujeres que conversan con caracoles, ratas que escriben cartas, viejecillas lúbricas y pollos, su obra pone a prueba nuestra capacidad de asombro, pero también los límites entre las disciplinas artísticas que el autor practicó —la dramaturgia, la actuación, la narrativa, la ilustración y el cómic— y otros límites que en su obra no tienen lugar: los existentes entre hombres y animales y animales y objetos, hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, vida y muerte, sueño y vigilia. Las de Copi son historias de monstruos y fábulas sin moraleja o con una moraleja incómoda: la de sus relatos, sus novelas y sus extraordinarias piezas teatrales cuyo origen, sin embargo, está en el gesto de creación radical de estos cómics.
Copi irrumpió en las páginas de Le Nouvel Observateur en 1964: se había instalado definitivamente en Francia sólo dos años antes y desde entonces había colaborado con el grupo de acciones teatrales de Fernando Arrabal, Alejandro Jodorowsky y Roland Topor, había vendido sus dibujos en las calles y estaba siendo testigo de una radicalización de las ideas que iba a culminar en las revueltas estudiantiles de mayo de 1968, aunque también en la pervivencia de una «vieja Francia» insensible a los cambios. Volver sobre su obra en una época tan parecida en algunos sentidos supone recuperar su mirada, celebrarla y traer de regreso a un autor cuya irrupción en la vida de sus lectores sigue sin ser un estornudo en la tormenta precisamente: es la misma tormenta, con truenos y relámpagos y los bomberos corriendo a apagar el incendio con un camión cargado de gasolina.