La intención narrativa: explorando espacios del relato social cubano en el período posrevolucionario (1970-2023)
Lucía Piedra
A partir de los sucesos del 2021 en Cuba, la huelga del Movimiento San Isidro, la protesta multitudinaria ante el Ministerio de Cultura en La Habana, la conformación del grupo 27N, el estallido social del 11J o la malograda Marcha Cívica del 15N suscitaron en las redes una oleada de opiniones sobre la situación actual en Cuba, que muchos llamaron el #cubansplaining, en la que una variedad de contertulios, entre los que había algunos que incluso no habían estado antes en la isla, intentaron explicar la realidad social y política que atraviesa a estos sucesos. Lo cierto es que esta «intención narrativa» volvió a poner a Cuba en el imaginario colectivo, en el quirófano y con pronóstico reservado. Desde «la sala de espera» y desespero (nunca mejor dicho) que son las redes, se negociaba en ese momento «la carga de ver Cuba»: proyecto casi imposible cuyo propósito es el de atravesar esa niebla que oscurece la vista para alcanzar un mundo de vida pletórico de particularidades afectivas (Muñoz: 2000, 67), sociales y políticas.
La intención narrativa: explorando espacios del relato social cubano en el período posrevolucionario (1970-2023) es un proyecto para pensar lo bailado y bailar pensando Cuba, sin la pretensión de ofrecer demarcaciones, mientras atravesamos esa opacidad en la que vive la isla, a ver adónde nos lleva. Para ello la investigación se sitúa en el contexto cubano actual, en el que es tan difícil asentar un marco de diálogo ecuánime, no patriarcal y de comprensión de lo social, para observar cómo emergen elementos de comentario y tensión, que van desde experiencias pedagógicas como el grupo Enema, la Cátedra de Nuevos Medios, el Instituto Hannah Arendt, pasando por contestaciones sociales como el Movimiento San Isidro, el estallido del 11J o el grupo 27N, hasta llegar a la operatividad estratégica de géneros musicales como la timba cubana (salsa) o lo que llamaré más adelante la #Hipersala de la narratividad cubana. Cada uno de ellos, proyecto pedagógico, movimiento social y género musical, operan como espacios tenaces de construcción del relato social. En este caso hablamos de una habilidad social como manera de ser (Muñoz, 2000, López-Cano, 2005, Moshed, 2015), para pasar de la discursividad ideológica a una narratividad y narratografía de la resistencia, a la materialidad política de un ritmo, de unas prácticas artísticas y de una contestación abierta. Y para, finalmente, ofrecer mi particular visión sobre todo el ilegítimo universo donde les cubanes a menudo ficcionamos-vivimos nuestra realidad, nuestro día a día.
Como punto de partida para esta genealogía, organizaré la investigación en cuatro ensayos que abarcarán conceptos, problemas y contextos, como la idea de #Hipersala, la opacidad de la realidad cubana o la intersección entre narrativa e identidad en la Cuba posrevolucionaria. Enfocaré un primer ensayo sobre los espacios que emergen más allá, y a pesar de, las determinaciones de la política estatal, considerándolos como ámbitos donde confluyen, de manera destacada, el relato social, la narración y la discursividad. Y utilizaré como referencia de este fenómeno un movimiento social, con la constelación histórica de otros elementos que lo han configurado. Continuaré la investigación con otros tres ensayos que recorren proyectos pedagógicos y su particular modo de contar realidades, que son atravesadas por la reflexión política y otras reverberaciones intertextuales. Sin perder de vista algunas posibles líneas de fuga que van desde los salones de baile hasta los solares; desde el MSI cantando «si no puedo bailar, paqué quiero tu revolu» para cimarronear en torno al Estado, los afectos, la vida, el placer, la supervivencia, los sueños, lo contradictorio y lo doloroso o lo alegre.
Con ese espíritu, el objetivo de este proyecto es trazar un recorrido que comienza con una presentación de la investigación para plantear el artefacto cultural, ya sea un programa educativo, un género musical o una contestación, entendidos narratológicamente. Y de este modo abrir un primer debate amplio sobre los estallidos sociales de 2021 y el Movimiento San Isidro. A partir de aquí, lo que sigue es la reconstrucción acronológica de una genealogía de proyectos educativos desde la década de los setenta hasta los 2000, como DUPP, Enema, la Cátedra de Nuevos Medios, el Grupo Puré, Arte Calle, TTVB, DIP y la Cátedra Arte de Conducta (Arte útil), lanzando paralelamente preguntas sobre las diferentes formas de leer la realidad social. Finalmente, para cerrar, se presentará un epílogo en el que iniciativas como Ministerio Guaguancuir y el Salsódromo asambleario intentarán abrir un espacio destinado a comentar la elaboración de esos posibles paisajes para la realidad social de la isla.
