Los hermanos Fímia: "¡nuestro trabajo nos hace muy felices!"
Bàrbara -33 años- y Josep -26 años- Fímia forman parte de la quinta generación de una familia de pescaderos y pescaderas. La saga empezó con sus tatarabuelos: él era pescador, y ella vendía en la Boqueria los productos que él pescaba, como boquerones y sardinas. Su bisabuela también hacía venta ambulante en este mercado, y su abuela y su tía abuela fueron las primeras en adquirir puestos: dos en la Boqueria - una de pez selecto y una de pez más económico -y una en el barrio de la Sagrada Familia. La tradición continuó con sus padres: ella empezó a montar pescaderías a pie de calle en el barrio de Poblenou, y él es mayorista de pescado en Mercabarna.
De pequeña, Bàrbara no quería ser pescadera, le daba vergüenza porque los padres de sus amigas eran arquitectos, médicos, abogados... Pero poco a poco le fue gustando el oficio, y los sábados iba a la pescadería y ayudaba a su madre. De hecho, lo que más le gustaba era limpiar el pescado, y la madre se enfadaba con ella porque lo escondía y se ponía a limpiarlo.
Finalmente, Bàrbara decidió estudiar turismo e hizo un máster en dirección de complejos turísticos. Entró a trabajar en una multinacional, con un sueldo muy alto y unas jornadas laborales muy largas. Su trabajo no la hacía feliz.
Cuando era pequeño, Josep solía acompañar a su padre al trabajo los sábados. Eligió estudiar geografía y compaginaba sus estudios con el trabajo por las noches en Mercabarna. Aunque al principio no le gustaban sus horarios, animado por sus padres Josep decidió abrir una pescadería en el barrio de Horta. Y no estaría solo, ya que su hermana, Bàrbara, decidió arriesgarse y sumarse a la aventura. Aunque llevaba diez años en el trabajo, decidió salir de su zona de confort y dedicarse a un trabajo que la realizara.
La vida en La Estrella
El 1 de diciembre de 2020 los hermanos abrieron su parada en el mercado de la Estrella. Josep explica que se adaptaron “rapidísimo” a la vida de este mercado y que tuvieron un gran recibimiento por parte de sus compañeros y compañeras: “¡nos recibieron con los brazos abiertos!” Además, les encantaba la vida del barrio de Gràcia y su apuesta por el pequeño comercio.
Bàrbara nos cuenta que “es muy difícil que la clientela pruebe a un nuevo pescadero, suelen ser muy fieles, sobre todo la gente mayor. Es complicado que las clientas se animen a probar un producto nuevo, además viendo a dos personas jóvenes detrás del mostrador. Aunque vean que el producto es bueno, les da vergüenza o miedo cambiar de pescadero. Pero aquí lo hicieron fácil desde el primer momento. ¡Incluso los compañeros y compañeras animaban a que nos vinieran a comprar!”.
Producto de proximidad
Si un rasgo caracteriza el producto que venden los hermanos es el de la proximidad. Y es que ofrecen producto procedente de Barcelona, Sant Carles de la Ràpita, Palamós y Cullera.
Cada día, al mediodía, compran en una subasta virtual el producto que venderán al día siguiente en el puesto: por la noche llega a Mercabarna y de madrugada lo recogen. Además, cada martes y viernes - cuando el mercado abre por la tarde - venden el producto que Josep ha adquirido en la subasta de pescado de la Barceloneta.
Bàrbara nos explica que con su forma de trabajar, se ahorran intermediarios y consiguen el producto fresco al mejor precio. Y es que, pese al aumento del precio de la vida, apostaron por no subir el precio de los productos a la clientela.
“Ser pescadero es una vida muy dura, durísima”, afirma Bàrbara, “pero con el paso de los años la vida se va modernizando y se incorporan nuevas tecnologías que nos facilitan la vida".
El día a día de los hermanos Fímia
Josep se levanta cada día sobre las 2.30 - 3 h de la madrugada. Por la mañana, va a Mercabarna a recoger el pescado y aprovecha para ver si ve más género atractivo. Y es que cuenta con dos ojos más, los de su padre, que trabaja en el principal mercado mayorista de alimentos frescos de Europa: si ve algún producto interesante, lo deja apartado y les adelanta el trabajo. ¡Y todo a la furgoneta!
