El sistema se vio muy afectado por la revuelta fascista de 1936 y por la guerra. Con el fin de la guerra, quedaban en condiciones de circular poco más de 50 unidades. Poco a poco se fue restableciendo y ampliando el servicio en aquella dura etapa, en la que se vivió la huelga de 1951, aquella gran protesta popular contra la subida de las tarifas, reiterada en 1957. El año siguiente, el alcalde Porcioles municipalizó el servicio, que había alcanzado su techo en 1952, con 358 millones de pasajeros. Desdichadamente, los planes del consistorio franquista fueron la sustitución de los tranvías por los autobuses de la Pegaso. La agonía fue larga y acabó el 18 de marzo de 1971 con la clausura de las últimas líneas, las de Drassanes a Horta y a la vía Júlia. La propaganda del régimen lo sentenció: “Barcelona por fin libre de tranvías”.
Fuente: Marc Andreu - Josep M.Huertas, La història dels tramvies de Barcelona.