Barcelona Cultura

Elisabet Roselló: el futuro no se puede diseñar

Elisabet Roselló (Barcelona, ​​1989) es fundadora de Postfuturear, una agencia de investigación, consultoría y diseño de estrategia basada en los Estudios de Futuros, una disciplina que estudia y analiza los cambios en curso a nivel local y global, los proyecta y ayuda a anticipar escenarios de futuro, siempre considerando un alto grado de incertidumbre.

Licenciada en Historia por la Universidad de Barcelona, ​​ha trabajado por libre como investigadora y gestora de proyectos culturales, analista de tendencias y project manager para diversas agencias y consultorías. Hoy se dedica a tiempo completo a su agencia, y es Fellow del Centre for Postnormal Policy and Futures Studies (CPPFS).


Roselló participó en las últimas jornadas "Diseño para vivir: diseñando futuros en tiempo de emergencia" que el Museo del Diseño organizó con el objetivo de visualizar estrategias con que el diseño puede contribuir a que el futuro probable parezca lo máximo posible al futuro deseable: aquel que apuesta por el bien común. Comisariadas por Óscar Guayabero, las jornadas de este año han sido pensadas como actividad paralela a la exposición "¡Emergencia! Diseños contra el COVID-19", que podrá verse en el Museo hasta el 10 de enero.

En un escenario de incertidumbre generalizada como el actual, y a punto de comenzar un nuevo año, decidimos conversar con Elisabet Roselló para que nos dé su visión sobre el momento en que nos encontramos, sobre cuán pendientes o preocupados debemos estar por el futuro, y sobre qué papel jugamos nosotros en una realidad que, insiste, aún no está escrita.

Se acaba el 2020. Año distópico, año de pandemia, un hecho global que no habíamos vivido. ¿Cuál crees que es el aprendizaje colectivo más importante que nos podemos llevar este año?

Depende del grupo social al que pertenezcas, pero yo diría que la gestión de la incertidumbre es un gran aprendizaje este año. Incertidumbre entendida como falta de certezas, y la gestión de las sensaciones que de ella se derivan (angustia, inquietud). En consecuencia, hemos hablado más que nunca de salud emocional, y hemos roto el mito de que el ser humano controla la naturaleza, porque un virus microscópico ha tenido la capacidad de sacudir nuestra vida de arriba a abajo: la economía, cómo socializamos, nuestras expectativas, cómo vivimos nuestro día a día... hemos visto que el ser humano no está en el centro y no es la única entidad del planeta.

¿Crees que este aprendizaje es extendido y sólido?

En el fondo, no hemos hecho borrón y cuenta nueva. Quizá hemos tomado más conciencia del tiempo que gastamos trabajando, o hemos pasado a considerar esenciales elementos como la renta universal y la conciliación laboral... pero no, no creo que este aprendizaje esté ampliamente extendido. Los cambios de paradigma son procesos muy lentos: estamos hablando de miles y millones de personas y sus experiencias vitales. Los acontecimientos de este año han sido catalizadores de un debate, pero nada más.

¿Crees que es exagerado poner la pandemia tan en el centro? Desde marzo están pasando muchas cosas en el mundo y parece que siempre hablamos de la misma.

Lo que se ha puesto en el centro, finalmente, no es la pandemia sino la economía. Cada país lo ha hecho a su manera, pero ha sido así. Vivimos, todavía, en una sociedad económico-determinista. Todo es un mercado, y nos cuesta mucho imaginar alternativas. Como, además, pensamos a corto plazo, la prioridad ahora es frenar el efecto del COVID, y otros problemas, que son también muy gordos pero que no nos afectan ahora mismo –como el cambio climático– han sido aparcados. En este sentido, recomiendo mucho leer El realismo capitalista, de Mark Fisher.

Hablas con cierta ligereza de todo.

Intento escuchar e inspirarme en las personas que se dedican a la divulgación científica, que nos están intentando explicar todo esto de la manera menos dramática posible. Creo que nos falta un buen diagnóstico de lo que realmente está pasando. Quizás no es necesario que las decisiones se tomen tan rápido si lo que queremos es ordenar esta situación.

En artículos y conferencias sostienes que la idea del progreso es un mito. ¿Nos lo puedes explicar?

La concepción clásica del progreso, que es la que aprendemos en la escuela, está ligada con la idea de que la única manera posible de evolución es ir a mejor. El relato histórico consiste en coger ejemplos del pasado –de alimentación, de salud, de tecnología, de seguridad– y compararlos con el presente. Así, ¡claro que todo mejora! Si comparamos la esperanza de vida del Neolítico con la actual, es evidente que hemos mejorado. Pero esto es una falacia: si consideramos otros aspectos como la organización social, o cómo nos modelamos políticamente y cultural, o la forma en que hemos trabajado y disfrutado del tiempo libre, podemos ver que hemos podido estar más "desarrollados" en momentos del pasado. En general, asumimos que el momento presente es el destino final de toda evolución posible, y hay una fijación por estudiar la historia como si estuviéramos en un proceso de exponencialidad.

Cuando dices "el futuro no existe", puede sonar muy pesimista.