Bàrbara, que vive en Sant Adrià, se levanta un poco más tarde, sobre las 4 de la mañana. Recoge a su madre, la lleva a su tienda y ya se pone en marcha: la primera tarea es la de llenar su pescadería de hielo. Acto seguido, va hacia el mercado de la Estrella, y prepara el hielo y los precios del día. Y llega el turno de Josep: descarga el género en la tienda de la madre y después en La Estrella.
Trabajan de martes a sábado y, siguiendo el horario del mercado, y abren dos tardes: los martes y los viernes. Bàrbara admite que a veces “se hace un poco difícil compaginar la vida de pescadera con la vida personal, pero compensa. Mi trabajo me hace muy feliz: me encanta el trato con el público. Antes era distinto: tenía mucha presión mental, pero trabajaba para otros, y ahora trabajo para mí”. Y en el puesto, se lo pasa pipa con su hermano: “nos reímos mucho, ¡aunque también nos peleamos!”
¿Y cómo será el futuro de los Fimia? Al hijo de Bàrbara, que tiene ocho años, le encantaría ser pescadero: le gusta mucho limpiar calamares. Los sábados y en época de vacaciones, disfruta yendo con su tío a Mercabarna. "No me gustaría que fuera pescadero por el agotamiento físico y el horario, pero debe hacer lo que a él le haga feliz".
Apuesta por los canales digitales
Con la pandemia, los hermanos se animaron a realizar vídeos para que la clientela pudiera ver 'en directo' el género y los precios. Bàrbara nos explica que “no es lo mismo ver imágenes en movimiento que leer los productos disponibles. Sabes lo que compras perfectamente: su aspecto, tamaño, precio…”.
Además, tienen un listado de difusión en Whatsapp donde comparten diariamente los productos que tienen y los precios. Hoy, por ejemplo, tienen gallo, rape, lubina, gamba, lenguado, calamar, almejas, sepia… “Cuando ya tienen confianza no necesitan ver el vídeo, porque ya saben que lo que les vas a poner es de calidad”, remarca Bàrbara.
Además, realizan envíos: los pedidos a domicilio en Barcelona llegan el mismo día, y también envían a toda España con un proveedor que garantiza que el producto llega frío y en menos de 24 horas.
Y son creativos y se preocupan por las familias: “hacemos promociones, packs económicos, descuentos para familias numerosas y monoparentales… Intentamos colaborar con las escuelas cercanas, les ofrecemos un 10% de descuento siempre, porque cuando tienes niños pequeños siempre cuesta un poco más llegar a fin de mes”, nos cuenta Bàrbara. Además, colaboran con la aplicación 'Too good to go' para combatir el desperdicio de alimentos.
Bàrbara admite que “cuando hay tanta competencia debes estar pensando constantemente en qué hacer diferente a los demás para que te elijan a ti. Ganar un cliente cuesta mucho, pero perderlo es muy fácil, ¡por eso nos dejamos la piel cada día!”.
Además, ofrecen otros tipos de productos, como el fumet, brochetas, croquetas o hamburguesas. Y es que empezaron a probar diferentes hamburguesas de pescado que vendían en los supermercados, pero consideraban que no sabían a pescado, así que decidieron comprar una máquina de hamburguesas y prepararlas ellos mismos, y pueden ser de lo que elija el cliente, de salmón, merluza, bacalao, atún… También se pueden añadir otros ingredientes, como el salmón o el atún con queso de cabra, salmón, sepia y cherry, merluza, rape y surimi… Eso sí, es importante consumirlas el mismo día o al día siguiente, porque carecen de colorantes ni conservantes.
Los favoritos de los Fímia
Aunque dicen que “en casa de herrero, cuchillo de palo”, en casa de los Fímia nunca ha sido así. ¡Siempre han comido pescado! A Bàrbara le gusta todo, pero sus preferidos son las pescadillas fritas y las mairas. “Me encantan los pescados pequeños, ¡me alimentaría sólo a base de pescado!”
Y nos cuenta que su hermano, para quedarse lleno, ¡tiene que comer mucho! "Me gusta mucho el pescado pero tengo que comer mucho para que me llene!" Josep también se decanta por los peces pequeños pero se queda con la sartén de marisco.