Barcelona es una de las pocas ciudades del mundo que puede presumir de una red de mercados distribuidos de tal forma que todos los barrios tienen cerca un mercado.
Más allá de su aportación a la calidad de vida de los ciudadanos como impulsores de una dieta sana y equilibrada, los mercados barceloneses miran hacia el futuro con la introducción de nuevos servicios, de acuerdo con las necesidades comerciales del siglo XXI.
Y también tienen los ojos puestos en el pasado, ya que los edificios que los albergan son un reflejo de la historia de la ciudad y de sus ciudadanos.