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En Pesadilla antes de Navidad (Nightmare Before Christmas), con espléndida banda sonora de Danny Elfmann, que estos días celebra su 25 cumpleaños, vemos huesos por todos lados. Sin ir más lejos, el protagonista, Jack, es un esqueleto. Los huesos y la música tienen diversas relaciones: por ejemplo, el llamado “hueso de la música -“musica” en la pronunciación popular-, para referirse a la articulación del codo de la parte posterior del brazo, muy sensible a los golpes secos.

Encontraremos huesos, también, en la decoración de todo tipo de instrumentos: en los teclados antiguos, en las costillas y mangos de laúdes y archilaúdes, en mandolinas y rababs, o en los trastes de algunas guitarras.

Incluso existen instrumentos de percusión enteros hechos con hueso, como el rascador o escaleta, también denominada “guitarra de huesos”. Aunque también recibe el nombre de guitarra de caña, cuando esta no está hecha con huesos sino con tallos.

El xilófono es un recurso habitual para similar el sonido de los huesos repicando, los podemos escuchar en la Danza macabra o en los fósiles del Carnaval de los animales de Camille Saint-Saënts. En el museo podéis ver expuesto un pincullo, una flauta procedente de Ecuador, hecha con una tíbia, un damaru, tambor hecho con dos cràneos humanos invertidos y enganchados en forma de reloj de arena que simbolizan la unión de lo femenino y lo masculino, y un rkang gling, una flauta hecha con un fémur, utilizada sobretodo en los rituales funerarios chöd.