Considero que todos estos son elementos que emergen como manifestaciones que mantienen una cierta radicalidad en su relación con el discurso oficial, lo legitimado y las políticas culturales, y a su vez pueden, desde otros análisis, arrojar nuevas narrativas y líneas de fuga sobre el contexto social cubano. En sintonía con esto, me gusta plantear estos ámbitos como lugares en los que se teje el relato y se expresa una manera de ser, de sentir y contar la realidad para los cubanos, como no se produce en ningún otro espacio y como ningún #cubansplaining puede argumentar. Las particularidades de estas emergencias destacan como focos de ficción codificada en los que lo negado se reconvierte en lo anhelado y tiene la posibilidad de una cierta materialidad y sanación afectiva. Y donde todo lo que emerge abyecto, inestable y ruidoso encarna el glitch (Russell, 2022) del sistema de narración oficial.
Así, pretendo que esta investigación se organice sobre una red hipertextual cambiante que entiendo como un modelo de hipersala, desde donde imagino que un foro asambleario negocia, a partir de estos elementos emergentes, sus preocupaciones y deseos para consensuar la realidad, si es que eso es posible. Y toda esta complejidad no hace más que —de momento— desencadenar otras: ¿cómo interactúan las narrativas y discursos no oficiales con las estructuras de poder establecidas en Cuba? ¿En qué medida representan formas de resistencia cultural y social? ¿Cómo se relacionan las narrativas que construyen los proyectos educativos de las décadas de los 70, 80 y 90 y la contestación social que tuvo su estallido en el 2021? ¿Qué tipos de narrativas y discursos emergen en ellos?¿Qué clases de relaciones se pueden acordar entre estas distintas formas de construir el relato social en Cuba, entre lo artístico-pedagógico y lo social? ¿Cuáles son los diferentes mecanismos que accionan estas posibles relaciones entre formas de construcción del relato social? ¿Cómo interaccionan entre sí con la cuestión de la raza, la clase y el género? ¿Qué espacios futuros se pueden articular para el presente a través de la comprensión o el «uso» de estas narrativas? ¿Qué motivaciones se pueden rastrear en los modos de ser y hacer? ¿Cuáles son las audiencias de estos espacios no oficiales? ¿Cómo se relacionan con las narrativas y discursos alternativos? ¿Cómo se difunden estas narrativas? ¿Cómo la producción creativa y la manifestación política se convierten en artefactos de la gestión del tiempo y un modo de organizar y dotar de coherencia a diversos eventos, dentro de un marco temporal para el relato social cubano? ¿Cómo ven los protagonistas de estos espacios no oficiales el futuro de la cultura y el discurso en Cuba? ¿Qué desafíos y oportunidades perciben? ¿A qué lugares nos lleva esto?
Ensayar la intención narrativa, concretamente, permite volver a narrar el pasado sin sofocar sus potencialidades para pensar y despertar otros futuros, entre la discursividad, la narratividad y la materialidad del presente.
Lucía Piedra (La Habana, Cuba) es investigadora, comisaria independiente, profesora colaboradora de la Universitat Oberta de Catalunya, de la Universidad de las Artes de Ecuador y coordinadora del Grupo de Pensamientos, Prácticas y Activismos Afro/Negros. Es miembro del Consell de Cultura de Barcelona. Sus investigaciones y proyectos están atravesados por la perspectiva poscolonial/decolonial, el activismo antirracista, la interculturalidad y la intersección entre formas de gobernabilidad, representación, el pensamiento crítico y los feminismos. Obtuvo el máster en Estudios Culturales y Literatura Comparada (UAB) y en Museología, y se licenció en el Instituto Superior de Arte de La Habana (Cuba).
La práctica de Lucía Piedra puede entenderse como un posicionamiento y también una actividad discursivo-creativa, una metodología abierta a desvíos y a la articulación de dispositivos que adquieren muy distintas formas. Desde estas prácticas se interesa por abordar cómo se legisla y representa el cuerpo negro como modelo subyacente y extendido de sometimiento, la construcción de las gramáticas sociales en relación con las topografías del pensamiento, las relaciones de enemistad y sus múltiples reconfiguraciones en la sociedad contemporánea, los espacios de negociación, los espacios de goce, la ficción especulativa, las intersecciones narrativas entre sonido, texto y lo visual, y las formas de representación que reorganizan contranarrativas.