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Para la restauración de los instrumentos del Museu, uno de los primeros criterios que hemos de tener presente es el de la utilización de materiales lo más parecido posible a los originales. En el caso del kundu (MDMB 1370) era necesario reintegrar una membrana para poder mostrar el instrumento tal y como es en realidad.  Después de realizar las investigaciones correspondientes, nos dimos cuenta de que no sería una cosa fácil.

En nuestra tierra las membranas de los instrumentos están hechas, lógicamente, con pieles de animales autóctonos. Ya supusimos que las especies habituales de aquí como el novillo o la cabra no serían las mismas en Papúa Nueva Guinea, pero no imaginábamos que el material utilizado fuese la piel de un réptil, sobre todo teniendo en cuenta el diámetro de la membrana necesaria. Parece ser que los réptiles de aquellas tierras son un poco más grandes que nuestras lagartijas.

Desde hace años y cada vez más, el control de las especies en peligro de extinción y del comercio ilegal de animales es más estricto. Con nuestros compañeros del Museu de Zoologia de Barcelona habíamos hablado algunas veces de este tema, ya que muchos instrumentos antiguos incorporan materiales actualmente prohibidos como el carey o el marfil. Gracias a esta colaboración conseguimos carey para reintegrar algunas lagunas en la decoración del claviórgano Hauslaib del Museu. Después de unas largas gestiones con la aduana de Barcelona, que requisa  a menudo materiales ilegales que llegan al país, obtuvimos la pieza deseada.

Se trataba de la figura disecada de una especie de réptil protegido y requisado. A partir de entonces, el trabajo fue de los compañeros del Museu de Zoologia que nos prepararon la piel para poderla reintegrar al tambor. Una vez tuvimos toda la piel desplegada y más flexible pudimos hacer la reposición, enganchando la piel con cola caliente al kundu y recortando el exceso. Desde el 2007 este instrumento se puede ver en una de las primeras vitrinas de la exposición permanente del Museu.

Ahora bien, aunque la piel que nos proporcionaron los compañeros del Museu de Zoologia era más flexible que cuando la conseguimos en la aduana, al provenir de un animal disecado, esta había perdido parte de sus características y el instrumento no podrá tener un uso musical auténtico. Habremos podido restaurar un instrumento para que el público pueda ver cómo es el kundu original, pero no podremos disfrutar de su sonido original. Nos podremos aproximar, pero será sólo a través de la imaginación, no de la realidad.