Además de ser parte de una transformación urbana de primer orden, la creación de L'Auditori hace 25 años significó también un gran cambio en un distrito en construcción. L'Auditori suponía una apuesta contundente por hacer del eje Poblenou-Glòries un polo de innovación y dinamización cultural de la ciudad.
El proyecto, reflejo de la Cité de la musique de París, se proponía paliar algunas carencias, como la inexistencia de una sede estable para la orquesta sinfónica de Cataluña que le permitiese desarrollarse artísticamente, o que en la ciudad no hubiera una verdadera sala sinfónica. Asimismo, quería dar respuesta a los anhelos de todo un sector musical que era un hervidero atomizado en diferentes rincones de Barcelona y carente de recursos para seguir creciendo. Este cambio de paradigma, aprovechando el contexto de posicionamiento internacional que supuso el haber sido ciudad olímpica, culminó en el nacimiento de una auténtica ciudad para la música.
La exposición, liderada por el Museo de la Música de Barcelona y situada al exterior del edificio, es una retrospectiva y una conmemoración de este primer cuarto de siglo de historia del Auditorio. Se centra en cuatro ejes: el edificio y la transformación urbana que abriría el Fort Pienc a las Glorias y el Poblenou; la actividad artística que ha contribuido a situar Barcelona en el circuito musical internacional con 4 salas de concierto que van de las 200 a las 2.200 localidades; la institución que aglutina la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, la Banda Municipal de Barcelona, el Museo de la Música de Barcelona y la ESMUC y, finalmente, todos los colectivos de personas que han formado y forman parte del día a día de L'Auditori.
La exposición incluye una intervención arquitectónica efímera en la fachada del edificio al cuidado de Clara Solà-Morales. La actividad L'Auditori queda enmascarada por sus paredes o dentro de la sombra de su gran hall exterior. La propuesta busca hacer hincapié sobre sus límites, y poner en evidencia la actividad que nace del interior. El mismo azul que traza la escultura de Pablo Palazuelo, la gran linterna en el interior del auditorio, se escuela por la fachada para convertirse en un reclamo efímero de la celebración de los 25 años de la inaguración de L'Auditori.