No lo es. El futuro no existe simplemente porque no ha sucedido. Y en el universo no hay ningún tipo de indicio que nos indique que los próximos años están predefinidos. Siempre hay incertidumbres, no se puede saber ni calcular todo: aunque tengas los mejores matemáticos y las mejores herramientas de cálculo, siempre hay un grado de incertidumbre. El matemático Nassim Nicholas Taleb concibió la idea de los "cisnes negros", entendidos como eventos totalmente imposibles de predecir, que no tienen ningún sentido en base a las evidencias que tenemos, pero que, una vez ocurren, tienen un impacto muy profundo en la sociedad. Los "cisnes negros" que han sucedido a lo largo de la historia nos demuestran que no podemos conocer eso que llamamos "futuro", y que nada está marcado ni pautado. Descubrir eso es liberador, porque te das cuenta que nosotros podemos tomar decisiones, que podemos construir realidades.

¿Crees que la base cultural judeocristiana del Norte global nos lleva a un mindset colectivo según el cual asumimos que las cosas están escritas, aunque no seamos creyentes a nivel individual?

Sí, bastante. A menudo el relato dentro de un entorno como es el tecnológico hace aseveraciones como "el futuro será la Inteligencia Artificial" o "la Inteligencia Artificial superará la inteligencia humana", y cosas por el estilo, básicamente prediciendo eventos que no sabemos si pasarán. Como contraste, hay un movimiento cultural que se llama Afrofuturismo, que parte sobre todo de la música y la literatura, y que se está vinculando con movimientos políticos, que busca la definición del futuro según los conocimientos de diferentes culturas africanas, que tienen percepciones muy diversas sobre lo que es el tiempo: de maneras no lineales, por ejemplo. Dos ejemplos representativos son el músico de jazz Sun Ra y los libros de Ytasha Womack.

Y ¿cómo surge aquello a lo que te dedicas tú, los Estudios de Futuros?

Los Estudios de Futuros se fundan como disciplina durante la década de los 50 del siglo pasado, entre los Estados Unidos y las dos Francias, o sea puramente en el mundo occidental. Parten del forecasting (previsiones) que se hacía para la Guerra Fría, son unos estudios basados ​​en la teoría de juegos, para poder anticipar "el enemigo". A raíz de esto surge la consultoría de empresa, en la que la petrolera Shell invirtió mucho dinero. Básicamente se llega al consenso de que predecir como se había hecho hasta entonces no es útil, porque se sitúa un escenario lleno de contradicciones que a menudo acaba no sucediendo. Surge, pues, una manera diferente de relacionarse con el cambio, y de entender que vivimos en un sistema cada vez más complejo, para predecir escenarios pero desde la incertidumbre. A nivel académico, hay grupos de investigación en Estudios de Futuros en Finlandia, en Estados Unidos y en Asia (Singapur, China, Emiratos Árabes ...).

Como historiadora y estando en contacto constantemente con escenarios de futuro, ¿defiendes la idea de que "la historia se repite"?

No del todo, de hecho no estoy muy a favor de decir esto. Si bien es cierto que podemos observar patrones colectivos que se pueden desarrollar en situaciones similares, las causas nunca son las mismas. Por ejemplo, cuando han surgido los movimientos contra el racismo que Trump ha fomentado en Estados Unidos, muchas personas se han pronunciado diciendo que esto es un espejo de la historia que ocurrió hace más de medio siglo. Esto no es cierto, porque las causas que están alimentando este racismo y este fascismo son factores económicos, sociales y psicológicos muy diferentes a los de aquella época. Cada momento y cada lugar tiene sus características: el reaccionarismo de Estados Unidos no es el mismo que el de España o que el de Polonia. Hay que hacer una mirada y un estudio a nivel sistémico, porque todos estos son fenómenos complejos, más relacionados con las diferencias socioeconómicas entre personas (que continúan ampliándose), y con el modelo económico que tenemos.

El capitalismo. Parece que todo vuelve siempre a la misma causa. De momento, esto no parece que vaya a cambiar, ¿no?

Es un sistema estructural, está muy arraigado y lo encontramos en todas partes, en todo nuestro día a día. A nivel cultural, es como el machismo, está en nuestra mente, tenemos integrados y practicamos "microcapitalismos" a diario. Este tipo de transformación, por tanto, también debe ser cultural, empezando por cambiar prácticas diarias y consumir menos. El modelo económico global no puede cambiar de la noche a la mañana... pero sí, en algún momento desaparecerá. La pregunta es: ¿hacia dónde? Aquí es donde nosotros tenemos algo que decir. Este año Ámsterdam ha decidido imponer el modelo de la economía circular, por ejemplo. Hay cada vez más conciencia, y las generaciones que vamos de los treinta y pocos hacia abajo cada vez tenemos más claro que esto del capitalismo es absurdo. Pero un cambio de sistema es algo complejo: hay que ponerse manos a la obra.

Sabemos que no tienes una bola de cristal, pero ahora que cerramos el año y que todo es tan incierto... ¿nos puedes dar alguna certeza para 2021?

La vacuna está muy cerca, pero con la vacuna no se acaba todo. El problema vendrá cuando se tengan de producir grandes cantidades en poco tiempo, porque esto tiene un costo muy alto. El 2021 veremos sólo una parte de la población vacunada, seguiremos yendo con mascarilla y guardando distancias, la vida se seguirá desarrollando con medidas, y a nivel cultural aparecerán nuevos rituales. A parte de eso, el cambio climático continúa evolucionando, y en China ha comenzado el nuevo plan quinquenal, un paso más hacia su consolidación como primera potencia mundial.

 

Ajuntament de Barcelona