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Claviorgue ©Rafael Vargas
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Reviviendo Cabezón, tercera parte (y última). El después

Terminada la grabación, el claviórgano volvió a su sitio, en la sala de teclados del Museo de la Música. Desde entonces hemos vuelto varias veces, con visitas, con amigos, solos, para asistir a alguno de los conciertos que se hacen en el Museo... Y lo miramos de manera diferente. El organero Óscar Laguna nos dice que no tiene un solo tornillo aparte de los que sujetan el teclado en su sitio. Fue cortado con una precisión que nos maravilla, en una época en que los únicos instrumentos de precisión que se conocían eran una sierra manual y las propias manos. Y con esto y toda una serie de maderas de diferentes tipos, perfectamente cortadas y encajadas, el instrumento ha aguantado nada menos que cuatro siglos. Nos declaramos, pues, admiradores del claviórgano y de su creador, Lorenz Hauslaib, gracias al cual ahora nos podemos transportar sonoramente cuatro siglos atrás.

Una vez hecha la grabación, empezamos a trabajar en el diseño, que queríamos que fuera innovador, que reflejara la maravilla de ingeniería y modernidad que en su día fue el claviórgano Hauslaib. Dos alumnos del Máster en Packaging de Elisava, Laura de Miguel y Alejandra Jiménez nos hicieron la propuesta que, una vez madurada, podéis ver (y, sobre todo, tocar).

La nonagenaria Montserrat Torrent se avino a escribir unas preciosas notas que acompañan el disco para recordarnos que una generación maravillosa y trabajadora ha precedido nuestros esfuerzos y que nuestra pasión por Cabezón no existiría si no fuera por su trabajo.

Y, por supuesto, en paralelo vino toda la parte de postproducción y la campaña de presentación del CD, que culmina con el concierto en L'Auditori: uno de esos conciertos que sólo se podrán ver en Barcelona, ​​porque no es fácil hacer viajar el claviórgano. Este disco se distribuirá mediante la web de Juan de la Rubia, en el Museo de la Música, y también se encontrará en Amazon, Spotify, iTunes... Queremos que la música de Cabezón y el sonido del claviórgano Hauslaib se pueda escuchar en todo el mundo, simplemente porque tanto el compositor como el instrumento lo merecen.

Hasta aquí el relato de cómo hicimos convivir el claviórgano Hauslaib y la música de Cabezón durante tres días de nuestra vida. Antes de terminar, sin embargo, sentimos la implacable necesidad de agradecer muy efusivamente la buena disposición del personal de L’Auditori y del Museo de la Música, que desde el principio vieron como propio nuestro proyecto y, a pesar de la complejidad de trabajar con un instrumento de cuatro siglos de antigüedad, fueron capaces de encontrar soluciones brillantes a cada posible obstáculo. A Jaume Ayats, Marisa Ruiz, Manuel Barcons, Clara Sen, Sara Guasteví, Esther Fernández, Joaquim Garrigosa, Robert Brufau y Verónica Rodríguez han sido tan importantes como Cabezón y Hauslaib para hacer realidad el proyecto que nos ocurrió un día de noviembre, a medio camino entre Murcia y Cuenca.

Véase también:

Reviviendo Cabezón, primera parte. El antes

Reviviendo Cabezón, segunda parte. El durante