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Aleix Artigal: el diseño que resuelve

Aleix Artigal es diseñador gráfico y fundador en 2017 del estudio Familia. Graduado de la escuela EINA de Diseño y Arte, comenzó su carrera en el estudio Basedesign, y después continuó de manera independiente con clientes locales e internacionales, desarrollando proyectos culturales, institucionales y comerciales.

En Familia entienden el diseño como una solución a las cuestiones que plantean los clientes. Recientemente han desarrollado la señalética de la ciudad de Barcelona durante el Covid-19 y la campaña “Yo, Nosotros, Todos” que se lanzó durante el desconfinamiento con el objetivo de concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de respetar las medidas de seguridad básicas: distancia, manos, mascarilla. Ambos proyectos se han realizado conjuntamente con el Ayuntamiento de Barcelona y formarán parte de la exposición “¡Emergencia! Diseños contra el Covid-19” que se podrá ver en el Museo del Diseño a partir del 13 de noviembre.

Conversamos con Aleix Artigal sobre comunicar en tiempos de pandemia, sobre el Festival Blanc! –que comienza este viernes en el Museo– y sobre la concepción (según él, no acertada) que tenemos en nuestro país de la relevancia del diseño.

La campaña "Yo, Nosotros, Todos" que habéis hecho para el Ayuntamiento de Barcelona con motivo de la Covid-19 es aparentemente sencilla. ¿Nos puedes explicar la conceptualización y mensaje que hay detrás?

En la desescalada el Ayuntamiento tuvo la necesidad de comunicar que había que seguir alerta con el virus, y en este caso las medidas eran muy claras: mascarilla, higiene de manos y distanciamiento social. El Ayuntamiento quería comunicar con la máxima transparencia posible, por lo que se intentó que fuera una campaña lo menos "campaña" posible: más bien parece una pieza informativa, porque el mensaje es contundente, directo y poco ornamentado.

¿Os pareció aburrido crear de este modo?

El reto está en el proyecto en sí, más que en cómo lo desarrollarás. En este caso era muy importante el tono: había que llegar a la gente de una manera directa e inequívoca – los recursos gráficos eran secundarios. No es lo mismo hacer una campaña cuando las cosas van bien que cuando no van bien: tienes que entender qué necesita la persona a quien le llega la información.

¿Cómo se comunica en tiempo de pandemia?

Para mí se debe tratar a la población de la misma manera que tratarías a tus hijos: diciendo las cosas como son, sin hacer un drama y sin edulcorar la realidad. Tratar a la sociedad de "tú a tú" es la única forma de que las cosas vayan bien. Si te pones muy catastrofista, la gente tiene miedo; si lo pintas todo de flores la gente no se lo cree. Debemos comunicar como nos gustaría que nos explicaran las cosas a nosotros: con sinceridad y respeto. Así la gente se siente interpelada y se hace la campaña suya.

¿Encuentras diferencias entre trabajar para un cliente privado y para la administración pública?

Creo que la manera de trabajar es muy parecida, lo que difiere son los objetivos: en el ámbito privado son económicos, y en el ámbito público no, pero el trabajo que haces es esencialmente el mismo. Sí que es cierto que nos gusta mucho trabajar con el sector público porque nos sentimos cómodos con el tono y con los mensajes: nos gusta más que vender. También es bonito ir por la calle y ver cosas que has hecho tú, la sensación de estar contribuyendo a construir una ciudad es impagable.

Cuéntanos cómo es trabajar con Nacho Padilla.

Nacho es un jugador más del equipo, es proactivo, es más como una figura del estudio que una figura externa. El diálogo con él es constante, lo que permite ir conjuntamente hacia los objetivos comunes a la vez que lo hace todo mucho más fácil. Trabajar con Nacho es como tener un as en la manga.

En la campaña han participado Nacho y otros estudios de diseño gráfico. ¿Cómo vivís la creatividad desde el punto de vista no tanto de la ejecución sino del ensamblaje?

