CRISTIANISMO | La Iglesia tiene nombre de sínodo

 

Últimamente, cada vez oímos hablar más de sínodo y sinodalidad, especialmente en ámbitos eclesiales. Para muchas personas parecen palabras nuevas, que hemos puesto de moda. Sínodo es una palabra antigua, muy valorada en la Iglesia, cuyo significado se asocia a la vida de las comunidades. Etimológicamente viene del griego y significa 'caminar juntos', hacer el camino juntos.

De nuestra experiencia vivida sabemos que un sínodo universal de obispos o sínodo episcopal es una asamblea de obispos elegidos de las diversas regiones del mundo que se reúnen para comunicarse y fomentar una unión estrecha entre el papa de Roma y los obispos de todo el mundo. Así también lo recoge el Código de derecho canónico. También podemos hablar de los sínodos diocesanos, de ámbito local, celebrados desde hace siglos con el fin de ayudar a caminar juntos al obispo y los sacerdotes, abades y decanos de un territorio eclesial, y actualmente vividos como asambleas participativas de toda una Iglesia diocesana.

Es muy interesante ver cómo esta dimensión de sinodalidad, clave en la vida de la Iglesia, ha evolucionado según la realidad sociopolítica vivida a lo largo de la historia y también dependiendo de cada territorio.

Un primer ejemplo sería el de las primerísimas comunidades de creyentes como nos las explica San Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Nos presenta una imagen de Iglesia que ha sido referente en el paso de los siglos, la de la comunidad de los primeros cristianos, en la que la sinodalidad, este caminar juntos, es el estilo peculiar que califica la vida y la misión de la Iglesia, un pueblo reunido. El "nosotros" eclesial aparece en todo el libro de los Hechos de los Apóstoles, especialmente en el primer Concilio, el de Jerusalén: "El Espíritu Santo y nosotros hemos decidido...".

Más adelante en el siglo IV, san Juan Crisóstomo, entre otros, nos habla de Iglesia y sínodo, como sinónimos. Sínodo es nombre de Iglesia. Al mismo tiempo, cuando avanza la jerarquización posterior y la centralidad de Roma, los sínodos se configuran progresivamente como reuniones de obispos.

Es muy importante la experiencia latinoamericana que se caracterizó por su sinodalidad. Desde sus inicios, en el siglo XVI, la obra evangelizadora se promovió activamente a partir de asambleas eclesiales. Los concilios provinciales y los sínodos diocesanos en América tuvieron una relevancia única en un espacio cultural completamente diferente al europeo, lo que señala un hecho notable de la evangelización.

En el momento actual se acentúa la voluntad de volver a los inicios de la Iglesia. Es el Concilio Vaticano II el que recupera con mucha fuerza el nombre de pueblo de Dios para hablar de la Iglesia, de la totalidad de las personas creyentes. Es desde este sentido de pueblo de Dios que camina en el mundo que el papa Francisco habla de Iglesia, cuando nos dice "Dios ha elegido convocarnos como pueblo y no como seres aislados", teniendo muy presente el " rostro pluriforme" y "la unidad en la diferencia". Él habla de poliedro como imagen de este pueblo de Dios diverso, pero en comunión. Caminar juntos es fundamental para entender la Iglesia.

La sinodalidad vivida y ejercida incluye un proceso de consulta y cooperación para llegar a decisiones pastorales compartidas, entre personas fieles y pastores, que ayuden a descubrir la voluntad de Dios en situaciones concretas del mundo que vivimos. La sinodalidad es mucho más que la celebración de encuentros eclesiales y asambleas de obispos o una cuestión de simple administración interna en la Iglesia: la sinodalidad indica la forma específica de vivir y de obrar de la Iglesia que es pueblo de Dios, que manifiesta y realiza, en concreto, su ser en comunión en el hecho de caminar juntos, de reunirse en asamblea y de participar activamente, todos sus miembros, en su misión evangelizadora.

"La finalidad del Sínodo y, por tanto, de esta consulta no es producir documentos, sino 'hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones y dé fuerza a las manos'." (Documento preparatorio del Sínodo 2021-23)

 

Anna Almuni de Muga

Delegada diocesana de formación y acompañamiento del  acompanyament del laicado (Arzobispado de Barcelona)

 

IMAGEN: "All'altezza reale eminentissima di Errigo Benedetto Maria, vescovo di Frascati, cardinal duca d'Yorck, vice-cancelliere della S. Rom.na Chiesa, sotto decano del Sagro Collegio ed arciprete della Sagrosanta Basilica Vaticana &c. &c., il prospetto principale del tempio e piazza di S. Pietro in Vaticano, e Palazzo Pontificio" (1774). Colección topográfica del rey George III de la Biblioteca Británica.