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Musitectura
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Los instrumentos musicales en la ciudad

Las ciudades son la máxima creación de la sociedad humana y hoy se están imponiendo a sus falsos contrarios tradicionales, al campo y a la naturaleza. Se imponen con sus grandes tentáculos de infraestructuras de transporte y de comunicaciones, físicas unas (puentes y túneles, carreteras y ferrocarriles, viaductos y equipamientos) e  inmateriales otros (teléfonos, internet). Unas redes enormes de ciudades que se interrelacionan y se conectan constantemente, con ritmos y velocidades diversas en todo el Mundo, en los continentes y en los océanos, en los polos y en el espacio cósmico, progresivamente. Unas redes que conectan sobre todo a los individuos, ciudadanos y ciudadanas que asumen un modo de vida similar, difuminando cada día más las barreras culturales y políticas y, aunque mucho menos, las económicas. Tiempo global y tiempo cotidiano, tiempos rápidos y tiempos lentos, sociedad y persona, todo se ha urbanizado en los inicios de este siglo XXI. Y la música, las músicas, son uno de los lenguajes de esta urbanización planetaria, incluso, si no más, en esta crisis estructural que se ha difundido desde el 2007.

Las ciudades han sido y son la mayor concentración de las diversas instituciones musicales. Conservatorios, museos, auditorios y palacios se acumulan en una competencia y en una colaboración constante para difundir todas las músicas. En los mapas 112 y 113 de nuestro Atles de la diversitat (Barcelona: Enciclopèdia Catalana, 2004) cartografiamos estas variables. Diversos autores, sobretodo musicólogos y también antropólogos culturales (como la doctora  Joaquina Labajo o Eduardo Neve o José Antonio Calcaño, entre otros), ya han desarrollado muchos aspectos de esta relación entre música y ciudad. La música en la calle, en los espacios públicos, al aire libre, gana día tras día más y más territorios, llega a más personas: festivales, fiestas populares, concierto, músicas comerciales. Los ruidos de todo tipo puntean una contra música de registros diferentes: el tránsito y las obras constantes, las peleas y las manifestaciones, las sirenas de ambulancias y bomberos, las caceroladas, las radios y las teles de los vecinos y los coches. Testimonio mudo de tantas músicas los ciudadanos y ciudadanas que corren por las calles, van en transporte público o en bicicletas siempre aislado de su entorno con sus auriculares puestos, con sus aparatos móviles de todo tipo. Miles de personas de todas las edades y casta generando el silencio ruidoso de las audiciones privadas individuales.

Esta multiplicidad de aparatos de mil ruidos y miles de músicas habría hecho callar quizás las canciones tradicionales ligadas al trabajo, como los coros de zapateros que glorificó Wagner o los fragmentos domésticos y no siempre afinados de quien cocinaba o se duchaba. El símbolo reciente de este silencio electrónico que mata la música compartida, por favor por fuerza, puede ser esta atleta rusa adolescente que se electrocutó en la bañera mientras utilizaba el móvil conectado a la electricidad.

Los paisajes urbanos, con sus formas a veces rebuscadas y cretivas, puede unirse también a este coro silencioso de músicas urbanas. Siluetas y detalles de las fachadas y del skyline (la famosa línea del cielo que va de la mano de los rascacielos y edificios altos), esculturas y estatuas, anuncios publicitarios, mobiliario urbano. Paisajes efímeros i paisajes duraderos, aquí y allá, recrean o replican la forma de instrumentos musicales diversos, para hacerlos sonar entre el cielo y la tierra, en la imaginación del espectador. Se da así una vuelta más al palimpsesto urbano, haciendo girar los edificios y las calles para parecer instrumentos musicales. Puede hablarse así de una verdadera musitectura (Nota 1).

El Museu de la Música de Barcelona, que reúne unos miles de instrumentos de todo tipo, sale de su recinto hacia nuevos espacios de la información, de la búsqueda de más instrumentos, de copias de los que se conservan, generalmente ampliadas en los espacios públicos de la ciudad. El Museu de la Música propone así a los ciudadanos y a los visitantes de la ciudad de Barcelona que se la miren con ojos nuevos. Los grandes artistas han dejado su huella en todas partes, también en los instrumentos musicales, como el violín Gaudí o el añadido de Tàpies al edificio industrial de Domènech i Montaner. Pero, más allá de los creadores hay instrumentos en las calles y en la publicidad. Como quien busca la música de las esferas en el espacio cósmico, debemos buscar las músicas cotidianas de las piedras y del asfalto.

Nota 1: Aunque las lenguas románicas presentan mayor dificultad en la formación de palabras compuestas, sobre todo en comparación con las germánicas o con el inglés, estas palabras trisilábicas se prestan a formación de vocablos nuevos. La arquitectura es un ejemplo con la stararquitectura, que se refiere a las obras de los arquitectos de fama global, o con este término de musitectura que se forma con facilidad al combinar ambas artes de todas las maneras posibles.

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