Sí, las ilustraciones de la campaña son de Forma y las animaciones son de Gimmewings. Lo vivimos como un trabajo compartido. Cuando hablamos de trabajar en equipo, lo pensamos así de verdad: intentamos que todas las decisiones sean compartidas dentro y fuera del estudio, tanto con colaboradores como con clientes. Establecer una relación de familia es clave en el éxito que todos conseguiremos, pero si vas con tus egos, mal: querer firmar tú solo es una práctica retrógrada que no tiene futuro.

¿Qué es para ti un buen diseño?

Es una pregunta complicada. Para mí el buen diseño es aquel que es fácil de entender, que consigue comunicar y que tiene la forma adecuada. Rehuyo bastante de la verborrea elitista del diseño: un buen diseño también es aquel que a ti te gusta, porque si te gusta, creo que automáticamente funciona. Si tienes el bagaje y la experiencia, y lo que produces te da una sensación de felicidad, quiere decir que funciona. Lo que pasa es que aquí aún no se entiende el diseño.

¿Qué quieres decir?

Aquí -en España- la gente todavía piensa que 'diseño' significa hacer algo bonito, y diseño es hacer que las cosas se entiendan, como mínimo en mi opinión.

¿A qué crees que se debe?

Creo que es una cuestión cultural. Tuvimos una dictadura represiva durante 40 años, lo que nos ha retrasado a nivel intelectual y cultural respecto de otros países, que han tenido mucha más libertad para ir avanzando. Nosotros vamos paso a paso, ¡pero debemos saber de dónde venimos! Cuanto más alto es el nivel cultural de un país, mejor es el diseño y más integrado está en el imaginario colectivo.

¿De qué puede hacer gala y qué le falta al diseño en Barcelona?

Puede hacer gala de que hay muchos estudios que hacen las cosas muy bien, hay una gran autoestima por la comunidad del diseño, pienso que somos buenos prescriptores y hay gente con muchas ganas de hacer cosas. Asimismo, el hecho de que es una ciudad pequeña brinda muchas posibilidades de regeneración. Pero deberíamos internacionalizarnos un poco más: tenemos que ir a buscar clientes fuera del ámbito catalán y español, porque si no todo es muy endogámico. Incluso con Nacho Padilla hubo polémica, lo que me pareció vergonzosa y ridícula.

En este sentido, ¿qué crees que aporta un festival como el Blanc?

David y Raúl han conseguido crear un altavoz del diseño, normalizando y llevándolo a un terreno nada elitista: va un estudio, explica un proyecto, y comparte las ideas, los miedos, el conocimiento... eso, para alguien que no pertenece al mundo del diseño, es oro – pero para alguien que pertenece, también, porque te permite ver qué funciona y qué no. Es como descubrir la receta de un pastel que comes cada día pero que no sabías cómo estaba hecho.

Yo fui a dar una charla hace cuatro años, cuando apenas había decidido empezar por mi cuenta, y me invitaron porque valoran a las personas con experiencia igual que las personas que están empezando. Para mí el Blanc es como la plaza del pueblo: te encuentras a todo el mundo, es un lugar abierto, es lo contrario a un club con carnet de socio.

¿Quiénes son tus referentes actuales en diseño?

Soy fan de Rejane Dal Bello, una diseñadora brasileña que trabajaba en Studio Dumbar, un estudio holandés que también me gusta mucho. Mevis & Van Deursen son referentes en campañas institucionales y culturales. A nivel estatal, Tres Tipos Gráficos y Koln, y a nivel local quizás me quedaría con Forma, porque compartimos la misma manera de entender el diseño. Si yo fuera un cliente y les pidiera un proyecto, me quedaría muy tranquilo: es como dar a tu hijo a alguien para que te cuide.

Siempre lo llevas todo al terreno del imaginario familiar.

Es que creo que el mundo del estudio tiene mucho que ver: hablamos de familias tipográficas, de familias de colores... y siempre me gusta pensar que todo esto es una familia, que todo consiste en hacer red y que nunca ningún elemento trabaja solo. La familia es un lugar donde pasan muchas cosas: hay diferentes roles y relaciones humanas que se cuidan si sabes comunicarte, si trabajas en red y construyes de manera conjunta.

 

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