Hasta los años sesenta, los terrenos empinados donde hoy se encuentra el barrio eran tierras de labranza de la cuadra de Vallbona. Un primer proyecto preveía convertir las tierras en un cementerio, pero la extrema humedad no permitió consagrarlas a los muertos. A partir de 1963, un grupo promotor, al que pertenecía Joan Antoni Samaranch, las urbanizó con grandes bloques de pisos.

Como era habitual en el urbanismo franquista, el barrio se construyó sin los equipamientos más básicos y sin ningún tipo de servicios urbanos. Las primeras protestas vecinales fueron, por supuesto, por las humedades de los pisos. Después se reivindicaron ambulatorios, escuelas y más salubridad de las calles, como evidenciaba el concurso de caza de ratas que se organizó en 1971.

Con la llegada del primer ayuntamiento democrático, se empezaron a reparar los errores cometidos en Ciutat Meridiana. Desde entonces se han creado equipamientos sanitarios, socioculturales y educativos, se han renovado las calles y se han instalado escaleras mecánicas de todo tipo para salvar los grandes desniveles del barrio. También se ha conectado la parte superior de Ciutat Meridiana gracias a la estación de metro de la línea 11.