Aprovechamiento alimentario
Cuando hablamos de desperdicio alimentario nos referimos, dicho de forma sencilla, al hecho de no tirar comida. Es decir, no tirar los alimentos que son aptos para el consumo humano. No se considera desperdicio tirar restos de comida como huesos, espinas, cáscaras, pieles de verduras y frutas, ni todos los residuos orgánicos no aprovechables tras haber hecho un uso responsable de ellos.
En Cataluña, cada día se tiran unos 720.000 kg de comida, más de la mitad en los hogares, pero también en los restaurantes, bares, servicios de cáterin y comercios. Estos alimentos desperdiciados, que suman un total de 262.000 toneladas anuales, equivalen a las necesidades alimentarias de 500.000 personas durante un año.
Las consecuencias de desperdiciar los alimentos van más allá de los evidentes impactos sociales que comporta. Todo el proceso de producción, almacenaje y transporte deja una importante huella ecológica. Cuando tiramos comida, también estamos tirando los recursos que se han destinado a su producción —suelo, agua y energía—, y estamos contribuyendo de forma indirecta al incremento de emisiones de CO2 a la atmósfera. Este impacto se multiplica si la cantidad de alimento que tiramos es importante, ya que cuanto más lejos se produce el alimento, más emisiones de CO2 asociadas al transporte se generan.
Siguiendo unos consejos de aprovechamiento simples contribuiremos a reducir el desperdicio alimentario en la ciudad de Barcelona y, así, evitaremos los impactos sociales, ambientales y económicos negativos que comporta tirar la comida.