CRISTIANISMO | Miércoles de Ceniza

El Miércoles de Ceniza (‘dies cinerum’) es el primer día de la Cuaresma en las tradiciones católica, protestante y anglicana. Tiene lugar 46 días antes de Pascua: se considera que la Cuaresma tiene 40 días de duración (no se cuentan los domingos). Por lo tanto, dura siete semanas. 

En la cultura popular, después de una semana de jolgorio (el Carnaval empezó el Jueves Lardero o Jueves Gordo), se terminará con el entierro de la sardina, que se hace coincidiendo con el Miércoles de Ceniza. Se inicia, pues, un periodo de reflexión y penitencia.

El Miércoles de Ceniza puede variar anualmente según el momento en que se celebre la Pascua, que debe coincidir con el primer domingo después de la primera luna llena de primavera. Por lo tanto, el Miércoles de Ceniza puede ser entre el 4 de febrero y el 10 de marzo. 

La denominación proviene del siglo X, cuando se instituyó la ceremonia de la bendición e imposición de la ceniza como signo penitencial. Este día, que es día de ayuno y abstinencia (el color litúrgico de este periodo es el morado, que significa luto y penitencia), igual que en el Viernes Santo, se impone la ceniza a las personas fieles que van a misa/culto (normalmente en la frente en forma de cruz). El uso de la ceniza deriva de una antigua costumbre judía en la cual las personas que habían pecado solían cubrir parte de su cuerpo con ceniza. Era una manera de demostrar su deseo de alejarse de todo lo malo y acercarse a Dios. Esta tradición se ha ido modificando a lo largo del tiempo hasta llegar a la práctica actual, en la cual las personas fieles asisten a la misa o al culto del Miércoles de Ceniza en actitud de reflexión para reencontrarse con Dios durante la Cuaresma.

Según la tradición, la ceniza debe obtenerse a partir de la cremación de los laureles y palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior, y debe ser impuesta en la cabeza de las personas fieles en forma de cruz (modernamente, en algunos lugares, se impone en las manos para no ensuciarse). La ceniza es símbolo de la caducidad de la condición humana, signo penitencial [utilizado desde el Antiguo Testamento, como puede observarse en el profeta Jonás (3:1-10) y también en el libro de Ester (4:3)] y de conversión, que deben ser los aspectos dominantes durante toda la Cuaresma. Durante la imposición de la ceniza, el sacerdote pronuncia las palabras: “Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris”, es decir, “Recuerda, hombre, que eres polvo, y al polvo regresarás”. La Iglesia primitiva solo imponía la ceniza a los pecadores públicos que se sometían al rito, y eran sacados del templo después de la imposición. La reconciliación tenía lugar en la mañana del Jueves Santo.

En la cultura popular y la secularización de ese día aparece la Vieja Cuaresma, que es la representación gráfica del tiempo cuaresmal, que va de Miércoles de Ceniza hasta Semana Santa. Una vieja achacosa con siete piernas que tienen la función de calendario: siete semanas para llegar a la Semana Santa.