El agua es un elemento esencial para la vida y tiene una cierta connotación sagrada. Los nueve primeros meses de nuestra existencia transcurren inmersos en el agua, dos terceras partes del cuerpo humano son agua, necesitamos el agua para satisfacer la sed, para lavarnos y refrescarnos, para preparar los alimentos, etc.
El agua es un elemento sagrado que nos regala la naturaleza, sin agua no es posible la vida. Para el pensamiento antiguo, el agua era uno de los cuatro elementos constitutivos de la realidad cósmica: aire, agua, tierra y fuego. El agua es parte principal y fundamento vital en todas las culturas y todas las religiones. En la cultura oriental el agua es considerada materia prima: “Todo es agua”, dicen los textos hindúes. El agua limpia y purifica el cuerpo, lo que le da un estatus simbólico e incluso sagrado en algunos casos y la convierte en elemento clave en varios cultos y ceremonias religiosas. Prácticamente todas las religiones tienen un uso del agua en sentido ritual. Por ejemplo, en el cristianismo el agua es indisociable del bautismo; en el hinduismo el agua tiene una connotación de purificación espiritual, por ejemplo, en los baños sagrados en el río Ganges; en el judaísmo la limpieza ritual con el agua permite restaurar o conservar un estado de pureza, por ejemplo, en el uso del mikvé (baño ritual); en el islam el agua tiene una función purificadora, por ejemplo, con las abluciones antes de las oraciones diarias, etc.
El agua es necesaria e imprescindible para la vida, y muchas tradiciones culturales, religiosas y espirituales rezan y celebran rituales para la lluvia cuando hay periodos largos de sequía: por ejemplo, en el cristianismo se organizan procesiones con imágenes de santos y oraciones, o rogativas pro pluvia; en el hinduismo existe un ritual al dios Indra (dios de la atmósfera y el cielo visible); desde el antiguo Egipto y en religiones indígenas del continente americano se realiza el ritual de la danza de la lluvia, etc. En el islam existe una plegaria concreta para pedir la venida de lluvia, que la comunidad islámica de Nou Barris celebró por primera vez públicamente el sábado 5 de marzo en la sede del Distrito de Nou Barris: la plegaria (salât) de istisqâ’. La salât al-istisqâ’ es una plegaria comunitaria breve, no obligatoria, que se lleva a cabo a primera hora de la mañana y fuera de la mezquita para rogar a Dios que envíe lluvia. En el islam se considera que la lluvia la envía Dios y es interpretada como un signo de su misericordia (rahma). La misma etimología de la palabra istisqâ’ hace alusión a la ‘demanda de agua’. Una de sus condiciones optativas (sunna) es que, al terminar la plegaria, el imán que ha dirigido la oración da la vuelta a su chal o su abrigo, probablemente buscando una analogía con el cambio meteorológico. Curiosamente eso recuerda la tradición popular catalana que relaciona la lluvia con el hecho de vestir una prenda de ropa al revés.
La comunidad islámica de Nou Barris decidió llevar a cabo la salât al-istisqâ’ por iniciativa propia, dada la sequía que está sufriendo todo el país.