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Piano Bierstedt (Foto: Esther Fernández)
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"La Abuelita Amèrica" ​​y su piano

Amèrica Cazes Viladomat nació el 11 de abril de 1882 en la Ciudad de Cienfuegos, Cuba. 

Su padre, Celestino Cazes Carbonell, fue uno de los jóvenes que emigraron a Cuba en busca de fortuna, como los “indianos” de la época. Regentó un almacén de material textil y de comestibles. Su afición a la química y a la mineralogía lo llevó a obsesionarse por las minas y no paró hasta encontrar entonces oro de diferentes quilates, haciendo, incluso, investigación para intentar hallar la composición del brillante y la manera de fabricarlo.

Como el negocio prosperaba bien, se permitió disponer de trabajadores, y como consecuencia se construyeron una casa en Cienfuegos, disfrutando, incluso, de personal de servicio.

De su madre Rosario Viladomat Cuesta, Amèrica adquirió su base cultural y su afán por aprender y descubrir cosas nuevas. Ella es muy aplicada y continúa los estudios, rodeada de flores, plantas, pajaritos y todo tipo de animales.

En 1889 su padre presenta muestras de añil e índigo, plantas silvestres, hierros, carbón de piedra de minas propias y oro. Todo ello durante una Exposición de productos de Santa Clara, consiguiendo la primera medalla.

Años después en 1892, a la edad de 10 años llegan a Europa, desembarcando en La Coruña para trasladarse después a la ciudad de Barcelona. Aquí se pondrá en contacto con sus tíos catalanes. Es aquí donde estudiará y conocerá el bienestar de la burguesía catalana, de la mano de sus familiares y amigos paternos.

Con la muerte repentina del padre, deciden quedarse definitivamente en Barcelona, ​​haciéndose llevar desde Cuba todos los muebles y enseres de la casa de Cienfuegos. Ella continúa tomando clases de canto, piano y pintura a la vez que aumenta cada vez más, su pasión por la lectura.

Socialmente a la edad de 15 años es presentada de largo en el Liceo de Barcelona.

En 1904 con 22 años se casa con Luis Coma y Cros, hijo de una adinerada familia industrial.

Con el paso del tiempo y dado que tiene una delicada salud, guarda mucho reposo y apenas sale de casa si no es para asistir a misa y a visitar a su madre.

La pintura, la música y la lectura forman parte, cada vez más, de sus actividades cotidianas. Reconvierte una de sus habitaciones en biblioteca en la que poner el piano llegado de Cuba.

Más adelante en el tiempo, el 24 de mayo de 1936, cede otro piano, el “piano imperio Bierstedt de 1815” para un concierto de la Associació Obrera de Concerts en la que también participa el Orfeó Català.

Família Coma-Cros al costat del piano, amb Jaume Ayats, director del Museu, Laura Granero, fortepianista, i Jaume Barmona, pianer

Durante la guerra civil, en Barcelona, vive amparada por la bandera cubana y la misión de estar cerca de los “suyos”. Pasó hambre, pasó inquietudes y sobresaltos, siempre sin desfallecer. Salvó su lar, la vida de su marido y la de sus hijos. A raíz de sus relaciones con altos cargos de la Generalitat Catalana, consigue trabajar en el Archivo Municipal, catalogando toda la música procedente de los registros de las casas. Su fuerte carácter la llevó a ir y venir entre bombas y suspiros, siendo a veces “roja” o “comunista cubana” con tal de defender a su familia.

Durante el período comprendido entre 1940 y 1953 se dedica a realizar lo que ella misma denominaba como “Sesiones íntimas”: conciertos domésticos a la hora del te, invitando y haciéndose acompañar por mujeres y, sobretodo, hombres de la cultura, la música, el arte y la literatura.

Se conocen a día de hoy la celebración de 53 “Sesiones íntimas” documentadas, entre las cuales 26 conciertos, 21 conferencias y 2 homenajes. Amèrica combinó estas sesiones con la presencia de grandes personalidades de la cultura local e internacional del momento con la presentación de algunas jóvenes promesas emergentes, por las cuales actuó como mentora.

Consiguió construirse un oasis cultural en uno de los momentos más convulsos para la sociedad, en la que el derecho a reunión no estaba autorizado. Ella supo cabalgar en los dos bandos, con el objetivo de promover la cultura y la música, convirtiéndose a su manera, y salvando las distancias, en una dama del Renacimiento.

Murió en el año 1959, a la edad de 77 años.

El piano Bierstedt de 1827 que nos ha reunido hoy (16 de febrero de 2020) destaca por su singularidad siendo actualmente uno de los 3 únicos pianos catalogados de este fabricante belga afincado en París.

Jaume Barmona afinant el piano Bierstedt

A causa de la historia y del interés cultural que tuvo para la Ciudad la actividad organizada por su propietaria Amèrica Cazes, la família Coma-Cros Raventós decidimos donarlo al Museu de la Música.

Agradezco en nombre de toda la familia la buena recepción y disposición por parte del museo. Estamos seguros de que lo mejor que le podía pasar al fortepiano es, precisamente, volver a cobrar vida. Tenemos claro que estar entre personas que aman la música, la promocionan y la saben disfrutar, sería sin duda el deseo de nuestra querida “Abuelita Amèrica”.