El agua en las tradiciones religiosas y espirituales
El Día Mundial del Agua fue declarado por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 22 de marzo del año 1993.
El Día Mundial del Agua (World Water Day) se celebra cada 22 de marzo para recordar la importancia de este líquido esencial y centrar la atención en la importancia del agua y la defensa de la gestión sostenible de los recursos de agua dulce. La forma en que valoramos el agua determina cómo se comparte y se gestiona. El valor del agua es mucho más que un tema económico: el agua tiene un valor inmenso y complejo para la cultura, la salud, la economía, etc. y, evidentemente, para las tradiciones religiosas y espirituales.
El agua es un elemento esencial para la vida y tiene una cierta connotación sagrada. Los nueve primeros meses de nuestra existencia transcurren inmersos en el agua, dos terceras partes del cuerpo humano son agua, necesitamos el agua para satisfacer la sed, para lavarnos y refrescarnos, para preparar los alimentos, etc.
El agua es un elemento sagrado que nos regala la naturaleza, sin agua no es posible la vida. Para el pensamiento antiguo, el agua era uno de los cuatro elementos constitutivos de la realidad cósmica: aire, agua, tierra y fuego. El agua es una parte principal y un fundamento vital en todas las culturas y religiones. En la cultura oriental el agua es considerada materia prima: “Todo es agua”, dicen los textos hindúes. El agua limpia y purifica el cuerpo, lo que le da un estatus simbólico e incluso sagrado en algunos casos y la convierte en elemento clave en varios cultos y ceremonias religiosas.
Prácticamente todas las religiones tienen un uso del agua en sentido ritual. El agua pertenece al patrimonio simbólico de todas las culturas y religiones. En cualquier parte del planeta, el ser humano proyecta sobre el agua la realización de sus esperanzas y temores, la promesa de la vida y la amenaza de la muerte. El agua carga con todo ello: sequías e inundaciones son señales de la dificultad de controlar el poder del agua. El agua espiritual nunca es neutra ni pasiva. Se considera que esta agua tiene el poder y la capacidad de transformar el mundo, redimir los pecados y santificar. El agua elimina la contaminación y purifica tanto en sentido físico como simbólico. El agua es una sustancia viva y espiritual que actúa como mediadora entre los seres humanos y los dioses.
A menudo, el agua es percibida en las religiones como un dios, una diosa o una entidad divina. Los ríos, la lluvia, los estanques, los lagos, los glaciares, las granizadas o la nieve son algunas de las formas que puede adoptar el agua al interpretarse e incorporarse a las esferas culturales, religiosas y espirituales. En la mayoría de las religiones, el agua como don sagrado tiene un significado de purificación, renovación, liberación, fertilidad y abundancia. El elemento del agua está presente, santificando, sacralizando, interiorizando credos y culturas ancestrales. Desde las grandes religiones orientales, que ven en el agua el origen de todo lo que existe, pasando por las religiones naturales de tipo cosmobiológico, en las que el agua es transmisora y expresión de vida, hasta el islam, que considera el agua que cae del cielo como símbolo divino y que el mismo hombre ha sido creado de una figura fluyente; y también hasta la tradición bíblica, en la que el agua es criatura y don de Dios y, al mismo tiempo, está presente en toda la creación como elemento constituyente de vida. Como se puede ver, las diferentes religiones y espiritualidades han hecho y hacen un uso abundante del agua con interpretaciones y aplicaciones bastante similares en torno al doble significado de la muerte y la vida. A menudo el agua representa la frontera entre este mundo y el más allá.
En el cristianismo, el agua, por ejemplo, es indisociable del bautismo; en el hinduismo, el agua tiene una connotación de purificación espiritual, por ejemplo, en los baños sagrados en el río Ganges; en el judaísmo, la limpieza ritual con agua permite restaurar o conservar un estado de pureza, por ejemplo, en el uso del micvé (baño ritual); en el islam, el agua tiene una función purificadora, por ejemplo, con las abluciones antes de las oraciones diarias; en el budismo, el agua se utiliza en los funerales, vertiendo agua en un recipiente ante los monjes y el cuerpo del difunto hasta que desborda, recitando “como las lluvias llenan los ríos y fluyen hacia el océano, de la misma forma alcanza lo entregado al difunto”.
El agua es necesaria e imprescindible para la vida, y muchas tradiciones culturales, religiosas y espirituales ruegan y hacen rituales para la venida de lluvia cuando hay periodos largos de sequía: por ejemplo, en el cristianismo se celebran procesiones con imágenes de santos y oraciones, o rogativas pro pluvia; en el hinduismo existe un ritual al dios Indra (dios de la atmósfera y el cielo visible); desde el antiguo Egipto y en religiones indígenas del continente americano se realiza el ritual de la danza de la lluvia; y en el islam existe una plegaria concreta para pedir la venida de la lluvia, la plegaria (salât) delistisqâ’, que se lleva a cabo a primera hora de la mañana y fuera de la mezquita para pedir a Dios que envíe la lluvia.
Cada año el Día Mundial del Agua se centra en una temática. Este 2024 es “Leveraging water for peace”, es decir, aprovechar el agua para la paz.